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Tyler se observó cuando hubo quedado listo, el uniforme naranja a la medida y las zapatillas oscuras lo cubrían, estaba de pie frente a la puerta de la entrada. Dos oficiales, muy bien armados resguardaban sus pasos silenciosos.

— Estoy seguro de que hay formas más sencillas —comentó.

Gerard sostuvo la llave de las esposas frente a él, y Tyler acercó sus muñecas apresadas.

— Vale sí —dijo su abogado — Pero esta es la más divertida.


***

Josh despertó sobresaltado cuando el agua fría lo cubrió. Se había quedado dormido junto al montón de camisetas sucias. 

— Oficial lo sien...—antes de poder justificarse reconoció a Kady, parado frente a él, la cubeta en sus manos. Otros dos oficiales empezaron a castigarle con el garrote, eran golpes que no lo harían perder la conciencia pero que podían a uno dejarle un moretón permanente.

Fue arrastrado escaleras arriba entre forcejos y patadas, guiado por los pasillos estrechos, pasando por las carceletas, incluso la suya. No supo entender cuando pasó pero sin preverlo estaba abandonado en el patio oscurecido por la noche. 

— ¿Te gusta esconderte para dormir, no es así? —preguntó Kady. No esperaba respuesta: — Bien, intenta esconderte ahora.

Aseguraron las puertas, el pesado candado cayó a medida que el cabello de Josh iba humedeciéndose, estaba lloviendo y este lugar no tenía techo. Eran  alrededor 120m cuadrados de espacio vació donde los presos pasaban horas peleando durante el día, y ahora de madrugada no había nada. Josh empezó a temblar.

Tomó los barrotes en manos, totalmente empapado en cuestión de minutos, llovía a cantaros.

— Por favor no me dejen aquí.

Oía la lluvia resonar contra el pobre césped bajo sus pies, el temblor de sus extremidades y sus dificultosos lamentos, y ahora oía más, los oía burlarse mientras se alejaban.

— ¡No me dejen aquí! ¡Por favor!


***

Tyler observó en derredor todo el lugar, era un ambiente diferente demasiado diferente a su estadía en la carceleta local.

  — ¿Y que tal angelito?

Su mirar no se detuvo, inspecciono cada pequeño detalle; la cama, el suelo, las paredes, la luminosidad, los barrotes:

— Esto es diferente —dijo seguro.

— ¿Diferente cómo?

Se alejó de los oficiales  a pasos seguro hasta adentrarse por si solo al compartimento. No era muy reducido ahora que lo ocupaba, tenía su espacio, se veía más cómodo que en lo último que había dormido hace semanas, y  muy bien organizado también, había hasta un estéreo por ahí podía distinguirlo.

  — ¿Qué esperabas? ¿Irte a dormir con esos dementes? ¿coger el sida la primera noche?

Era un departamento, sí eso era. Estaba todo muy bien ordenado; había calefacción, una cafetera lista, una nevera seguramente muy abarrotada, una alfombra sobre el suelo resplandeciente, y todo en las paredes era claro y muy lustroso. Brillaba de lujos en un espacio ya para nada reducido.

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora