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Pensaría después, dos horas con seguridad, que fue mala idea acompañar a la rubia a Coffe World. Una cafeteria ubicada frente a la biblioteca central de la escuela. Por ahora no lo era, en estos momentos acompañar a Jenna Balck por su café de leche matutino era la mejor idea del mundo. Para todos los muchachos, y Tyler no era la excepción, en la escuela habían materias imposibles. Física y Química estaban bien; Educación Física y Gimnasia, digamos que no. Cada semana se encargaba de asistir puntual a todas las clases, y lo conseguía, inluso las recién mencionadas. El problema eran los Jueves de la tercera semana. Los Jueves de la tercera semana, eran Jueves de quemados, los días mas oscuros de ser un Joseph.

La semana anterior no solo terminó con una hemorragia nasal muy grave sino que por culpa suya, y el grifo rojizo que embarro al entrenador, el juego se habia paralizado dejando a un grupo semi-campeón, y otro semi-perdedor. Hoy sería el desempate, y Tyler estaba en el grupo semi-perdedor. Hoy se vengarian podía saborearlo, sus resecos labios tenían un metálico sabor apocalíptico a sangre.

—Es todo —dijo la rubia. Sus pensamientos escapararon y el castaño se encontro en una barra donde había estado acompañandola. La rubia terminaba de succionar su pajilla cerrando su libro de ciencias. —No podemos retrazarnos.

Tyler había estado acuerdo, y junto a Jenna dehambularon silenciosos a través de los enormes jardines hasta llegar el edificio occidental, la tercera ala de Peterson. Compartían la clase entrante, estaban a dos minutos de pasarse. Tyler sabía que el semblante serio de la rubia evidenciaba algo más, y no estaba seguro de que era, tampoco quizo descubrirlo. Jenna Black era la hija pérdida de sus padres, casi sentía la extraña sensación de que si alguien la lastimaba lo golpearia tan fuerte hasta que olvidará su nombre, pero eso era todo, no había nada mas. Si Jenna quería un jugo podía ayudarla a conseguir uno, pero si quería tomarlo de la mano seria como salir en el periodico escolar por ser el único alumno en toda la escuela en tener piojos, algo no negociable.

La puerta de ciencias estaba abierta, la sintió apresurar el paso y él también lo hizo. Fueron tan veloces que si alguien les hubiera dicho que hicieron un carrera lo negarían.

¿Una carrera? ¿Contra ella? ¿Jenna Black? No tio, te lo haz imaginando. Si yo muero por pasar tiempo con ella, es la hermanita que nunca tuve y de seguro que le agrado también. Hombre estoy segurísimo.

Fue un alivo perder a la rubia, apenas la vio dejar sus libros sobre la caperta, una sonrisa le pinto los labios, incluso ella le devolvio la sonrisa. ¿Por qué la vida —o mejor dicho sus padres, los de ambos— no podían notar que eran mas felices alejados que pegamentados a presión? Podrían incluso llegar a ser amigos, si hablamos de posibilidades muy lejanas claro, pero cabía la posibilidad y eso era bueno verdad...

No

El castaño apresuró ceñudo sus pasos, el ventanal estaba atestado de uniformadas, ¡Su ventanal! Vaya, que mala suerte, pero no tenía de que sorprenderse, claro que descubrian el tesoro, eran chicas ¡Chicas!Genéticamente constituidas para detectar a alguien así.

—Tyler, ¿Qué sucede ahí atrás? —preguntó un muchacho delgado. Lo conocia, habia hablado un par de veces con él. Se llamaba Ryan.

—No tengo idea.

Claro que tenia idea

Estaban ahi por el jardienro

De seguro lo habian descubierto regando las flores sin camiseta.

Sin camiseta...

Ryan lo había observado con una sonrisa hasta hartarse revoloteando su cabello, luego se alejó con esa misma sonrisa, hasta su lugar. Una carpeta después de la suya.

—Tyler —dijo Jenna. Y este reaccionó. No supo en que momento se habia acercado —Tomá el asiento junto a Fred. Lana no vendrá hasta el martes.

El ventanal esta repleto. —Pero, ese no es mi lugar. Me gusta ahí atras.

Y Ryan, que aún oía, se hecho a reír por una razón que desconocía al igual que la rubia. Fastidiada, ésta le brindó una mirada nada agradable y el chico palideció hasta apartar la mirada, incluso se podría decir que algo intimidado. No, seguro era imaginación suya, Jenna era cero intimidante. Excepto con Zack o su padre, y con él un par de veces, bien casi siempre.    

Las horas de clase fueron aterradoramente lentas, Tyler terminó junto a Fred, el niño apodado dedos de queso, nadie sabía por qué y  sonaba desagradable tratar de averiguarlo, pero las manos de fred desprendian un nada pasajero aroma a cheetos, provocaba alejarse, claro que Lana estaba de vacaciones. Una vez oyó que las uniformadas comentaban que una de las chicas de tercer año se encerró a vomitos toda la hora de gimnasia, luego se compartir clases con él.

—¿Quieres mis apuntes, Tyler? —pregunto el niño, súbitamente, sus enormes ojos saltones tras las gafas daban la impresión de que se incrementaban cuando hablaba. —Te lo pregunto porque no dejas de mirarme escribir ¿Te gustan mis apuntes?

Que chico tan raro, pensó.

De frente a la acerca, cuando Jenna ya había partido, contemplo por un largo rato los arbustos de la zona baja, cerca al estacionamiento ¿Los podaria también él? No recordaba haber visto a otro sujeto con regadera y tijeras a mano. Su padre llegó a pocos minutos después, cuando estuvo comodo la suave melodía de Frank Sinatra inundó el lugar, algo comentó sobre su trabajo pero el muchacho ya no pudo oírlo, en su cabeza una melodía estaba reproduciendose, una melodia que no lograba recordar de donde salió pero estaba ahí, presente, y se quedaría porque sonaba tan bien que por un momento creyó haberlo creado el mismo.




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VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora