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Tal vez fue la brisa que ingresó por la ventana, aunque no existía dicho compartimento en la pared, pero algo motivó las pulsaciones. Desde que Tyler abrió los ojos un calor subió desde sus pies hasta la espalda y se instaló en sus pupilas con tanta rapidez que un sonido escapó de sus labios. 

—Jo-josh. —se cubrió la boca con ambas manos. 

La confianza con la que se descubrió recostado sobre el pecho de otro hombre lo llenó de vergüenza. 

¿En qué momento se había metido a fastidiar? Claramente Josh no lo pudo llevar a la cama, el pobre chico no podía moverse sin ayuda. Tyler se sintió culpable en gravedad, lo último que recordaba era que Josh tuvo pesadillas y que él fue a socorrerlo, debió caer dormido como el mal anfitrión que era. Tampoco había llamado a su madre, era un mal hijo incluso. Alguien no podía cuidar de su prójimo. 

— Que verguenza. 

Tenía que hacer compras, limpiar la polvorienta casa, traer su computador y hacer un par de llamadas a sus amigos para que no preocuparan. Las obligaciones no cesaban pero las contuvo cuando un lejano sonido interrumpió sus pensamientos, 

— ¿Josh? 

Era su corazón. Una latido constante que se incrementaba y perdía su intensidad, ajeno a todo.

Nunca había tenido la oportunidad de estar tan cerca a un hombre, no que él recordara. Claramente Josh no era un extraño pero si lo era el contacto. No lo había tocado ni con las yemas de los dedos en el hospital ¿Cómo hacerlo? Hubiera recibido una demanda. Además, Josh no era amigable, era un tipo muy reservado y lejano, de mirada ajena sin interés alguno sobre nadie que no fuera el niño pelirrojo. Seguramente no tuvo amigo en el hospital, otros pacientes ni nada, solo Brendon hablaba con él y sus enfermeras pero sospechaba que estas últimas no obtenían respuestas. 

Solo ahora que estaba inconsciente era posible la cercanía. 

Sonrió.

Colocar la cabeza sobre el pecho de Josh era en una mala idea, una infantil y poco ética forma de comportarse, estuvo a punto de rehusar de ella, si en el intento no se hubiera estirado lo suficiente para descubrir que una mano intrusa descansaba bajo su camiseta, sobre su vientre. Esta vez si reacciono. 

Se alejó con rapidez, provocando espasmos hasta caer de la cama, asustado. 


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Hay una mujer pelirroja frente a Enrie. Es una mujer bonita, de grandes ojos verdes y el cabello en onditas, como la muñeca de su amigo Harry en el Hospital Social. La bonita señora ha estado sentada frente a él desde hace minutos, una oficial de la policía los acompaña en el compartimento gris que empieza a ser fastidiosamente familiar para él desde que dejó de ser un niño huérfano. 

— Tu-ú tú, ¿Cómo te llamas, pequeño? —pronuncia al fin la mujer. 

El niño desliza la palma de su mano por mejilla hasta caer sobre la mesa, observa primero a la oficial por una confirmación que es aceptada y procede.

— Enrie. — Enr, pronuncia. 

Rápidamente los ojos de la mujer empiezan a tornarse lagrimosos. 

— ¿Se encuentra bi-bien? —intenta preguntar pero la mujer ya ha abandonado su posición. 

La oficial de policía es la segunda en marcharse, Enrie empieza a seguirla a ella hasta llegar a la puerta cuando la rubia joven los intercepta con una sonrisa. 

— ¡Vamos a casa, Enrie! —exclama con alegría. 

Esta nueva vida no se parece a lo que cuentan las enfermeras en el aula de colores, no hay papás, ni mamás, ni grandes perros con colas peludas, no hay una casa con arboles enanos donde poder tratar ni hay cometas volando en el cielo. Desde que fue adoptado sólo conoce viajes largos en coches a motor calefactor y muchos rostros de desconocidos, todos mayores. No hay más niños a dónde se dirigen, ni mascotas ni amigos. Ha ido antes a la casa de la joven rubia, durmió anoche ahí, en una enorme habitación con enormes cuadros colgantes en la pared. Muy distante a convertirse en un hogar. 

— Adivina a dónde iremos hoy. —dice la rubía. 

El pequeño eleva los hombros e intenta mirar a través de la ventana pero nada ayuda. La autopista es larga y está llena de coches igual a este. 

— No sé. 

Con una maniobra a la izquierda, el vehiculo ingresa a una avenida menos congestionada, ya los vehículos no cubren la visión peatonal. 

— No conozco aquí. 

La rubia conduce sonriente tartamudeando la pegadiza canción que tocan en el stereo. Pronto un par de árboles elevados al cielo llaman la atención del niño, Enrie descubre tras la ventana aquel parque lleno de vegetación al cual su tío Brendon lo ha llevado a jugar muchas veces. 

— Conozco a ese árbol. —señala. — Y a ese perro, y al señor de las salchichas. —enumera varias cosas que recuerda. Este era el camino por el cual Brendon lo regresaba al Hospital al finalizar sus días de visita. 

— Veo que ya reconoces el lugar. 

— ¡Sí! ¡Iremos al Hospital!


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

— Necesito salir a hacer compras. 

Josh estaba desayunando en la cocina. Tyler había hecho hasta lo imposible por convencerlo de vestir algo diferente, quería deshacerse de la bata de paciente que siempre traía puesto, no era por propio gusto realmente quería que el pelirrojo empezará a mejorar. 

El primer paso para dejar de ser quién eres, es dejar de vestir como quién crees ser. 

No pudo convencerlo. 

Ahora lo observaba comer en una esquina en el lado de la mesa que solía ocupar Zack cuando vivía con ellos. Josh seguía con la camiseta blanca del hospital. Empezaba a odiar esa camiseta.

— Josh. —llamó su atención. —Saldré a hacer compras. 

Después de empacar todo lo necesario para llenar nuevamente la nevena, desistió. Como Josh no hablaba con él no encontraba la confianza para dejarlo solo. Se hinco frente a él cuando éste dejó vacío el plato. Si de algo podía obtener el crédito era en que le había enseñado a comer solo. 

— No puedo dejarte solo. — Tomó asiento en una silla junto a la suya.  — ¿Josh? 

El pelirrojo miraba sobre él a algún punto en la pared tras su espalda.

— Josh. No estoy loco, sé que tú has hablado conmigo. —esperó a que el pelirrojo dijera algo pero como lo hizo continúo. — Te escuche.

Con las manos en la cabeza, se cubrió momentáneamente el rostro en actitud aflictiva. 

— Esta bien, solo lo dire porque sé que entiendes. Y disculpa que te interrogue sobre esto pero. Ayer, cuando me quede dormido en tu cama, ¿Por qué estuviste tocandome? Eso no está bien.  

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora