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Se encontraba inseguro. La última vez que Josh se acerco a uno de los oficiales fue cuando trascurrían las primeras horas de su detención. No le apasionaba la idea de consultar por su estado en ese momento y sabia con certeza que de tener la oportunidad tampoco lo haría en otra ocasión. Su estadía en este peligroso lugar se había convertido en parte de sus días, no estaba hace mucho es cierto, pero un día en la cárcel te transforma y una semana te vuelve inmune a creer en otras opciones. Si ahora deambulaba de un lado a otro dentro de su celda ignorando los hambrientos ojos de Freddy  sobre él, lo hacia porque estaba preocupado por su amigo.

¿Qué habían hecho con Tyler? La idea de que tan solo lo hubieran castigado en su primer día ¿Por que este era su primer día, verdad? lo estaba volviendo loco, ¿Dónde estaba? ¿Por qué no había recorrido el pasillo escoltado por oficiales hasta la que sería su celda permanente desde ahora?

Ahí había otro problema. La sangre, si es que puede ser posible, le hervía. La idea de que Tyler compartiera celda con otro reo, uno con altas posibilidades de ser un demente total, no se apartaba de su mente. No podía permitir que el menor sea expuesto a vivir un infierno como el que él vivía. 

Se aprovecharan de él —pensó

Tenía que huir.

Tenía que hacer lo posible por sacar a Tyler de aquí. 

Antes de que la vida lo arrastrará a este castigo, Josh no sabía como era vivir privado de tu libertad; no puedes caminar, hablar o pensar libremente, todos los ojos se posan sobre ti como si leyeran tus pensamiento y es agotador incluso tratar de ser normal aquí dentro; no puedes comer, bañarte o dormir cuando quieras, no es como afuera no funciona así. Hay un orden que cambia todo los días y en favor de los jefes.  

Ahora conocía esta vida y no quería que Tyler se contaminará con ella.

—Mascota, deja de caminar.

Cuando decidió echarse la culpa y dejar que Tyler huyera se comprometió a esto. 

—Mascota basta

No permitiría que cualquiera de esos dementes lo atacarán. 

—¡Mascota sentado!

No, él tendría que defenderlo.

Un fuerte impacto lo obligo a chocar contra las reglas. El enorme hombre con quien compartía celda lo tenía acorralado contra los barrotes, no había percibido sus advertencias. Era fuerte, Freddy era un ogro enorme y desquiciado. 

—D-de déjame ir.

Atravesó por entre los barrotes ambos brazos, tratando inútilmente de llegar hasta la cerradura. Un esfuerzo perdido pues era más del medio día, la celda estaba encadenada. Una estúpida política que implementaron  poco después de que llegó.

—¡Dije que te sentarás! ¡Mascota inútil!

Impactó un puño contra su espalda baja. El dolor fue un estallido de contusiones internas que se expandió a cada sentido de su ser. Logró emitir un grito pero fue uno que se fue apagando poco a poco, perdido en la poca importancia de los oficiales a hacer algo por otros. 

Los internos eran animales y se metían en peleas todo el tiempo. 


***


— ¿Quien es el interno más bonito del lugar? Responde y no mientas.

El sol aún no se ocultaba y el ocaso no debía posarse sobre barrotes tan oxidados como los de una vieja cárcel de máxima seguridad, sin embargo y por su bondad hoy creaba sombras sobre los edificios más altos. Esos que tenían las ventanas abiertas con cortinas recogidas a su llegada. 

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora