Prólogo.

46.8K 3.2K 2K
                                    

PRÓLOGO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

PRÓLOGO

(Adrián)

La Capital - Calle Ashford Avenue, Condado, San Juan, Puerto Rico.

12:50 am.

La ironía estaba emanando en mi oscura alma. Sabía que las cosas podrían empeorar de ahora en adelante.

Estábamos a 20 de junio, pero, al parecer, el cumpleaños número treinta y dos no sería la diferencia para mí y para mi oscuro ángel que se estaba desatando sin precedentes.

— Adrián... — Amanda se acercó a mi cuerpo desde atrás, rodeando parte de mi espalda y mi abdomen con sus manos que ya se me hacían desconocidas. — ¿Has escuchado lo que te he dicho? — Acariciaba mi pecho y mi trabajado abdomen, subiendo y bajando sus manos una y otra vez, con la intención de provocar mi oscura personalidad.

Aún observaba el lluvioso exterior por la única ventana del rústico despacho. Ella insistió al intentar pegar su semidesnudo cuerpo a mi espalda.

— Sabes que conmigo no tienes que restringirte. — Me rodeó por completo, sin despegar sus manos de mi desnudo abdomen. Me miró a los ojos con una obsesión llena de ilusión.

Quería que la poseyera a mi antojo, así como todas las veces que hice que experimentara mis oscuros y recónditos placeres.

— Conmigo no tienes que pedir permiso, ni limitar tus deseos. — Elevó sus manos y acarició mis mejillas con extrema adoración.

Me tensé ante tal acto, situación que antes no me afectaba tanto como en la actualidad. Fruncí el ceño, confundido, lleno de dudas sobre lo que iba a ocurrir.

Sentía la necesidad de abastecer mis deseos; la excitación que a veces me resultaba involuntaria, gracias a mi jodida y maldita cabeza.

Amanda intentó elevar su cabeza muy levemente y comenzó a besar la comisura de mi labio inferior, gimiendo de deseo.

Tragué hondo, aunque la miré en todo el acto. Cuándo ella sintió que yo seguía inmóvil, dejando que actuara a su voluntad, se desesperó, cometiendo la acción que ya esperaba de ella.

Se arrodilló y elevó la cabeza, pidiendo permiso con sus ojos llenos de lujuria, con la intención de darme una mamada que estaba ansiando.

La miré desde mi posición, bajo la oscuridad, detrás de mi escritorio. Sé que podía ver mis ojos demandantes y llenos de indiferencia. Me sentía vacío.

Saberlo; me estaba matando, me estaba enfureciendo de rabia e impotencia. La repentina acción de Amanda sólo logró que yo pensara en la deliciosa mamada que la dulce Aly podría ofrecerme con un poco de adiestramiento.

«Pero ¿por qué ni siquiera podía dejar de pensar en ella en momentos como estos en los que sentía culpabilidad?».

— Levántate. — Le ordené con la voz ronca.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora