Capítulo 20.

34.8K 3.1K 344
                                    

Capítulo 20

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 20.

(Adrián).

En mi fuero interno, ya no podía seguir evitando una situación pasada que parecía perseguirme. A pesar de que intentaba negarme mentalmente a aceptar que la abuela de Alysha era parte de mi doloroso pasado, no estaba funcionando.

Lo único que estaba deseando en estos momentos es que mi memoria fotográfica fallara.

«Solo por una vez en la vida. Solo por una», seguía negando en mi subconsciente.

—Eh, sí, abu. ¿Por qué no? —Alysha aceptó el pedido de su abuela, aunque inmediatamente noté en sus facciones que estaba extrañada.

La jovencita se aparta de mi lado, pero cuando se marcha para dejarnos solos, siento como una leve inseguridad sube por mi garganta. No quería que se marchara ahora. Y mucho menos cuando el presentimiento que estaba ignorando podía convertirse en una situación real.

Intento mantener una serena compostura al levantar la cabeza, disimulando mi leve inquietud y el como mi corazón latía muy desenfrenado.

—Usted dirá —articulé con elegancia al asentir con educación.

Ni siquiera podía parpadear naturalmente al ver su rostro tan reconocido.

—Me interesa conocer al novio de mi nieta —espeta con suma familiaridad al notar como sus ojos mostraban curiosidad, ilusionándose de verme—. Quiero saber quién eres y de dónde eres.

Me encojo de hombros, intentando relajarme.

—¿Alysha no le habló de mí?

—No hasta hace un rato.

—Entiendo.

«Mierda. Esto me hace las cosas más tediosas. ¿Por qué cuando tiene que usar su lengua viperina no lo hace?», pensé al presionar los labios.

—Me dijo que es médico. Y que también es un poco mayorcito para ella.

—Y hoy me hago un año más mayor
—zanjo, levantando la mirada con cierto desafío al notar que está examinándome, haciéndome sentir vulnerable—. Treinta y dos años. ¿Importa? —intento quitar esa mirada tan familiar de mí.

—De hecho, no de la forma que cree, jovencito —la señora parecía estar... ¿Calculando?

Trago saliva y rasco levemente mi nuca por la incomodidad que sentía en lo más profundo de mí.

«Ojalá Alysha no se hubiera apartado. La abrazaría en estos momentos y me refugiaría en el delicioso aroma que desprende su cuello».

—Y cuénteme... —me rodea al caminar con paciencia y lentitud, analizándome al achicar los ojos.

«Irónicamente, Alysha tiene expresiones y gestos muy parecidos a los de ella».

—¿Tan interesado está en mi niña? —me suelta de sopetón.

—Sí —acepto brevemente y sin rechistar.

—Entonces, ¿la quiere seriamente?

—Exactamente, señora.

—Por favor, llámeme Anita o... Nerea.

Frunzo el ceño al sentir una leve impresión y me giro, dándole la espalda.

—Está investigando con que tipo de hombre está su nieta —la miro por el rabillo del ojo—. Lo sé...

—Te equivocas —me habla sin preámbulos—. Yo sé con quien se está metiendo mi nieta. Aunque intentes obligarte a pensar que soy solo una abuela más, en el fondo lo sabes. Dudo mucho que tu habilidad natal para recordar todo con facilidad se haya esfumado.

Me tenso sobremanera y cierro los ojos por algunos instantes, aceptando que esto estaba sucediéndome.

—¿Cómo está tu madre Marcella? —preguntó.

Inmediatamente, supe que Alysha le había contado ciertos detalles, más de los que creí. Supe que no eran ideas mías y que sí nos habíamos conocido de antes.

—Está... bien — Tragué profundamente, sintiendo como un escalofrío enervaba mi piel.

Percibo a mis espaldas como su presencia se acerca más hacia mí.

—No me impresiona volver a verte después de tantos años y aquí —espeta, mientras que yo no puedo evitar exhalar con dificultad el aire que mis pulmones estaban reteniendo—. Lo que sí me impresiona, y mucho, es que andes con mi niña. Pero no solo eso —siento como posa su mano sobre mi hombro con calidez, un tacto que extrañé por muchos años—. Estoy orgullosa de que hayas escogido bien, porque ella es uno de los tesoros más preciados que le queda a esta vieja.

A pesar de que se me hacía muy difícil dirigirle la palabra, proseguí ante sus comentarios.

—Nerea —la llamo al mirarla por encima del hombro, a pesar de que su delicada mano seguía sobre el mismo, queriendo que se entere de una vez que, verdaderamente, la he reconocido—. No solamente quisiste cuidar de mí cuando era un niño y me diste la oportunidad de tener una vida distinta, sino que también me has regalado con tu propia vida lo mejor que mi existencia puede desear... Su nieta —me alejo de su tacto y decido proseguir con mi paso, sin poder mirarla a la cara.

No me sentía preparado para una situación como esta en estos momentos.

—Adrián —reconocí su voz llamándome con más seguridad y familiaridad, bastante ilusionada de que realmente la recuerde.

Me detengo en seco, sin girarme.

—Qué mucho has crecido, pequeño... Estás hermoso... Y de verdad espero que pronto recibas a esta vieja con un enorme abrazo.

Justo cuando iba a responderle, ella insistió.

—Y no te preocupes. Me mantendré al margen con mi nieta hasta que tú te sientas listo y decidas decirle.

Asentí con timidez desde mi posición. Lo único que estaba deseando es volver con mi jovencita y sentirla cerca de mí. No podía dejar que el miedo me invadiera y las cosas empeoraran entre ella y yo ahora que su abuela y yo confirmamos que nos conocemos desde el orfanato.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora