Capítulo 40.

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Capítulo 40

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Capítulo 40.

Me siento a su lado y él sujeta mi mano, entrelazando los dedos con seguridad y confianza. A pesar de que era un día especial para nosotros, estaba más sonriente que de costumbre.

—Así que hoy estás de buen humor —elevo nuestras manos entrelazadas y le doy un beso en su palma.

—No hagas eso o llegarás desnuda a mi apartamento —enarca las cejas muy juguetón, aunque sus ojos claros brillaban con insistencia.

—Me gustan esas amenazas, ojitos bonitos. Lo sabes... —me encogí de hombros, pero él negó con la cabeza al sonreír con amplitud, mostrando su perfecta dentadura.

—Así que tu lengua viperina también estará presente con nosotros —bromea al presionar mi mano.

—Oye, y... —lo miro a los ojos con suma curiosidad, mientras que el vehículo comienza a desplazarse—. Entonces, ¿iremos a tu apartamento? ¿Allí hablaremos sobre la propuesta? —estaba completamente segura de que él estaba disfrutando mis expresiones.

Asiente al mantener una media sonrisa llena de misterio.

—Eso si no quieres cenar primero —me informa—. Estaba pensando en la opción de que nos trajeran algo para cenar a mi apartamento luego de discutir la propuesta —se encoge de hombros—. Pero si deseas ir a otro lugar en este momento también podemos hacerlo.

Asiento al comprender sus intenciones ya que estaba igual de ansioso que yo.

—Sinceramente, haré lo que me pidas, Aly —zanja con más seriedad—. Tú solo pide y papi acepta encantado tus caprichos. Al menos, mientras te portes bien —me da un beso en la frente.

—No tengo mucha hambre —le digo de inmediato.

—Lo imaginé. Pero es tu sentido de avidez por la información lo que no te causa apetito de momento —recompone su postura y frunce el ceño de esa manera tan sensual que solo él sabe—. Créeme, si aceptas, más tarde tendrás hambre —me advierte con cierta diversión.

—Puedo esperar, Andy.

—Bien —sonríe para sí mismo.

—¿Por qué disfrutas solo? —lo encaro—. ¿Me dirás qué es tan divertido?

—Sí. Tu curiosidad está dándome cierta ventaja —su sinceridad tan descarada es elocuente—. De eso me divierto.

Achico los ojos.

—¿Debo preocuparme? —le pregunto sinceramente.

Se queda en silencio por unos tormentosos segundos, pero luego decide responder...

—Deberías, sí.

—¿De qué? —trago saliva y siento como las palmas de mis manos comienzan a sudar.

—De tomar una buena decisión para que experimentes conmigo un insaciable placer que nadie más podrá ofrecerte ni darte —zanja con seriedad y esquiva mis ojos al mirar por la ventanilla.

—Andy —llamé su atención—, no comiences a preocuparte. Ya sé lo suficiente de ti, ¿no?

—Sí. Aunque en los detalles todavía me conocerás —pareció pensativo. Luego, suspiró y volvió a mirarme—. Aly, quiero que estés consciente de que si hacemos esto, será la primera vez que yo disfrutaré completamente de mis desviaciones. Yo... —sacudió un poco la cabeza—. No lo demuestro, pero estoy nervioso —confesó—. Y sé que es porque las ansias me están carcomiendo.

»Y eso se debe a que... —carraspea—. Eso se debe a que tal vez lo experimente con la mujer que siempre soñé y estuvo en mi cabeza... Tú, Aly —tragó saliva con disimulo—. Te aseguro que estoy desesperado por tenerte completamente. Y cuando me refiero a tenerte completamente, es porque quiero hacerte sentir tantas cosas que no te puedes ni imaginar.

Me quedo congelada ante las palabras que salieron con sinceridad de su apetecible boca.

—¿A qué tipo de sentir te refieres? ¿Algo así como cuando hacemos el amor? —me ruboricé.

Frotó su barbilla al analizarlo con prontitud. Sin embargo, siempre tenía una respuesta segura...

—Más que eso —susurra al alzar la mirada—. Te haría sentir un tipo de comunión que solo podrás experimentar conmigo. De hecho, si ambos llegamos a sentir esa comunión, tendremos una dependencia muy, muy fuerte. Ambos, pero yo sería el que me encargaría de esa dependencia nuestra.

Bufé impresionada.

—¿Te estás escuchando, Andy?

—Perfectamente —me come con la mirada.

—Me habías dicho que si no aceptaba la propuesta seguirías conmigo...

—Totalmente —asegura—. Lo que hablamos el otro día en tu habitación no es juego, ni esto tampoco. Para mí es importante mantener mis parafilias, pero más importante es que te quedes a mi lado —acaricia mi labio inferior con su pulgar—. No soportaría verte ir otra vez. Lo juro. Pero ya hablaremos de todo esto al llegar...

Asiento.

Sin embargo, se me había ocurrido una idea gracias a lo que terminó de asegurar.

«Sería una prueba más que le demostraría cuanto lo amo sin importar los límites...»

🔹

Durante el trayecto restante nos mantuvimos en silencio a pesar de que nuestras manos estuvieron entrelazadas. Ambos estábamos nerviosos y se percibía en el ambiente interior del vehículo. Aun así, necesitaba saber todo de él.

«Le demostraría que haría cualquier cosa que esté a mi alcance para hacerlo feliz».

—Andy, necesito un pedazo de papel y un bolígrafo.

Achica los ojos con extrañeza, pero asiente de inmediato.

—Claro —rebusca en uno de sus bolsillos un bolígrafo y me lo entrega. Luego, saca un pequeño recetario de medicinas al enarcar las cejas—. Es lo único que tengo de momento —me lo entrega.

Percibo que los papeles del recetario son de un material fino y blanco. En el borde superior estaban impresas sus iniciales doctorales con el nombre y los dos apellidos, mientras que en el borde inferior se podían leer los número telefónicos de sus consultorios.

Elevé el recetario de forma muy sugerente...

—Un día quiero uno de estos para mí —le sonrío—. Pero hoy voy a recetarle al doctor Wayne Milán un medicamento muy, muy efectivo para todos los males que trae —escribo unas cuantas palabras lejos de su persistente mirada curiosa.

Cuando le entrego el bolígrafo me sonríe al negar con la cabeza.

—¿Qué estás haciendo? —me pregunta con más insistencia al ver que separo el pedazo de papel del recetario para doblarlo y colocarlo en uno de los bolsillos de su elegante traje.

—Lo común en mí... —lo miro de forma coqueta al parpadear repetidas veces—. Sorprendiéndote.

—Adoro cuando me haces esos ojos —se muerde el labio inferior levemente al dirigir su mano hacia el bolsillo.

—No —lo detengo—. Puedes leerlo cuando terminemos de hablar sobre la propuesta.

—¿Por qué?

—Solo confía en mí.

Adrián asiente y sujeta mi mano al posar un beso sobre esta.

—Hemos llegado —me avisa cuando el vehículo se detiene en su edificio—. ¿Lista? —me mira con intensidad.

—Siempre.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora