Capítulo 59.

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Capítulo 59

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Capítulo 59.

—¿Qué te sucede? —me rio con más soltura—. ¿Subimos? 

—Claro... —me mira con una profundidad intimidante, una que me hiela la sangre.

Me adelanté unos cuantos pasos y él me siguió en silencio en el trayecto desde el pasillo hacia el ascensor, el cual se abrió de inmediato cuando presioné el botón.

Cuando entramos, noté como estaba frotando su mandíbula y su barbilla. Parecía reflexionar algún conflicto mentalmente. En mi subconsciente, sospechaba que él pondría en marcha alguna de sus sensuales intenciones.

Mientras el ascensor ascendía hacia el rústico despacho, las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se preparaban para alguna inesperada acción por parte del ojiverde. La tensión sexual se adueñaba de nuestro ambiente de forma latente.

Tragué saliva cuando el ascensor sonó, avisándonos que habíamos llegado a nuestro destino. Salimos en silencio y caminamos directamente hacia la estantería corrediza, donde él tomó el libro artificial para desplazarlo y acceder a su apartamento.

Cuando entramos, el frío ambiente invadió nuestros cuerpos y su olor tan personal en el lugar era increíblemente armonioso para mí. Me estaba fascinando estar junto a él y disfrutar de simples detalles como estos.

A través de la extensa y acristalada ventana que cubría la pared situada delante de su cama, se podían apreciar cómo los relámpagos destellaban junto al sonido de los truenos que sucumbían en la noche.

Me froto la piel de mis brazos al cruzarlos y me giro sobre mis pies, regalándole una sonrisa de chica buena al hombre que continuaba observándome con un misterio profundo.

Adrián se quitó la chaqueta al alzar la mirada de manera imponente, entreabriendo sus sensuales labios y sin emitir ninguna palabra. Luego, comenzó a desabotonar las mangas de su camisa sobre sus muñecas. Su expresión mostraba decisión y no sonrió para nada, acción que me intimidó un poco.

«Mierda, ¿qué le sucede?»

Solo esperaba que la primera conversación que habíamos tenido sobre su origen no sea la causante de su seriedad tan desbordante.

—Me encantan las noches lluviosas, ¿no crees? —decido hablar para intentar acompasar el silencio tan cortante que de momento él tenía intención de mantener.

—Sí.

—¿"Sí"? —le sonrío y siento como mis ojos brillan por su afirmación—. Entonces, ¿a ti también te gustan las noches lluviosas? —todavía en pie, me quito los carísimos tacones como puedo, volviendo a mi baja estatura.

—Las noches —suspira con sensualidad al fruncir el ceño—, y los días también...

—Ah...

«¿Por qué me siento tan nerviosa? Por Dios, Nere...»

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora