(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 66.
Escuchar a Adrián Wayne expresar sus sentimientos sin precedentes era música para mis oídos. Mi corazón se llenaba de gozo al sentir que de verdad me amaba, a pesar de que aún no decía "te amo" sin más.
Yo sabía a la perfección que era un paso gigante para él abrirse de la forma que lo estaba haciendo conmigo. También estaba consciente de que se estaba esforzando porque así él lo deseaba.
Yo valoraba sus acciones y sus esfuerzos con todo mi corazón. Necesitaba hacerlo sentir amado y querido de una y mil maneras si era posible. Quería que entendiera que lo que sentía era sumamente real y que era la única persona que se había quedado con el amor más puro que puedo ofrecerle a un hombre.
Aunque logré manejarlo a mi gusto, terminé rendida ante el placer del amor y la lujuria que sentíamos el uno por el otro. Nuestra conexión era cada vez más estrecha, al punto de que, sin decirnos nada, sabíamos cuando íbamos a llegar al orgasmo.
El sudor en su espalda causaba que mis manos resbalaran sobre su piel, pero él elevó su cabeza y posé mi frente sobre la suya llena de alborotados y húmedos mechones.
Adrián aferró sus brazos alrededor de mi desnudo cuerpo, abrazándome y acaparándome al llegar al orgasmo después de mí, derramando su semen en mi interior, mientras el temblor y el sudor de nuestros cuerpos se mezclaban.
Aún sin recuperarnos del todo, apartó sus ojos de mi cuello y sus labios buscaron un beso anhelado y lleno de amor. Entre el movimiento de nuestras bocas, acaricié su cabello, él con sus ojos levemente abiertos, mirando los míos con adoración.
—¿Estás... bien? —le pregunté con dulzura entre el roce de nuestros labios, temblando sobre su cuerpo.
—Perfectamente —posa su nariz sobre la mía—. ¿Y tú?
Con mis nudillos, acaricié uno de sus pómulos, queriendo que se sintiera pleno y amado.
—Más que bien, satisfecha... —le sonrío y él me devuelve una sonrisa tierna, mostrando su blanquecina dentadura.
Sin embargo, su sonrisa se borra y baja la mirada, sintiendo su timidez una vez más.
—¿Qué? —lo mimo al acurrucar su rostro bajo mi cuello, besando su cabeza—. ¿Qué te preocupa?
Su silencio dura algunos segundos, pero luego suspira y me responde.
—Nunca he tenido que ceder el control y me siento un poco...
—¿Extraño? —termino de decirlo por él.
Asiente con un poco de rubor.
—Wayne —sujeto sus mejillas y lo noto sonrojado—, no te has muerto por eso —ruedo los ojos y beso sus labios.
—Estoy muriendo de amor por ti... —me susurró y volvió a esconder sus ojos bajo mi cuello. Realmente, estaba muy vulnerable.
