Capítulo 25.

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Capítulo 25

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Capítulo 25.

(Adrián)

No sabía si sonreír como un idiota o quedarme con la boca abierta, justo como estaba sucediendo. Aparto sus pequeñas manos con delicadeza y la miro con impresión, perdido ante su repentina acción. Comencé a negar con la cabeza lentamente, intentando mediar palabras.

Sin embargo, como no pude, fruncí el ceño, mostrándole una señal sin emitir palabras para que me diera una explicación, sin que me importara el hecho de que verdaderamente estábamos borrachos.

—¿Qué está sucediendo, Aly? —le dediqué una mirada curiosa al sentirme impasible por una pronta explicación.

Se levantó de la cama con una sonrisa sensual a la vez que siniestra y maliciosa. Me quedé congelado al percibir cómo se acercaba a mí de forma imponente desde su baja estatura.

—Aprendo de ti... ¿No lo estás viendo? —me sonrió, lo que causó que mi corazón se acelerara. Me quitó el teléfono que aún sujetaba y lo tiró hacia un lado del colchón.

—Para estar borracha, sabes bien lo que haces...

—Tengo un buen maestro... —resalta con descaro.

Mi expresión cambia y siento como mis ojos brillan ante la curiosa mujer que seguía conquistándome a toda costa. Presiono los labios y dejo que se acerque por completo. Esta noche estaba a sus pies, y era más que evidente.

—Continúas sorprendiéndome —le digo cuando sus ojos se fijan en los míos con exigencia.

Eleva su dedo índice y lo coloca sobre sus labios, queriendo que mantuviera la voz baja. Luego, sujeta mi chaqueta desde mi cuello y tira de esta, adhiriendo su nariz contra la mía. No puedo evitar engrandecer los ojos y sentir como un leve rubor se apoderaba de mi descolocada expresión.

—¿Qué quieres? —alzo la mirada al intentar mostrarle control, pero las cosquillas en mi estómago y en mi pecho eran más fuerte que mi voluntad manipuladora.

Sin embargo, pude darme cuenta de que ella continuaba extasiada de alcohol. Ni siquiera sabía exactamente si estaba consciente de sus acciones hacia mí. Me sonrió al intentar quitarme la chaqueta con torpeza. Luego, sus húmedos y alcoholizados besos no se hicieron esperar en mi boca.

—Aly... —intento mantener la poca cordura al susurrarle sobre sus dulces labios, presionando mis ojos por la tentación tan adictiva que sentía sobre ella—. Aly, por favor... No tengo más condones, y estamos borrachos. No sé si pueda controlarme...

—Confío en ti —me susurra deseosa al terminar de quitarme la chaqueta.

«Mierda, no me provoques».

—Lo sé, y... —me quita la camisa sin previo aviso.

—Papi rico... —ríe juguetona al darle un repaso a mi abdomen, causando que se me ponga dura al instante.

—Como confías en mí, debes confiar en lo que te estoy diciendo... No estoy en mis cinco sentidos, coño —eso fue una queja frustrada, más que unas palabras convincentes.

Le hizo caso omiso a mis palabras al apoyar sus manos sobre mi cuello y besarme con furia y deseo, metiendo su lengua en mi boca a su antojo. Mi respiración se entrecorta y siento como su cercanía jode mi sistema por dentro, derritiéndome, como un fiel adicto a su droga. Mi droga y mi cura.

Sin pensarlo, y con la vista nublada, sujeto su cintura y la elevo, cargándola sin ningún esfuerzo. Mi acción llena de desespero causa que ella sonría sobre mi boca.

—No juegues conmigo —fui capaz de susurrarle al gruñir sobre su boca en una pelea por el control.

Sus piernas se encaraman sobre mi cintura, causando que sintiera su cálida entrepierna sobre mis jeans que estaban siendo molestosos ante la excitación que ya se elevaba a grandes escalas. Perdía el control de mí mismo.

Su boca se despegó de la mía y comenzó a plasmar besos sobre mi cuello, mordiéndome como una fiera en celo. Presioné sus muslos con firmeza al sentir la sensación de poseerla como un animal hambriento en busca de su presa.

Justo cuando estaba a punto de tumbarla sobre la cama, presiona mi nuca con sus manos, sin dejar que cometa mi acto. Al contrario de eso, ríe por lo bajo al mirarme con lujuria.

—¿Qué crees que estás haciendo? —me comenta muy socarrona y recompone su postura, poniéndose en pie.

Sin esperarlo, me empuja hacia el colchón. No puedo evitar parpadear repetidas veces por la impresión de su repentino acto. Luego, se sienta sobre mis piernas, aún sin quitarme los jeans y las botas. Sus manos se dirigen hacia el botón y la cremallera.

—Estás muy receptiva... —un bajo gruñido lleno de gusto sale de mi boca al dejarla que intente sacar mi jodida dureza.

La estaba necesitando con desesperación. Elevé un poco mis piernas y mis caderas para que su trabajo fuera más rápido y eficiente. Sin embargo, se limitó a bajar la tela de mis jeans solo un poco y con cierta prisa.

Introdujo su pequeña mano dentro de mi boxer y sacó mi miembro con sumo descaro. Sentía sus ansias al sujetarlo con seguridad mientras continuaba sonriendo por lo bajo.

—Es... mío... —balbucea con ternura al relamerse sus labios.

«Oh, coño. Esto realmente no estaba sucediendo».

Trago saliva y siento como mi cuerpo se tensa de forma febril, deseando lo que tanto trabajo me costaba conciliar en una relación sexual...

Una chupada.

Sin embargo, por esta mujer estaba dispuesto a acceder, a pesar de lo exigente que soy. Mi abdomen subía y bajaba al sentirme frustrado y deseoso. Mordí mi labio inferior con cierta fuerza al dejarla actuar sobre mí.

Su mano desocupada comenzó a pasearse por mi torso, formando un camino lento y angustioso con sus dedos hasta mi ombligo, causando un electrizante cosquilleo que se dirigió hacia la punta de mi glande.

—Creo que es momento de darle el próximo regalo a mi ojitos bonitos —susurró, embriagada de alcohol y lujuria. 

—Aly, no sé si sea buena idea... —le advierto, asustado a la vez que excitado.

—Al menos, intentemos comprobarlo... —ríe encantada del intencionado cometido que se aproximaba.

Su delicada mano sobre mi miembro comenzó a descender y ascender con suavidad mientras estudiaba su anatomía con picardía, mordiendo su labio inferior.

«Sí... Todo eso ha estado adentro de ti, y quiero que así sea siempre». Pensé con perversión al mirar sus expresiones con letanía.

Maldita sea, a pesar de que sabía que su boca atormentaría mi dureza y me jodería mentalmente, estaba deseando que tomara acción. Deseaba guiarla y enseñarle en el acto, pero quería saber hasta donde estaba dispuesta a llegar con esto.

Como pude, y con cierta irreflexión, me senté un poco, apoyando mi espalda sobre el cabezal de su cama. Tragué hondo al intentar asimilar que estaba a punto de perder y ceder el control.

Acaricié su mejilla con mi pulgar al percibir cómo su rostro cada vez estaba más cerca de mi erección mientras me masturbaba con más consistencia.

«Bien, mi niña. Aquí vamos...»

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora