(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 65.
Adrián coloca sus expertas manos sobre mis pechos con posesión, frotándolos una y otra vez mientras su cuerpo desciende sobre el mío. Su boca se posa sobre mi abdomen, mordiendo mi piel como si fuese un león hambriento de su presa.
Sujeto el cabezal de su cama con fuerza y suelto guturales gemidos de placer y frustración. Su lengua se traza desde mi vejiga hasta mi vagina, donde es capaz de morder mis pliegues con alevosía.
—Mierda, Adrián... No pares, carajo... —intento callar mi lengua viperina sin éxito ninguno—. Me enojaré si lo haces...
Palmea uno de mis muslos al abrir mis piernas para colocarlas sobre sus hombros.
—Silencio —sonríe engreído.
—Inténtalo... —mascullo casi sin aliento.
Enarca las cejas con una seria expresión que remarca su rostro.
—Perfecto... —susurra con sensualidad.
Besa y muerde mi tobillo con experticia, sabiendo los puntos específicos para torturarme. Luego, es capaz de rozar sus labios hasta mi pantorrilla, mirándome con lujuria, deseo, y descaro.
—Por favor... —entrecierro los ojos al ver la sensual imagen del hombre que amo—. Sigue, sigue...
Enarca las cejas y presiona sus labios, mostrando seriedad y sensualidad. Toma la botella y extrae más aceite afrodisíaco. Roza sus dedos desde mi pie hasta mis muslos, dibujando una línea con lentitud.
Trago saliva y me muerdo el labio inferior con cierta fuerza al sentir cómo su roce de dedos logra causarme extremas cosquillas en el vientre. Luego, plasma besos muy cerca, suspirando, provocando calor entre mis piernas y un delicioso escalofrío que recorre mi piel.
Me quedé en silencio, jadeando, retorciéndome de deseo y gozo, sintiéndome en el jodido cielo.
—¿Ahora mi nena no es tan habladora? —susurra entre más besos que casi llegan a mi muslo.
«Eso creías, ojitos bonitos».
—Me encantas, Alysha... —sus dedos rozan mi otra pierna entera mientras muerde mi tobillo—. Adoro estas deliciosas piernas...
Observé cómo sus labios rozaban cada parte de mi pantorrilla y sentí que en cualquier momento perdería el poco autocontrol que me restaba. Volví a cerrar los párpados y presioné mis manos contra el cabezal de la cama.
—Andy necesita de su nena... —continúa plasmando besos y lamidas mientras roza sus dedos sobre mi muslo, hasta que su boca llega a mi rodilla—. Todo el tiempo...
Aunque sus palabras están cargadas de sinceridad y deseo, sabía a la perfección que lo estaba haciendo adrede para joder mi poco autocontrol. Él quería que mis hormonas revolucionadas llegaran al límite sin precedentes.
