(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 92.
—Esto tiene que ser una broma —bufé, incrédula ante la invitación que releía delante de Adrián y mis amigos.
—No —zanjó el ojiverde al volver a recostar la espalda sobre el respaldar de la silla—. No es una broma. Y menos cuando esa invitación es de parte del dueño de este hospital.
—¿Y por qué mi invitación incluye la compañía del doctor Jeffrey Yanius? No lo entiendo —negué con la cabeza bastante sorprendida, pero Gloria y Kenneth no sabían qué decir al respecto, aunque parecían igual de impresionados que yo.
—Déjame refrescarte la memoria, mi querida "novia" —Adrián enderezó su postura junto a la mesa y unió sus pulcras manos, haciendo que mis dos amigos se tensaran a la vez que tragaban hondo—. Hace algún tiempo atrás, entre nuestros problemas personales, ese residente de segunda se mostró muy interesado delante mi padre y del dueño de este hospital para acompañarte a dicho evento en el cual, evidentemente, fuiste invitada.
Y entonces, lo recordé. Aquella vez, el doctor Jaime Bachéeles me invitó a la convención médica de cirujanos en la lujosa oficina que se ubicaba en el penúltimo piso del hospital, cuando todavía yo tenía muchos problemas existenciales con Mi Cura Prohibida.
Sin embargo, el dueño del «Hospital General de Puerto Rico» volvió a insistir sobre el evento una vez que me lo encontré en uno de los ascensores, donde también estaba el doctor Jeffrey Yanius, quien interfirió de manera inesperada al decir que quería ir acompañado de mi presencia delante de las narices de Adrián. Al parecer el doctor Jaime Bachéeles lo tomó como un hecho. Sin contar que ni siquiera sabía que su sucesor ejemplar y yo estábamos juntos. O al menos, eso era lo que yo pensaba.
—¿Estás molesto por este pequeño detalle? —me mordí el labio inferior con timidez al elevar la elegante invitación.
Adrián soltó un bufido. Mis amigos, sin embargo, esperaban una respuesta de su parte.
—No estoy molesto, sino ofendido —expresó.
—Bueno, no es nada del otro mundo, Andy —intenté alivianar la situación ante sus ojos—. Además, recuerda que tú y yo somos pareja, sí. Pero no ante las miradas de todo el hospital y mucho menos del dueño.
—Eso lo entiendo, Aly —asintió medio intranquilo, aunque me sorprendió muchísimo su actitud pasable. En parte, eso me hacía sentir orgullosa de él.
—¿Y qué deseas que yo haga? —le pregunté con sinceridad—. ¿Quieres qué me excuse de alguna manera y no vaya? Si es así, no asisto y listo —me encogí de hombros con normalidad—. Francamente, la única razón por la que iría sería para conocer a algunas personalidades importantes de la medicina. Sin embargo, Andy, la persona que más que me interesa ver está frente a mis narices —extendí y elevé mis brazos en son de paz—. Así que tampoco es una molestia para mí el no asistir.
