Epílogo.

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Epílogo

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Epílogo.

Varias horas después...

La Capital – Calle Ashford Avenue, Condado, San Juan, Puerto Rico

(Adrián).

11:55 pm

Después del mal rato que Alysha y yo pasamos, una vez más me sentía molesto al sentirme impotente gracias a la situación en la que me encontraba precisamente en el momento. Citar a mi suegro a solas y sin que su hija lo supiera era lo último que quería hacer, pero no tenía más remedio que decirle toda la verdad al señor Doménech en cuanto a la gran pandemia del virus MERS Recov-2.

Le expliqué con lujos y detalles con qué propósito en específico lo citaron hace algún tiempo en la base militar, antes de que fuese a recoger a Alysha al aeropuerto cuando ella regresaba de Miami, Florida. También tuve que explicarle que, de alguna manera, había personas que fueron contratadas por la OMS para seguirlo a él y a su familia en caso de que no lograran localizarlo.

Recordaba perfectamente las veces que perseguían a Alysha sin que ella se percatara. Ese hecho me puso muy furioso en ocasiones. No me gustaba en lo absoluto que la estuviesen siguiendo por ser la hija mayor del que quizá tenga la solución en sus manos para contrarrestar el virus con los anticuerpos que sabía diseñar. Pero claro, personas enviadas por la OMS la seguían como opción, para seguirle el rastro a mi suegro en el caso de que mi padre y yo no le hubiésemos dicho nada a él.

Miraba por la única ventana de mi rústico y tenue despacho, tomándome un leve respiro después de todas las explicaciones que le ofrecí a mi suegro en cuanto al tema de la pandemia. El señor Doménech, sentado al otro lado del escritorio, aún analizaba la situación sumamente sorprendido. Por lo que él me había dicho cuando llegó, vino acompañado de mi suegra, pero esta permaneció en el vehículo, esperando que su esposo volviera.

No sabía exactamente qué excusa le había dicho a la señora Nery para que él me visitara casi en horas de la medianoche, pero estaba suponiendo que tuvo que ser una concisa y segura para que estuviese más o menos tranquilo dialogando conmigo acerca del futuro de millones de personas.

—Todavía no entiendo cómo es que yo me encuentro en esta difícil situación —reiteró el señor Doménech—. Es decir, podría esperar cualquier cosa en estos tiempos tan difíciles en los que vivimos. Pero jamás se me hubiese pasado por la cabeza que estaría hablando sobre salvar millones de vidas con el que es mi yerno desde hace poco.

Suspiré profundamente y bajé la cabeza, aún sin mirarlo a la cara.

—Bueno, al menos eso tengo entendido —aclaró por lo bajo. Al parecer, él estaba enterado de que su hija y yo éramos una pareja formal y oficial.

—Ha entendido bien —le respondí.

—¿Es por esa razón que no me habló antes de todo esto? ¿Por mi hija?

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora