Capítulo 70.

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Capítulo 70

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Capítulo 70.

Al día siguiente, muy temprano en la mañana, escuché leves ruidos. Presioné los ojos con suma pesadez y me giré un poco al sentir las suaves sábanas sobre la mitad de mi cuerpo. No tenía idea de qué hora sería, pero estaba segura de que había despertado en plena madrugada.

Estiré uno de mis brazos al buscar el calor de mi novio en el interior de las sábanas, pero cuando me di cuenta de que este no estaba a mi lado, no dudé en elevarme un poco para observar a mi alrededor.

Me percaté de que los ruidos eran suyos. Pasó por su lado de la cama y colocó una botella de agua sobre la mesita de noche.

—Andy...

Se giró al darse cuenta de que había despertado. Se quitó una camiseta gris ya que estaba vestido con ropa de hacer ejercicios.

—Ya casi estoy contigo otra vez, mi niña —me avisa en un susurro—. Intenta dormir mientras me doy un rápido baño.

«Así que toma muy en serio lo de ejercitarse», pensé con los ojos achicados y muerta de sueño.

Me quedé en silencio, porque sentía hasta pesadez para hablar. La realidad era que necesitaba que él volviera a la cama conmigo. Desde mi posición, y casi dormida, observé su sensual silueta desaparecer hacia el baño.

Cuando regresó desnudo y recién duchado, buscó en uno de los cajones sus medicamentos y se los tomó. Luego, rodeó la cama y se sentó cerca de mí, entregándome un medicamento para el dolor muscular. Lo bueno de dedicarnos a lo mismo era que nos entendíamos en dicha cuestión sin emitir palabras.

«Espera, ¿qué?»

Me removí con más insistencia y tomé el medicamento con la botella de agua que él me entregó.

Entonces, lo sentí...

La tensión muscular en cada parte de mi cuerpo me tenía hecha trizas. El dolor entre mis piernas me hizo torcer un poco el gesto en mi cara.

—Lo siento... —se disculpa con timidez al observarme tragar el medicamento y beber un poco de agua.

—¿El qué sientes? ¿Darme el mejor sexo de mi vida? —bostezo en sus narices.

Adrián suelta un bufido y niega con la cabeza al mostrarse sorprendido ante mi segura afirmación de que estaba mejor que nunca, aunque verdaderamente me sentía hecha una mierda.

Adrián se metió en la cama y se acobijó junto a mí en una posición lateral, yo dándole la espalda. Rodeó mi cintura, y cómo un niño mimado, adhirió su cara en la piel de mi espalda.

Sentí cómo cada terminación de mi cuerpo se relajó cuando él suspiró y su respiración se acompasó con la mía.

—¿Te tomaste los debidos medicamentos? —cierro los ojos con armonía y suelto un largo suspiro de alivio.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora