Capítulo 64.

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Water - Plaza

♪ Water - Plaza ♪

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Capítulo 64.

—Entonces, me llevarás a las estrellas justo ahora... —me arqueo bajo su cuerpo y lo miro muy coqueta. A pesar de que me sentía un poco agotada, él había logrado avivar mi curiosidad una vez más.

—Así es, pero debes portarte bien con papi —me miraba con diversión mientras sus claros ojos destellaban.

—Lo sé... —elevo mis manos y las coloco por encima de mi cabeza, juntándolas un poco al mostrarle mi cuerpo de manera sugerente.

Adrián engrandeció sus ojos al sorprenderse de mi acción que surgió de manera automática. Tragó saliva y relamió sus sensuales y finos labios.

—¿Cómo es que aprende tan rápido, jovencita? —me sonríe desde su posición y luego coloca la mediana botella sobre la mesa de noche, junto a la aromática vela y el reproductor de música.

—Tal vez porque tengo un buen maestro, señor director —me muerdo el labio inferior al sentir cómo se remueve sobre mi entrepierna gracias a nuestra vulnerable posición.

Mientras a lo lejos se escuchaba el tema Water de Plaza, Adrián se agachó un poco y asomó su boca muy cerca de mi oreja, sonriendo muy engreído.

—Cómo me jodes cada vez que quieres, ¿uhm? —percibo como su sonrisa entre mi oreja y mi mejilla causan que las mariposas en mi vientre se descontrolen—. Te gusta retarme, lo sé... —besa mi mejilla—. Pero es porque te encanta cómo me hago cargo de tus desafíos.

Sonrío y presiono mis párpados con ansias, sintiendo como sus labios se posaron sobre los míos, regalándome un dulce y suave beso que incrementaba mi expectación.

—Me gusta el control mental —me recuerda mientras su boca desciende hacia mi torso, donde se detiene con seguridad, mirándome desde su posición, notando como su mirada abrasadora brilla a través de la poca claridad que ofrece la luz de la vela—. Voy a darte una merecida recompensa por ser una niña buena y bien portada, pero debes obedecer y confiar. Te gustará...

Asiento desde mi posición y me remuevo un poco.

—¿Tienes frío? —me pregunta bastante interesado.

—Sí, un poco...

Él asiente de forma convincente, como si supiera lo que hace.

«¿Y la verdad? Qué realmente sabía lo que hacía».

—Es por la humedad —me dice al instante—. Pero este es el propósito como tal —me muestra sus dedos con la sustancia—. El frío y la humedad ayudará de forma eficiente a que esto resulte —comienza a trazar el líquido espeso sobre el centro de mi torso con el ceño fruncido.

Elevo mis caderas al sentir las cosquillas que me causan las yemas de sus largos dedos. Cierro los ojos y relamo mis labios con ansias.

—¿Qué es? —suspiro con sumo gusto.

—Es un aceite afrodisíaco con aroma a fresas —me mira a los ojos y vuelve a agacharse para acercar su boca a mi oreja—. Escucha bien lo que esto te causará...

Trago saliva y jadeo por instantes.

—El aceite te producirá un leve efecto de calor cada vez que yo sople y respire en cada parte donde se encuentre. Te voy a volver malditamente loca de deseo, y también te voy a calentar esto... —roza sus dedos sobre los pliegues de mi vagina.

Me arqueo con sorpresa al sentir cómo un leve efecto de calor comenzaba a resurgir sobre mi torso y mi vagina.

—Sí... No te detengas... —le digo muy ansiosa y dejo mis manos quietas.

Él mantiene sus dedos sobre mis pliegues, acariciándolos con suavidad, sintiendo cómo su boca se entreabre sobre mi oreja al escucharme jadear de gusto.

—Solo mantén las manos quietas por un rato, ¿bien?

—Sí, Andy...

—Buena niña... —vuelve a sonreír sobre mi oreja y aparta sus dedos de mi sexo, elevándose por instantes para tomar la botella con el líquido espeso.

Sus ojos se profundizan, aunque la claridad en ellos se mantienen. Estaba más que de buen humor y lo podía sentir en cada parte de mi ser.

Cuando echa más líquido sobre sus dedos, los traza lentamente sobre mis pechos, alrededor de mis pezones. Luego, dibuja una línea desde mi torso hasta mi ombligo, sintiendo cómo un delicioso escalofrío empezó a atormentarme. El olor a fresas era puro, exquisito, muy afrodisíaco, combinado con el aroma a frutas exóticas que la vela desprendía.

Adrián tapó la botella y la dejó a un lado. Se agachó sobre mi cuerpo al ajustar mis piernas en su cintura. Plasmó besos sobre mi barbilla mientras sus dedos frotaban uno de mis pezones con suavidad.

—Cada parte de ti me pertenece —me dice cuando siento sus besos descender hasta mi torso, donde jadea y exhala el aire que me quema con gusto y lujuria.

—Lo sé... —gimo al sentir cómo soplaba sobre mi pezón, mientras masajeaba el otro.

Luego, es capaz de chupar y suspirar en los alrededores donde no se encontraba el aceite. Sus manos no se detienen sobre mi cuerpo al sentir cómo las desliza hacia mi abdomen.

Suelto un gemido al elevar mis caderas por la fricción tan placentera de sus palmas y sus dedos, rozando mi sexo contra el suyo. Él me regala una sonrisa angelical.

No puedo evitar elevarme completamente y robarle un beso lleno de ansias. Me estaba haciendo sentir especial, pero también me desesperaba.

A pesar de mi pequeña desobediencia, me devuelve el beso y sonríe entre el movimiento de nuestros labios. Entrelazo mis dedos en su cabello y lo alboroto con más vehemencia.

—Ya se me hacía muy raro tu total obediencia... —deja que continúe besándolo.

—Te amo tanto, Adrián Wayne —continué con mi ataque hormonal. Era extraño, pero me sentía drogada de excitación. Tenía hambre de deseo y placer.

—Y yo, pero me estás desobedeciendo... —jadea cada vez que aparto mi boca de la suya.

—Dios... Eres tan jodidamente hermoso... —apoyo mis manos sobre su nuca y beso su barbilla, su mandíbula y su cuello, deleitándome de su blanquecina piel—. Quiero hacerte mío, papi...

Sonríe juguetón, porque algo le estaba divirtiendo.

—Lo que pueden hacer las feromonas en todo su esplendor... —ríe encantando—. Escucha, mi amor... — susurra en mi oído al sujetar mi cintura—. Hazme caso, ¿sí? —besa mi mejilla muy coqueto y sugerente—. El aceite también contiene feromonas, así que entiendo el descontrol.

No puedo escuchar con claridad cuando lo único que mi cuerpo me pide es tenerlo como sea.

—Aly... Escucha, Aly... —sonríe en mis narices y vuelve a acostarme en la posición que estaba, sujetando mis manos por encima de mi cabeza—. Solo quiero que pierdas la cabeza y te conviertas en una fiera en celo —confiesa en un susurro, mirándome a los ojos—. Voy a estar encantando de domar a mi leona, pero déjame hacer esto.

Asiento.

—No —sujeta mi mandíbula—. Dime que lo entiendes. Dime que me has escuchado claramente.

—Sí que te entiendo, carajo... —gimoteo mientras mi respiración entrecortada me llena de desesperación.

—A mí no me hables así —presiona su entrepierna contra la mía al chocar sus dedos contra mi mejilla—. ¿Estamos?

Presiono los labios y lo asesino con la mirada. Me reta con una seria expresión y luego me roba un crudo beso que empeora mi ataque hormonal.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora