Capítulo 78.

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Capítulo 78

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Capítulo 78.

No pude evitar darme cuenta de cómo la mujeres que se encontraban cerca de nosotros se le quedaban mirando a Adrián como si nunca hubiesen visto una especie exótica como lo era él.

Sin embargo, Jimmy parecía divertirse con el asunto. Era alguien que le encantaba atraer la atención, así que no era nada raro que mi hermano se sintiera cómodo.

Por irónico que fuese, casi al principio de la fila que ya se había acortado, los cuatro terminamos hablando de lo que mejor sabíamos...

De medicina.

Era inevitable no hacerlo sabiendo a lo que nos dedicábamos cada uno. Sin embargo, Adrián estaba muy interesado en lo que mi hermano le contaba acerca de lo que quería lograr a largo plazo con su carrera.

—Y no sé —Jimmy se encogió de hombros—, tal vez si el próximo año añado más materias, podría graduarme con más tiempo de antelación y acceder al «Hospital General de Puerto Rico» al tomar el examen de admisión.

Adrián asintió al mantener los ojos achicados. Estaba muy atento y a gusto.

—Nere lo hizo de esa manera y aprobó el examen de admisión en la primera oportunidad. Y por lo que veo —nos miró con picardía—, no le ha ido tan mal apesar de que es más joven que la mayoría.

—No puedo dudarlo de ella —Adrián alzó la mirada con orgullo. Sus ojos verdes brillaban—. Antes de comenzar mi etapa de interno, hice lo mismo —le confesó a Jimmy, aunque yo lo sabía.

—¿De verdad? —Jimmy se mostró sorprendido.

—Sí —Adrian asintió tranquilamente al sacar la cartera del bolsillo de su chaqueta negra de cuero—. Así que puedes lograrlo. Es cuestión de disciplina, esfuerzo, y firmeza al estar en un ambiente de estudio —extrajo una tarjeta de color negra con letras doradas y se la entregó.

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos. Adrián me miró de pies a cabeza, pero sus ojos se detuvieron por algunos instantes en mi vientre descubierto.

Cuando llegó nuestro turno para comprar los boletos de la película, Jimmy se asomó en la ventanilla. Adrián me acaparó al colocar su fibroso brazo sobre mis hombros, abrazándome y cubriéndome un poco con la chaqueta que tenía puesta.

—Señorita Holán, casi no habla —mi novio intenta socializar.

«Nere, lo que hace un buen sexo oral...»

—Ah, yo... —ella carraspeó y rascó su nuca—. Lo sé y lo siento, doctor Wayne. Es que es extraño todo esto a la vez que divertido.

Adrián rueda los ojos.

—No te voy a despedir por acompañarnos al cine. Lo único que te pido es que no desmientas ni comentes nada por los pasillos del hospital. Alysha está por terminar su internado para comenzar la residencia. No me gustaría que eso le causara problemas —le guiña el ojo y se retira para acompañar a mi hermano, dejándome con ella.

«Sí que estaba de buen humor...»

—¡Dios! —Leslie suelta el aire que había estado conteniendo por momentos—. ¡Es muy intimidante! —posa una de sus manos sobre su pecho.

—Ya te acostumbraras —me encojo de hombros con normalidad—. ¿Ya decidieron qué película veremos?

Leslie asintió y continuamos hablando de temas triviales hasta que Adrián y Jimmy se acercaron. Me reí para mí misma al ver cómo algunas mujeres que iban acompañadas de sus parejas le daban un repaso a mi novio.

—Espero que la película sea de un tema interesante en el que podamos aprender algo de provecho —comentó Adrián demasiado formal.

Jimmy y yo lo asesinamos con la mirada, pero Adrián de inmediato soltó varias carcajadas.

—Estoy bromeando —más carcajadas por su parte—. Si hubieran sido gemelos no se hubiesen parecido tanto. Arrugan la nariz de la misma forma.

—Carajo... —Jimmy parece muy sorprendido—. Nere, ¿dónde metiste la seriedad de Andy? —me preguntó entre dientes al mostrar una sonrisa disimulada ya que ambos sabíamos que no era nada gracioso.

—¿En el... vehículo? —susurré casi para mí misma, pero Jimmy no entendía mi referencia.

—Bueno, ya vuelvo —me avisó y tiró de la mano de Leslie, ambos dirigiéndose hacia el mostrador donde venden palomitas y demás variedades de refrescos y dulces.

—Andy, debo confesarte algo —me giré y coloqué mis manos sobre su nuca—. Eres malísimo haciendo chistes —posé un casto beso sobre sus labios.

—¿De verdad? —enarca las cejas, pero me sonríe muy juguetón.

—De verdad.

Suelta varias carcajadas y me besa con cariño.

—Bueno, ahí ya tienes otro detalle para que lo añadas a la lista de las cosas que no sé hacer bien y no te gustan de mí.

—¿De qué estás hablando? —lo abrazo con amor al esperar por mi hermano y Leslie.

—Pues, ya sabes que no soy bueno expresando mis sentimientos, has dicho que mi caligrafía es horrorosa, y ahora me confiesas que no sé hacer chistes.

—Es cierto, pero... ¿A qué no adivinas un detalle importante? —lo miro ilusionada.

—¿Qué?

—Qué así eres perfecto para mí. Hasta esos detalles me gustan de ti, mi amor.

Su rubor se extiende por toda su cara y me rio al ver que sus mejillas se calientan, sintiéndolas en las palmas de mi mano.

—Amo cuando te ruborizas así —beso su mejilla.

—No estoy ruborizado —traga saliva.

—¿Mjm? —me crucé de brazos, pero él esquivó mis ojos.

—¡Andy! ¡Nere! —Jimmy se acerca con Leslie.

Ambos cargaban dos enormes bolsas de palomitas que caían al suelo alfombrado ya que habían tantas. También traían refrescos y dulces.

—¡Toma! —mi hermano le entrega a Adrián una de las bolsas llenas de palomitas.

—¿Qué? —el ojiverde parpadea repetidas veces y sujeta la bolsa.

—Quise comprar algo para ustedes con mi propio dinero —le dice Jimmy—. No es mucho, lo sé, pero al menos puedo responder de esta forma.

Adrián se queda estupefacto, mientras que yo le sonrío con cariño a mi hermano. Sin embargo, Leslie no dejaba de mirar a Jimmy de una manera embelesada.

Cuando los tortolos se nos adelantaron, Adrián y yo los seguimos. Él se había mantenido en silencio, pero no pude evitar presionar su mano desocupada al sonreírle con amor y entendimiento.

Él era tan agradecido y detallista que no dejaba de presionar con ímpetu la bolsa de palomitas, como si alguien se la fuese a arrebatar.

Y de tal manera, ambos íbamos conociéndonos aún más, descubriendo cómo éramos alrededor de las personas que queríamos.

Y si algo había descubierto de esta simple salida al cine era que Adrián Wayne, en el fondo, ha sido una persona sumamente agradecida con los simples gestos o detalles.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora