Capítulo 62.

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Capítulo 62

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Capítulo 62.

—Sí... —gimo con gusto e intento volver a buscar sus labios.

—¿Eso te agrada? —me pregunta coqueto y sugerente mientras sus estocadas suaves se avivan un poco más—. ¿Quieres que me venga adentro de ti? —susurra en mi oído al sentir que las cosquillas en nuestros sexos eran inminentes—. Carajo, Aly... Responde, porque yo sí que quiero dártela toda y que la sientas bien caliente en lo profundo de tu vientre...

—Por favor, sí... —trago hondo e intento tomar bocanadas de aire en cada penetración premeditada.

Mi excitada y desesperada afirmación no lo hizo alargar más el momento y sus penetraciones comenzaron a enfrentar mis ansiosas embestidas, resbalando sobre su cuerpo, removiéndonos con rudeza sobre la mesa mientras el sonido del mojado coito nos hacía perder la cabeza.

Mis gemidos se agudizan entre cada choque y movimiento, sintiendo su miembro entrando y saliendo profundamente, sin compasión, vehemente, extremadamente placentero.

Su mano volvió a dirigirse hacia mi clítoris, frotándolo con suma experticia, elevando mi éxtasis de forma indeterminada en un ritmo constante.

—Todavía no te vengas, coño... —me regaña entre firmes estocadas—. Debes... esperarme...

—Andy... Andy... ¡Oh, por Dios, Andy!—gimoteo entre quejidos.

—Silencio —jala mi cabello con fuerza y posa su boca sobre el lóbulo de mi oreja, penetrándome con rudeza—. Te vienes conmigo —zanja sin preámbulos.

—Sí, te lo ruego... —le suplico casi sin voz.

Cada estocada era más cruda, más placentera. El agobiante mareo se apoderaba de mí por instantes, anhelando el maldito momento para llegar al clímax. Pero cuando Adrián sentía mi cuerpo tensarse sobre el suyo en cada subida y bajada, detenía sus penetraciones, conteniéndose, sin dejarme llegar.

—No seas así, Adrián Wayne... —me relamo los labios con desespero.

—¿Qué no sea cómo? —muerde mi hombro al jugar con mi mente.

—Dios...

Se remueve bajo mis piernas y sonríe sobre mi oreja.

—Querrás decir, "Adrián..." —bromea en un susurro.

—Necesito que...

—¿Necesitas que me venga? —interrumpe mi súplica en un gruñido gutural y sensual, alentando los deliciosos espasmos llenos de una corriente exquisita.

—Sí...

—Pídemelo.

—Quiero que lo hagas, Andy... —gimoteo con locura.

—Debes decírmelo como se debe —insiste entre crudas estocadas violentas y aniquiladoras.

—¡Mierda, Andy! ¡No te detengas!

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora