(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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CAPÍTULO 27
Los minutos transcurrieron al mantener mi posición sobre él mientras mis gemidos sobre su erección fueron más descarados, causando que sus dedos estuviesen más resbaladizos y persistentes en mi interior.
—Dios, carajo... —siento cómo las venas de su pene latían con ímpetu, notando como su respiración era casi nula, frustrándose por el placentero éxtasis que se derramaría dentro de mi boca—. Mierda, me vengo... —masculla con sensualidad, sacando los dedos de mi interior y jalándome el cabello alborotado, logrando que recostara mi cabeza sobre su muslo mientras sus ojos verdes me observaban de manera lasciva—. Abre la boca, niña mal portada... —me ordenó en un ronco susurro, masturbándose cerca de mi boca, adhiriendo a mis labios la punta mojada.
Sus ojos extasiados se fijaron en los míos lleno de malicia y dulzura. Abrí la boca al parpadear repetidas veces, como una chica mala.
Colocó su glande cerca de mi lengua y sujetó mi mano, guiándola hacia su miembro, queriendo que lo masturbara yo misma junto a la suya de dedos largos.
Cuando los movimientos de mi mano junto a sus indicaciones fueron estrictamente insistentes y firmes, se relamió los labios y presionó sus ojos repetidas veces, aunque intentaba no perderse mis expresiones en el íntimo acto tan especial para ambos.
Decidí ser más descarada al mostrarle mi lengua, ansiosa de que llegara al orgasmo, rozando su glande entre cada subida y bajada de nuestras manos sobre su erección.
—¡Mierda, bebé! —gime con descaro al perder la cordura.
Siento como el caliente líquido comienza a invadir mi lengua y mi boca, salpicando parte de mi mandíbula y mi barbilla.
—Ah... ¡Coño! —su semen continúa disparándose contra mi paladar—. Ah... ¿¡Esto es lo que quieres!? ¿¡Sentirla caliente en tu boca, mi niña desobediente!? —mete su pene en mi boca y se muerde su labio inferior, dejándome saborear mi cometido.
Luego, lo rozó sobre mis labios, mientras le dediqué una mirada arrebatadora, excitada, y con la intención de que me poseyera.
Decido sorprenderlo al tragar el espeso y resbaladizo líquido, relamiendo mis labios con encanto, satisfecha y orgullosa de mi acto, observando cómo sus ojos ahora más claros de lo normal, me observaban embelesados.
Elevo mi cabeza y me aparto de su muslo, recomponiendo mi postura, ebria de excitación y mareada por el alcohol.
«Al despertar tendría una excusa para justificar mis actos», pensé maliciosamente.
Lo miro directamente a sus ojos, sintiendo como los residuos de su semen se asomaban por mis labios y mi barbilla.
Recogí el líquido restante con mis dedos y los chupé, sonriéndole de forma triunfal.