Capítulo 37.

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Capítulo 37

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Capítulo 37.

Después de que Adrián me jugó la broma al probar las reacciones de mi cuerpo y de mis emociones se mantuvo calmado, disfrutando de mi compañía al igual que yo.

Estábamos sentados en el suelo alfombrado, junto a la esquina de la pared donde él me había acorralado.

Me sentía mimada al estar entre sus piernas al mantener mi espalda y mi cabeza recostada sobre su torso y su pecho. Él, sin embargo, se mantuvo en silencio, rodeándome con sus brazos y regocijándose del sentir de protección que yo experimentaba.

Algunos de mis libros, mi mochila, y nuestras iPad's estaban a un lado de nosotros después de que Adrián me había ayudado a estudiar para las rondas de la semana en cirugía general. Tenía que aceptar y admitir que todo lo que me explicaba estaba funcionando para continuar defendiéndome del doctor Jeffrey Yanius si es que volvía a enfrentarme en las clases.

—Sé que no me harías sentir decepcionado —me dice al posar un beso en mi cabeza y en mi cabello después de haberle contado lo que le había respondido al residente en la clase—. Si eres capaz de enfrentar mis preguntas, dicha situación con el doctor Jeffrey Yanius será pan comido para ti.

—Lo dices como si tal cosa... —me rio al inclinar mi nuca para recibir un dulce beso en mis labios.

—Lo digo porque realmente creo en tu capacidad, aún cuando tú dudas de ti misma en ese aspecto.

Lo miro a los ojos con letanía y recuesto mi cabeza sobre su brazo. Acaricio su mejilla desde mi vulnerable posición al darme cuenta de que estábamos actuando de la misma manera como cuando nos escapábamos de chicos.

Irónicamente, no habíamos cambiado dicha costumbre a pesar de lo que él estaba significando en mi carrera profesional.

—¿Qué? —me observa embelesado, acariciando mi mejilla.

—Me siento como cuando éramos unos chicos —le confieso bajito al mirarlo desde la oscuridad—. Ahora que vuelvo a sentir esta situación, debo decir que lo extrañaba. Echaba de menos esto...

Silencio es lo que recibo como respuesta, aunque no detiene la caricia de su mano en mi mejilla.

—¿Me crees? —le pregunto con timidez.

Asiente lentamente, pero con rubor acerca su boca hasta la mía.

—Te creo —susurra con suma seguridad.

—Desde que nos conocemos mejor de adultos, me he dado cuenta de que crees en mí a ciegas en el ámbito profesional —continúo acariciando su mejilla con delicadeza—. ¿Esa parte de ti tiene algo que ver con tus padecimientos y condiciones?

Baja la mirada de mis ojos. Sin embargo, suspira profundamente y vuelve a fijar su vista en mí.

—No. No tiene ningún vínculo con mis trastornos —asegura en un susurro, pero sé que dice la verdad al notar sus gestos y su seria expresión—. Aly, cuando yo no era nadie e iba desorientado por la vida, siempre creíste en mí. De cierta forma, pero creíste. Jamás me juzgaste y siempre me mirabas con ilusión, como si tu seguridad me estuviese dando las esperanzas que necesitaba para ser una mejor persona.

»Veías a través de mi sentir, cuando yo me estaba ahogando en un abismo sin fondo y sin dirección —sujetó mis mejillas con ambas manos—. Parte de mi motivación para seguir hacia adelante siempre te lo he debido a ti, y espero que estés orgullosa de mí... De todo lo que he logrado por mis padres adoptivos y por ti. Si hoy tengo todo lo que jamás pensé es porque necesité palabras de aliento que llegaron en su momento por parte de ustedes.

Mi corazón latía desenfrenado y las mariposas en mi vientre revoloteaban con insistencia mientras me apoyé de su cuello.

—¿Cómo no voy a confiar a ciegas en todo lo que te propones en el ámbito profesional? —reiteró al susurrarlo y me besó con adoración.

Me dejé llevar por el gusto y el placer de la felicidad que de momento sentíamos al estar solos. Nuestras lenguas se acariciaron con suavidad, aunque nuestras respiraciones se mezclaron con nerviosismo.

—Siempre te voy a proteger, y te aseguro que siempre estarás aquí adentro —posa mi mano sobre su pecho—. Siempre, Aly... Nadie logrará sacarte de mi ser. Me enamoré de ti a primera vista, así que ya puedes imaginar cuánto vales para mí.

Cierro los ojos y dejo que continúe besándome y acaparándome con sus fibrosos brazos, como si yo fuese una bebé. Me relajo sobre él al disfrutar su aroma y sus expertas manos sobre mí.

—No me sueltes... —susurré encantada de su protección.

—Jamás lo haría...

Nuestros besos se intensificaron. Sentía como sus caricias y sus labios sobre los míos dolían de gusto, como si estuviese desesperada por una dosis de droga.

Cuando mis dedos se entrelazaron en su cabello, lo acaricié como tanto le gustaba, sintiendo como me comía a besos.

De repente, su teléfono comenzó a sonar...

—Andy... —logré articular entre más besos.

—Déjalo...

—No.

—Sí.

—Nunca se sabe, mi niño... —le advierto con dulzura.

Maldijo por lo bajo al sacarlo del bolsillo de su bata médica, sin apartarse de mí, colocándome entre sus piernas como al inicio. Aunque rodeó mi costado con seguridad, se quedó en silencio al mirar la pantalla de su teléfono.

Achiqué los ojos con suma curiosidad al notar su alarmada y seria expresión.

—¿Todo bien?

—Es Jesse —me avisa a regañadientes.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora