Capítulo 90.

39.5K 2.7K 285
                                    

Capítulo 90

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 90.

En silencio, Adrián manejaba su nuevo Lexus por la capital del país mientras mantenía sujetada una de mis manos sobre mis piernas. Él parecía muy seguro de la dirección que tomaba entre las estrechas calles. Estaba muy tranquilo, a pesar de que había mencionado que se suponía que sería una situación romántica. Tenía que admitir que se esforzaba y mucho más que eso.

—¿Reconoces este lugar? —me preguntó cuando disminuyó la velocidad del vehículo.

Miré a través de la ventanilla y estudié la estrecha calle hecha en ladrillos, rodeada de pequeños complejos y edificios antiguos que se mantenían restaurados por sus propietarios. Podía reconocer el lugar ya que era un sitio muy visitado por los turistas que llegaban en los cruceros y hasta por la misma gente del país.

—Sí, he caminado por todas estas calles con mi familia en uno de los tantos paseos que hemos hecho —me giré hacia él y achiqué los ojos—. ¿Por qué?

—Porque aquí es donde nos vamos a detener —me dijo con tranquilidad.

Sin embargo, se me hacía muy raro que él haya conseguido estacionamiento en un día tan cargado, donde la capital estaba abarrotada de visitantes. Y es que los cruceros dejaban a los turistas en los muelles para que caminaran y visitaran las maravillas antiguas y también lujosas de la ciudad de San Juan.

En la estrecha calle donde nos detuvimos había una librería bastante extensa, una cafetería, varios museos de diferentes temáticas, entre otras tiendas turísticas. Justo donde nos estacionamos se ubicaba una escuela de música que se encontraba en un edificio que parecía restaurado, aunque mantenía su facha de historia y antigüedad. Cuando yo estaba a punto de salir del vehículo, recordé que Adrián me pondría mala cara si yo no esperaba que él me abriera la puerta, así que me contuve y lo miré de reojo.

—Buena niña —me susurró al frotar levemente mi barbilla y salió del vehículo. Cuando lo rodeó y me abrió la puerta, sujetó mi mano con calidez.

Sin embargo, yo no podía dejar de observar la escuela de música. Siempre que había pasado por el área me llamaba la atención cómo muchos estudiantes de diferentes edades entraban emocionados al edificio para acceder a sus clases.

—¿Entraremos aquí? —repitiendo la acción, miré hacia el edificio y luego a él, quien asintió—. Vaya... Esto sí que no me lo esperaba. ¿Aquí aprendiste a tocar cuándo eras niño?

Volvió a asentir cuando me guió hacia la entrada, donde había una puerta acristalada. Desde nuestra posición me percaté de que en el interior el ambiente estaba inundado por el aire acondicionado.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora