(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 17.
La abuela Anita se acerca con más comodidad y me da un efusivo abrazo, uno lleno de ternura. Estaba emocionada de verme después de tantos meses viajando a diferentes países con sus amigas del bingo.
— Hija mía, ya te echaba de menos. — Su apretón fue más cálido para mí, lo que causo que yo cerrara los ojos con armonía. — Me voy unos meses y ya estas hecha casi toda una médica.
— Abuela, que has estado viajando casi un año... — Me aparto un poco de ella al sonreírle.
— Lo sé, lo sé... — Sujeta mis mejillas, mirándome con un evidente orgullo. — Siempre fue algo que quise hacer. Y ahora que esta mujer ya esta vieja, no podía perder el tiempo para realizar uno de los sueños que no pude cuando era una joven... Viajar a diferentes lugares.
Asiento con emoción al sujetar una de sus delicadas manos.
— Después de la muerte de tu abuelo, pensé que era lo mejor para... Ya sabes... Para despejar la mente.
Me senté con ella en el borde de la cama, mientras la escuchaba como tantas veces cuando venía a hacerme compañía o yo a ella.
Mi abuelo por parte de madre había fallecido hace casi tres años. Situación que, obviamente, nos afectó a todos. Especialmente a mi abuela, ya que según ella, él era su todo, su amor verdadero. Después de su recuperación y asimilando de que ya no estaría entre nosotros, decidió viajar por el mundo para conocer diferentes países... Un sueño que no pudo realizar antes, porque, según lo que nos ha dicho, en su juventud y en su vida pasada, no podía permitírselo.
— Hija, pero cuéntame... — Me sonrió con emoción. Encorvó sus hombros al enarcar las cejas una y otra vez. — Sabía que habías estado saliendo con un abogado o algo así, pero... ¿Por qué no me habías dicho que tenías novio? Pero qué hombre... — Elogió al ojiverde.
— Sí, bueno... — Me ruborizo. — Sobre eso...
— ¿Cuándo pensabas decírmelo? Vamos... Estaba viajando, pero siempre he mantenido la comunicación con tu madre. ¿Por qué no me habían comentado nada?
— Bueno, es que yo... — Negué con la cabeza al intentar hallar una respuesta convincente para las locuras mías y de Adrián. — Lo nuestro ha sido esporádico, creo... — Carraspeo al rascar mi nuca.
— Tu madre me había dicho que has estado saliendo con un médico desde hace un tiempo. ¿Me equivoco? — El ceño fruncido de la sabia abuela es más notable al sentir curiosidad por el hombre que me había robado el corazón.
— Sí, yo... — Tragué saliva. — Lo conocí en el hospital. — Niego al carraspear. — Bueno, no. Quiero decir... — Intento corregir lo que había dicho. — Lo conozco desde hace muchísimos años, pero no fue hasta que comencé a trabajar y practicar en el hospital que empezamos con... esto.
