Capítulo 68.
—Sí, lo superé. Aunque no puedo negarte que me costó —me dice con sinceridad—. Y no... —me responde en afirmación, como si pudiese escuchar mis pensamientos—. No me enamoré de ti en ese momento, por Dios —bufa—. Pero ese importante momento perduró en mi mente, y cuando comenzaste a crecer... —se ruboriza—. Ya sabes... No necesito contarte la situación con tantos detalles. Pero lo que sí te puedo decir con certeza es que en ese momento de mi vida en donde me encontraba en un abismo oscuro y sin fondo, llegaste como un rayo de luz y esperanza.
Y de repente, sus palabras me hicieron recordar la carta que había descubierto en el viejo libro que él me había regalado...
«Quizá no lo entiendas ahora, porque eres una jovencita que comienza a vivir, pero tú has sido la luz que a mi vida le faltaba en plena oscuridad. Eres el aire fresco que eriza mi piel. Me haces ver más allá de mí mismo; sobre que esta vida que llevo, que no ha sido la mejor, vale la pena vivirla cada vez que te veo sonreír. Cada vez que veo cómo respiras, con ese simple acto, siento cómo acompasas mi personalidad, moldeándome con cada aliento de esperanza que solo tú me regalas».
—Y aunque en aquel momento no lo pude ver con claridad, fue uno de los impulsos que me ayudó a continuar con esta vida —prosigue—. Tú me ayudaste sin saberlo. Tú te quedaste con una parte de mí sin conocerlo —se acerca a mí y me arrincona contra las húmedas baldosas, mirándome a los ojos—. Tal vez estoy muy obsesionado con tu persona, pero no me importa ni me interesa lo que piensen los demás de mi historia contigo, porque yo realmente haría cualquier cosa por tu bienestar, así tenga que renunciar a mi felicidad. En mi jodida vida, tú me has salvado de diferentes maneras. Por esa razón, mi lealtad por ti es eminente.
Las palabras que plasmó sobre aquella vieja pero intacta carta, continuaban resonando en mi cabeza...
«En los momentos más oscuros de mis sentimientos fallidos hacia la vida, cuando estaba pensando en irme de este mundo, te entrometiste en mi cabeza como el dulce y buen ser humano que eres, causando que me arrepintiera una y mil veces el tener que abandonar esta vida sin conocer todo de ti, sin conocer lo que sería tenerte alguna vez».
Con lágrimas en los ojos, acaricié su mejilla al sentir que cada situación y explicación encajaba como un complejo rompecabezas.
—Te amo, Adrián —sorbo por la nariz, pero él frunce el ceño al notar mi dolor—. Y lo siento sinceramente...
—No entiendo —me abraza de sopetón—. ¿Por qué lloras? No lo hagas —besa mi cabeza—. Es una situación desagradable que surgió en un momento muy oscuro de mi vida, pero te puedo asegurar que en ese aspecto estoy mejor que nunca.
Envuelvo su torso con mis brazos y escondo mis ojos sobre su pecho, sintiendo cómo su corazón latía con rapidez.
—Lo sé, pero no puedo evitar sentirlo tanto... —me quedo estática, acurrucada en nuestro abrazo—. Soy una tonta sentimental. Siento mucho si te incomoda.
Eleva mi cabeza al sujetar mis mejillas con ambas manos, mirándome a los ojos con un brillo destellante ya que parecía sentir ternura.
—No eres tonta, literalmente —posa su nariz sobre la mía—. Tampoco en la cuestión sentimental. Tienes que saber que tu forma de ser con los demás, y tu actitud desinteresada para ayudar o mostrar cariño, es lo que me atrapó. Es la primera razón por la cual llevo enamorado de ti durante tantos años. Lo que sucede es que esas cualidades de ti me hacen actuar ridículamente cursi —
sonríe muy cerca de mis labios.Cuando ambos atravesamos la puerta de cristal, nos secamos a la par. Estábamos realmente exhaustos, pero razones suficientes teníamos para estarlo.
Me adelanté y salí del baño para dirigirme hacia el armario. Adrián me siguió al sacudir su cabello con una toalla, mostrándose desnudo con suma comodidad al igual que yo.
—¿Qué estás haciendo? —me pregunta extrañado al fruncir su entrecejo.
—Voy a ponerme algo de ropa, ¿qué más?
Pone los ojos en blanco. Sé que le fastidia mi manera de responderle, pero intenta ignora mi lengua viperina.
—¿Para qué mierda te vas a vestir? —coloca la toalla sobre el sofá que está cerca de la cama.
—Pensé que querías dormir —me giro al enarcar las cejas.
—Así es, pero contigo a mi lado y sin nada de por medio que nos estorbe —se sienta en la cama y se mete entre las sábanas al extender su mano—. Ven acá, lengua viperina.
Negué con la cabeza y sonreí. Dejé lo que iba a hacer y fui directamente hacia la cama, adentrándome entre las suaves sábanas junto a él. Apoyé mis manos sobre su nuca y ambos nos dejamos caer suavemente sobre el colchón en una posición lateral. Cuando me acomodé a mi gusto junto a su cuerpo, acurruqué mi cabeza sobre su pecho y bajo su cuello.
De repente, recordé un detalle...
—Andy, ¿no tomarás el narcótico para dormir? —le susurro al sentir que se relaja.
—Estoy bien —me responde al respecto.
—¿Seguro? —no puedo evitar aspirar su aroma al sentir su cálida piel sobre la mía.
—Seguro —me afirma al colocar una de sus piernas entre las mías.
Carraspeo y ruego para mis adentros que continúe de buen humor.
—Andy...
—Mmm.
—¿Puedo hacerte una última pregunta? —trago saliva desde mi posición, pero mantengo mis ojos cerrados por el cansancio que termina de adueñarse de mí.
—Mjm.
—Sé que en el pasado tu vida no ha sido nada fácil, pero... ¿Hubo una razón específica por la cuál estallaste de tal forma cómo para haber pensado en el suicidio? —siento cómo mi corazón se acelera.
Sabía que mi pregunta era un poco dura, pero tenía una pizca de esperanza de que al menos respondiera con un "sí" o "no".
—Sí —me dice después de analizarlo unos segundos—. Quería hacerlo porque estaba cansado de que me recordaran cada día que era un hijo no deseado. Pensaba que si acababa con mi vida también se terminarían mis problemas. Y por ende, también creí que de esa manera haría feliz a Johanna.
—Así que recurriste a esa decisión por tu... origen... —asumo en voz baja.
—Mjm —aceptó con sequedad—, pero odio hablar de ella y de lo que eso conlleva —me advirtió.
—Está bien, pero no debes preocuparte por esa cuestión —beso su pecho—. A mí no me importa de donde vienes ni lo que muchos han creído que eres, porque tú eres mi amor, el hombre que amo y amaré sin importar las circunstancias.
Siento como me acurruca con más vehemencia y un beso de sus labios se posa sobre mi húmedo cabello.
—Y no lo digo para hacerte sentir mejor, aunque espero que realmente sí ocurra —reitero—. Lo digo porque de verdad lo siento en mi corazón. Y sé que yo no dejaría de amarte por el hecho de que hayas vivido situaciones que no escogiste. Además, alguien muy, pero mu cercano me dijo una vez que ninguna persona tiene el derecho de juzgar el pasado de nadie, y sobre todo si no has sido parte del mismo.
En estos momentos, sonrío para mis adentros al sentir que de alguna manera los consejos de Jimmy estaban funcionando.
—Creo en tus palabras, Alysha —me asegura en un ronco susurro—. ¿Cómo puedes pensar que no tomo en serio cada detalle que dices cuando has sido y serás primordial en tantos aspectos de mi vida?
Y esas fueron las palabras que necesité para dejarme llevar por el sueño y el cansancio al sentir una maravillosa comodidad junto a él...
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MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓
Romance(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...