Capítulo 94.

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Capítulo 94

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Capítulo 94.

El descaro y dominio de Adrián no solo me hacía desearlo más, sino que lograba que yo quisiera complacerlo. Y aunque no estábamos en el lugar indicado —ya que no era la primera vez que nos tomábamos el riesgo—, quería ofrecerle placer con mi boca.

Estaba logrando que su issue mental en cuanto al sexo oral se fuera esfumando poco a poco. Además, yo no estaría dispuesta a desaprovechar la oportunidad de disfrutar su dotada virilidad. Quería hacerle perder el juicio, aunque fuese solo por unos cuantos minutos.

—Doctor Wayne, no sabe cuanto me agrada que me pida esto con mucho entusiasmo —le susurré desde mi posición y lo miré muy coqueta al acariciar sus anchos muslos a través de su pantalón de traje—. Con gusto le obedeceré, jefe...

Adrián se arqueó sobre el asiento y sus ojos verdes se profundizaron mientras que el tono de color se oscureció por la lujuria que estos reflejaban. Sin ningún tipo de temor, introduje mi mano en el interior de su pantalón y saqué su miembro al estirar la tela de su boxer para poder tener mejor acceso. Él relamió su labio inferior y sujetó mi nuca, acomodándome entre sus piernas al yo estar de rodillas.

—Por si acaso... —me ocultó bajo el escritorio, excitado y lleno de expectación—. Dame un lindo incentivo, bebé —me quitó la camisa del uniforme azul, dejando que cayera en el suelo y junto a mí. Luego comenzó a acariciar su duro y firme miembro en mis narices mientras sus ojos verdes me miraban con perversión—. Bájate el sujetador —me ordenó.

Con las mejillas calientes, le obedecí y él me regaló una sonrisa de complicidad y control, bastante egocéntrica. Era más que obvio que Adrián estaba disfrutando de su dominio sexual sobre mí.

—Buena niña —me alentó y rozó su dedo pulgar sobre mi labio inferior—. Así me gusta, bien obediente —sujetó mi mano con la suya desocupada y la guio hasta su miembro—. Haz feliz a Andy, bebé...

No lo pensé ni un segundo más y me dispuse a rozar mis labios desde la base de su pene, sujetándolo con una de mis manos, aunque me costaba hacerlo por su longitud y grosor. Lamí su caliente piel con la punta de mi lengua mientras lo miraba a los ojos. Eso hizo que él cerrara los suyos a gusto.

—Así, Aly... —jadeó por lo bajo y comenzó a acariciar mi cabello atado en una larga coleta.

—¿Te gusta, papacito? —le pregunté con perversión entre cada lamida, masturbando la longitud de su dureza lentamente, haciendo que él disfrutara el momento.

—Sí... —recostó su espalda sobre el respaldar del asiento, perdido entre mis lamidas y las agitaciones de mi mano.

—¿Así? —succioné un poco los alrededores de su piel, jugando con su placer, percibiendo cómo las venas de su miembro brotaban cada vez más al sentirlo más rígido sobre mi mano.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora