Capítulo 104.
—Espera... —comencé a tartamudear como una idiota y tragué saliva automáticamente—. No... —me negué a creer lo que mi cabeza comenzaba a encajar en cuanto a su forma de actuar en muchas ocasiones desde que nos volvimos a encontrar en el hospital después de mucho tiempo—. No, claro que no... —quería convencerme sin éxito alguno de que no había ningún vínculo con todas las veces que Adrián actuó de manera sospechosa cada vez que recibía llamadas o se largaba de repente sin explicarse concretamente, gracias a la maldita situación que se presentaba en los noticieros una y otra vez.
—Siento no habértelo dicho antes, Aly —me dijo con demasiada sinceridad en su voz.
—Esto no puede ser posible... —coloqué las palmas de mis manos sobre mi frente al intentar asimilar la situación, una que no era nada sencilla—. ¡Ni siquiera puedo creerlo! ¿¡De verdad tienes algo que ver con esto!? —señalé el televisor muy asustada.
—Así es —me confesó con más rotundidad, aunque su mirada hacia mí era cuidadosa—. Pero de manera positiva. Al menos eso quiero creer, Aly.
—¿"De manera positiva"? —achiqué los ojos.
Asintió, pero yo continuaba ideando conjeturas en mi cabeza.
—Eres parte de alguna investigación o algo así, ¿no? —no podía evitar engrandecer los ojos.
Después de reflexionarlo un par de segundos, no dudó en mediar palabras.
—Sí. Soy parte de la investigación de mi padre —zanjó—. El que quedaría a cargo si él no estuviese, para que comprendas mi situación y mi responsabilidad.
—¿Pero cómo no lo voy a entender, Andy? —ironicé—. Comprendo esta situación. Esto es lo que somos. Aunque claro, no es nuestra especialidad y no nos dedicamos a ese tipo de temas tan profundizados, pero sí entiendo que quieras participar y trabajar en un caso tan masivo como ese.
Él negó con la cabeza y sonrió vagamente al esquivar mi mirada.
—¿Qué? ¿No es verdad? Puedo comprender que quieras ser partícipe de una situación tan delicada como esa. Y más aun cuando no hay una vacuna segura que contrarreste la enfermedad.
—Aly...
—Solo te pido que tengas mucho cuidado mientras los científicos y expertos en la materia encuentran una solución, una cura.
—Alysha... —su voz fue más contundente y eso fue lo único que bastó para que lo mirara fijamente a los ojos—. Se supone que no deba decirle esto a nadie por los protocolos de la investigación, pero mi padre y yo...
De repente, unos rápidos y fuertes golpes se oyeron en la puerta de mi habitación.
—¡Hija mía, ven rápido! ¡Por favor! —la abuela Anita volvió a tocar la puerta repetidas veces.
Adrián y yo salimos de inmediato con la misma expresión de preocupación. Podía sentir cómo mi novio estaba alertado detrás de mí.
—¿¡Qué sucede, Nerea!? —la preocupación de mi novio aumentó cuando notó que mi abuela estaba muy nerviosa.
—¡Tienen que pararla! —nos dijo agobiada y temblorosa señaló hacia la puerta principal de mi hogar—. ¡Está como loca! ¡Hay que detenerla!
—¿¡A quién, abu!? —la miré muy asustada y luego a Adrián, quien presionó los párpados y soltó un pesado suspiro.
—¡Es Amanda! —gritó desesperada—. ¡Rompió las ventanillas de tu carro, hija! No entiendo porqué lo está haciendo... —la abuela se revolvió el cabello, pero no dudé en acercarme para intentar calmarla.
La abracé e intenté convencerla de que todo estaría bien, aunque muy en el fondo yo presionaba los dientes por la ira que nacía desde lo más profundo de mi pacífico ser. Ni quiera podía creer lo que Amanda estaba haciéndole a mi vehículo, uno que tanto le costó tener a mi padre para regalármelo. No era lo material, sino el valor sentimental de esfuerzo que mi papá puso sobre ese carro.
Adrián se acercó hacia nosotras aun más, observando mi expresión malhumorada cuando abrazaba a la abuela Anita sin que ella pudiese ver mi cara. Mi novio me miraba en una clara advertencia de: "Ni se te ocurra salir". Sin embargo, el enojo y la frustración pudo más conmigo. Entre toda la situación que estaba viviendo en el momento, nada podía apaciguar mi mal estado de ánimo.
—Aly, intenta tomar las cosas con calma... —Adrián elevó las manos en son de paz, intentando calmarme. Él sabía perfectamente que no me encontraba en mis cinco sentidos—. Es decir, mi amor, entiendo que eso no está bien, pero... ¡Aly!
En silencio, me aparté de la abuela Anita y sin pensarlo ni un poco caminé hacia el exterior de mi hogar para enfrentarla.
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MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓
Romance(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...