Capítulo 38.

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Capítulo 38

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Capítulo 38.

—Entonces, de verdad que no debes responder —la preocupación comienza a emanar en mí.

—Tengo que responder —vuelve a avisarme—. Debo estar al tanto de cualquier estupidez que se le ocurra. Puede ser muy peligroso.

Estaba a punto de continuar negándome a que él le respondiera, pero elevó su dedo índice para que me mantuviera en silencio.

Sin embargo, cuando respondió activó el alta voz para que yo pudiera escucharlo. Quería mostrarme cómo se tratan, o al menos cómo se trataban...

—Habla —Adrián le responde con sequedad.

—Necesito que nos veamos —le informa con fastidio—. Quiero hablar contigo personalmente.

Adrián achicó los ojos al igual que yo, pero no pude evitar negar con la cabeza. Una extraña preocupación alteró mi sistema al sentir cómo mi pecho se comprimía segundo a segundo. Automáticamente, me giré desde mi posición para estar más alerta.

—Pensé que te quedó claro lo que sucedió la noche pasada.

—Claro... —Jesse se ríe con fastidio y sarcasmo al otro lado del teléfono—. Me queda claro que lo de bastardo no se te quita, porque siempre quieres quedarte con todo. Te gusta ser el centro de atención y llevarte a cualquiera que se te cruce, Andy... ¡Pero más claro me queda que siempre has sido tú el hijo de perra con quien Nere se ha estado acostando!

El ojiverde pone los ojos en blanco y recuesta su espalda sobre la esquina de la pared.

—¿Para eso me has llamado? —Adrián sonríe como si fuese la situación más normal del mundo—. ¿Para decirme tus quejas de putita mimada? No estoy para eso.

Mi expresión de desconcierto se refleja en los ojos verdes del hombre que amo, quien se da cuenta de que también me está asustando su comportamiento.

—¡Eres un malnacido! ¡Un malnacido, Andy! ¿¡Cómo te atreves a reclamarme cuándo el hijo de perra has sido tú!? ¡Eres un cabrón!

—Creo que no, Jesse. Ese lugar te corresponde a ti —suelta varias carcajadas—. Y más cuando intentaste engañar a mi chica. Es el karma...

—¡Bastardo! ¡Bastardo! No creas que... —la voz de Jesse comenzó a escucharse como un bajo murmullo cuando Adrián desactivó el alta voz y acercó su boca a la mía.

—Discúlpame, bebé —me mira con sinceridad—. No me gusta que mi niña escuche cosas feas de papi, pero a veces me tengo que encargar de la situación.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora