(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo 14.
— Yo... ¡No! — Vociferé, simulando indignación. —¿Cómo se te ocurre que podrías hacer de las tuyas aquí?
— No estoy soportando verte así, Aly. — Niega con la cabeza lentamente, decidido. — Ese vestido, esos hermosos ojos tristes, nuestros deseos a flor de piel... Me tientan. Y si te soy franco, estoy deseando estar adentro de ti sin importar nuestra situación actual. Sé que tú también lo deseas.
— Esto no está bien. — Mis ojos se engrandecen y siento como mis mejillas se sonrojan un poco.
—¿Cuándo hemos hecho las cosas de manera convencional? — Me mira con sinceridad, deseoso de que yo aceptara.
Tragué saliva al analizarlo por un momento.
— No sé si sea buena idea.
— Yo tampoco, pero nunca sé como debo reaccionar ante las situaciones contigo.
— Andy...
Presiona los labios al esquivar mi mirada, frunciendo el ceño con frustración y soltando mi mano, como si se hubiera arrepentido de insinuar nuestros deseos abiertamente.
— Lo siento. Por un momento creí que... — Niega al sonreír con sarcasmo, nervioso, dándole un sorbo a su bebida. — No me hagas caso. Ignora mis imprudencias, por favor.
Parpadeo repetidas veces, con el mismo rubor y deseo que él siente. Sin embargo, decidí demostrarle el monstruo que él mismo había creado.
— Está bien. — Zanjo al enarcar las cejas con arrogancia, insinuándome de forma provocativa al acercarme más de lo predeterminado, suponiendo que tenía las fastidiosas atenciones de Amanda y Jesse.
Sonrío muy coqueta, acercando mis labios sobre su pulcra mejilla y su oreja, sujetando su chaqueta de cuero desde su cuello.
— Pero sólo si aceptas mi regalo por tu cumpleaños. — Le doy un suave beso en la mejilla y reincorporo mi postura desde mi baja estatura, mirándolo a los ojos, disfrutando su impresión y la manera tan descolocada en la que me mira sin perder el brillo de sus ojos.
— ¿A qué te refieres? — Su entrecejo se pronuncia al mostrarse curioso. — Estoy casi seguro de que no te has enterado de mi cumpleaños hasta hace unas horas.
Asiento.
— Sí, tienes razón. — Acepto con sinceridad. — Pero te sorprendería saber que existe ese obsequio para ti.
Adrián sonríe al soltar un suave bufido, sin entender a qué me estaba refiriendo.
—¿Qué? ¿No me crees? — Sonrío con seguridad.
Mueve sus sensuales labios, siendo muy analítico al evaluar mis expresiones con seriedad.
— Digamos que sí te creo, pero estoy suponiendo que sabes perfectamente que no me gustan ese tipo de cosas de recibir regalos cuándo se trata de mi cumpleaños.