Capítulo 49.
—Pensé que llegarías más tarde —recibo su abrazo con sinceridad y elevo la cabeza para mirarlo a los ojos.
—Dormí lo suficientemente bien. ¿No se nota? —enarca las cejas y coloca sus manos sobre mi cintura, mirándome fijamente.
Sus ojos verdes estaban muy claros, lo que me daba un indicio de que era cierto y de que se encontraba de muy buen humor. Eran excelentes noticias para mí.
Sin embargo, Gloria nos observaba impresionada, específicamente, por el comportamiento tan abierto que Adrián mostraba delante de mí. En el hospital, él era conocido por su seriedad y su inalcanzable distancia.
—Por Dios... —exclamó la enfermera Garret con cierta sorpresa, dirigiéndose a Gloria—. ¿¡Qué le sucedió!? —miró a Kenneth con atención ya que estaba profundamente dormido.
Adrián dirigió su mirada hacia mi amigo, sin dejar de sujetar mi cintura. Achicó los ojos y luego volvió a fijar su mirada en los míos.
—¿Estará bien? —enarca las cejas con una expresión muy angelical.
—Creo... que... sí...
—¿Por qué no estás tan segura? —el ojiverde frunce el ceño, causando que las mariposas de mi vientre se alboroten.
Gloria y yo nos ruborizamos al escuchar las preguntas de Adrián. Tuve que carraspear para sonreír con las mejillas calientes.
—¿Quieres que lo revise? —me preguntó Adrián con la mejor de las intenciones.
«Uf, carajo. De verdad estaba de buen humor».
—Yo... No creo que sea necesario, ¿sabes? —vuelvo a sonreír nerviosa—. Los... —trago saliva—. Los exámenes lo deben tener agobiado. Sí... ¡Sí! ¡Eso es! Los exámenes no lo han dejado descansar bien y sufrió un episodio vasovagal.
Gloria puso los ojos en blanco al presenciar cómo yo estaba metiendo la pata hasta el fondo. La enfermera Garret cruzó los brazos con una expresión llena de diversión. Quizá estaba consciente de que la verdadera razón del desmayo de Kenneth se debía a la sensual presencia de su jefe.
—¿Me estás mintiendo? —Adrián entreabre levemente su apetecible boca y su entrecejo fruncido se pronuncia mucho más.
Las tres nos congelamos ante la pregunta del imponente médico. Gloria tragó saliva al mirarlo desde su posición, sujetando las manos de Kenneth con ímpetu e intimidada.
—Ojitos qué causan problemas. Siempre lo he dicho... —masculló Garret por lo bajo, avisándome.
—Mmm... —me pasmé—. ¿Por qué mejor no se va a su oficina a realizar sus deberes de dueño y señor?
—Uf... Comentario erróneo, comentario erróneo... —la enfermera Garret intentaba cuidarme, lo que me resultaba muy gracioso.
—¿Y por qué usted no me acompaña a mi oficina de guardia? —me pregunta con descaro delante de ellas.
—¿Qué? —la mandíbula casi se me cae.
—El dueño me ha dado el permiso para que usted se reuna conmigo —bromea con sarcasmo al referirse a él mismo.
La enfermera Garret suspiró y rodó los ojos, girándose sobre sus pies para retirarse.
—Iré a preguntarle al dueño si puedo irme a desayunar —su mano derecha lo provocó, usando la misma broma sobre él.
—No te ha dado el permiso —Adrián le informa con arrogancia.
Sin embargo, mis amigos no sabían absolutamente nada de lo que ocurría con las posiciones laborales e importantes que Adrián estaba desencadenando.
—Estoy segura de que usted podrá decirle que también soy humana y que necesito alimentarme —su mano derecha se marchó, dejándolo con las palabras en la boca.
Adrián puso los ojos en blanco y volvió a fijar sus ojos en los míos, endulzando su mirada y esperando una respuesta de mi parte. Realmente, estaba muy ansioso de que lo acompañara.
—Nere, no te preocupes —me dijo Gloria cuando se percató de que Kenneth estaba despertando—. Estará bien —me hizo muecas para que me largara lo antes posible, antes de que nuestro amigo sufriera otro desmayo.
Miré a Adrián y asentí. Sin embargo, él me dejó salir primero. Luego, ambos caminamos a la par, con sed de muchos besos. Nos mantuvimos en silencio y un poco distanciados, porque a pesar de que somos novios, teníamos que comportarnos y acatar el protocolo aburrido de siempre. Al menos hasta que me encuentre en una mejor posición, una que no lo haga ver mal a él para sus importantes cargos.
Cuando nos detuvimos delante de la puerta de su oficina de guardia, me miró a los ojos con seriedad.
—Mi novia primero —hace un leve gesto con la cabeza para que pase.
Cuando me siguió y cerró detrás de su espalda, me giré y rápidamente nos comimos a besos, como dos leones hambrientos y enjaulados.
—Qué rico... —le dije entre besos, extasiada de felicidad.
Sonrió sobre mi boca y me arrinconó contra la esquina de la pared, justo donde nos dimos nuestro primer beso hace mucho.
—Qué frase más vulgar y corriente —se quejó sin sentirlo entre cada beso—. ¿Cómo te fue en la cirugía?
«¿En serio me estaba preguntando eso entre cada caliente beso?»
—Bien...
—¿Bien?
«Sí... Definitivamente, estábamos teniendo una conversación».
—Observé y analicé todo... Cuando repase un poco es probable que me vaya de maravilla —gimo levemente cuando sus besos se dirigieron hacia mi cuello—. Papi... —me rio excitada y muy seductora.
—No empieces a joder con esas palabritas tuyas —masculla y sujeta mi quijada—, que no podré estar adentro de ti hasta la noche.
Lo miré muy coqueta y le sonreí con toda la intención para fastidiarlo, jugando con sus emociones.
Sin poder evitarlo, vuelve a besarme con ansias...
—¿Qué tal uno de cinco minutos? —sujeto su cabello con locura, recibiendo más besos en el cuello, cerrando los párpados.
—Tienes que estudiar.
—Haz que la nena se concentre —sonrío sobre su boca, pero él enarca las cejas.
—Bien —baja su cremallera de sopetón y luego baja un poco la tela de mi pantalón, adhiriendo su entrepierna contra la mía—. No puedo esperar para que regreses conmigo a la cama. Quisiera tenerte todo el tiempo cerca de mí...
Ambos respirábamos profundamente, tragándonos los gemidos.
Sin esperarlo, alguien tocó la puerta varias veces. Adrián y yo nos despegamos un poco ruborizados, alisando nuestras vestimenta. Se quejó por lo bajo al maldecir y soltar repetidos carajos. Sin embargo, no le importó acercarse a la puerta para abrirla con rotundidad, a pesar de que nos encontrábamos a solas.
El doctor Jeffrey Yanius y Adrián se observaron como dos machos competitivos.
«Ay, no...»
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MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓
Lãng mạn(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...