(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 74.
Frankie nos había recogido en la parte posterior del edificio y nos llevó hacia la mansión de Adrián ya que él se había antojado de conducir el día de hoy. Estaba tomándose muy en serio lo de querer pasar unas horas llenas de normalidad. Nos habíamos ubicado frente a la enorme casa, donde su chófer había detenido el vehículo.
Cuando salimos del lujoso Roll Royce negro, Adrián decidió conducir su nuevo y blanco Lexus último modelo que había comprado hace poco para tenerlo junto a la ridícula colección de vehículos.
—¿Te gusta? —me pregunta con una sonrisa llena de suficiencia y sujeta las llaves que Frankie le entrega.
—¡Es bellísimo! —me emociono con sinceridad al mantener los ojos como platos.
—Te dije que lo tenía en la mirilla... —me recuerda—. Y aún me falta uno más.
Y la verdad es que sí recordaba que había mencionado algo sobre esto alguna vez. Sin embargo, a pesar de que me quedé en silencio al asimilar la exageración de los vehículos de mi novio, él y su chófer me observaban con curiosidad.
«¿Qué les ocurre?» Fruncí el ceño extrañada.
—¿Cuál quieres? —Adrián me pregunta sin preámbulos, alzando la mirada y esperando una respuesta.
Me rio un poco nerviosa y casi me ahogo entre carcajadas.
—¿Pero de qué estás hablando, Wayne? —no puedo dejar de reír como una estúpida.
—Estoy hablando de cuál vehículo te gustaría tener —me aclara con reticencia al fruncir su pronunciado entrecejo—. ¿Cuál quieres? —insiste.
—Andy, son tuyos y...
—Y puedo hacer lo que me dé la gana con ellos —me interrumpe y me da la espalda para abrirme la puerta de su nuevo vehículo—. Dejaré que lo pienses. El que más te guste será tuyo.
—¡Tengo uno! —le recuerdo con los ojos engrandecidos cuando accedo al interior del Lexus.
—Y puedes tener dos —cierra la puerta en mis narices.
🔹
Durante el trayecto, nos limitamos a ir callados, escuchando una de nuestras bandas favoritas, "TheNeighbourhood". El tema "CryBaby" inundaba el cómodo silencio entre nosotros.
Sin embargo, Adrián parecía más cómodo de lo habitual. Tarareaba la letra al manejar con suma eficiencia, manteniendo una mano sobre el volante mientras que la otra reposaba sobre mi muslo.
Cuando comencé a tararearla junto a él, giró su rostro por leves instantes y me sonrío a través de sus lentes de sol de Ray-Ban.
—Esa es mi niña —presiona mi muslo y luego eleva su mano para acariciar mi mejilla.
