(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 21.
(Adrián).
Aunque comencé a buscar a Alysha con la mirada, se me estaba haciendo imposible con tanta gente a mi alrededor. Ni siquiera tenía idea de donde pudo haber ido. Presioné mis labios con cierto fastidio al no tenerla cerca. Sentía que me estaba abrumando.
«Quiero besarla, abrazarla, mimarla...»
—¡Andy, coño! ¡Más te vale que subas inmediatamente! —la voz de Jesse llamó mi atención una vez que estuve más cerca de la casa de sus padres—. ¿¡Qué carajo estás esperando!? ¡Sube!
Al parecer, había regresado para asomar sus narices, queriendo vigilar lo que perdió desde el día cero...
A mi niña.
—Después. ¿No ves que estoy ocupado?
Me miraba con una sonrisa más que forzada, presionando los dientes a la vez que sujetaba los barandales del balcón con impotencia.
—¿¡Ocupado de que mierda!? ¡Sube, maldita sea! ¡Tenemos un jodido problema! —me avisa con seriedad, lo que causa que realmente le crea.
Pongo los ojos en blanco al obviar su presencia por instantes, mirando hacia diferentes direcciones al intentar localizarla en alguna parte.
Pero nada...
Suspiro profundamente y decido volver a la casa de los padres de Jesse con evidente fastidio.
—¡Ya te has pasado lo suficiente con Nere en mis narices como para también tener que estar soportando las mierdas de Amanda! —se queja.
—¿De qué mierda estás hablando!? —achico los ojos.
Jesse no dice nada, pero me da la espalda para guiarme hasta donde se encuentra ella.
Una vez que entramos a la casa de sus padres, opta por seguir hacia la terraza, donde me encuentro con Amanda cubriendo con una de sus manos la mitad de su rostro. Estaba agachada, intentando mantenerse en silencio.
Al acercarme extrañado, engrandezco los ojos al darme cuenta de cómo su labio inferior destila sangre.
Me quedé petrificado al instante, sin saber cómo reaccionar a pesar de tener la mejor experiencia como médico. Sentí la situación más incómoda de lo normal al escuchar como gemía de dolor y presionaba los ojos.
—¿Le pegaste? —tragué saliva, más por la rabia que por el temor. Mi pregunta parecía más que un reclamo.
A pesar de que no quería saber nada de Amanda, no podía soportar este tipo de maltratos. No podía. Me dolía profundamente ver como cualquier mujer puede ser golpeada.
—¡Estas situaciones ocurren por tu jodida culpa, Andy! —Jesse se queja con descaro, casi escupiendo sus palabras sin ningún tipo de remordimiento—. Mírala bien, porque eso es lo que tú me causas al intentar meterte con Alysha... ¡Rabia!