Capítulo 96.

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Capítulo 96

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Capítulo 96.

(Adrián).

Uno de los mejores momentos cuando se trataba de mi buen humor, era justo en el instante, uno en el que Alysha me había hecho disfrutar de una maravillosa y adiestrada mamada. Aunque ella ya se marchó a la casa de sus padres para descansar, yo me mantenía contento y a punto de continuar con mis responsabilidades.

Además, debía ser condescendiente e intentar comprender que en los últimos días ella había estado ajetreada entre sus clases y rondas clínicas. Sin contar que siempre tenía que lidiar conmigo.

Y aunque mi chica me confirmó con sinceridad que no necesitaba de mi ayuda en las prácticas laborales y académicas, en silencio, ya me había tomado la molestia de investigar y leer su récord como practicante. Para mí era indispensable cuidar de ella en cualquier ámbito, aunque en el fondo eso no le agradara.

Tenía que admitir que siempre me hacía sentir impresionado, porque cuando me dijo en mis narices que no quería que interviniera en su carrera, no se inmutó para recalcármelo con una sinceridad que yo era más que consciente. La realidad del asunto era que solo quería escucharla cómo me restregaba en la cara que no me necesitaba.

Estaba sentado junto a mi escritorio cuando guardé el récord de mi chica de lengua viperina con una sonrisa llena de suficiencia. Sentía mi pecho inflado de orgullo y felicidad por su responsabilidad y eficiencia, a pesar de que yo era una fuerte distracción en el hospital. No me quejaba, porque admitir que tenía agallas era un hecho.

🔹

Aproveché para salir de la ducha y me sequé con rapidez. Me dolió profundamente negarme a tomar un delicioso baño con Alysha, pero tenía que salir primero de las responsabilidades del día.

«Ya se lo habrás compensado en grande, Adrián». Mi ángel oscuro sabía que así sería en algún momento.

Cuando me vestí con otro impecable uniforme negro, salí con el pelo mojado hacia la lujosa oficina y me senté en el lugar que me había costado años de estudio y trabajo. Como siempre, empecé a calzarme las clásicas Converse ya que me resultaban cómodas para estar horas en pie. Sin embargo, cuando la enfermera Garret tocó la puerta, no rechisté al invitarla a pasar.

—Joven Wayne, ¿ya está listo? —la enfermera Garret portaba su típico uniforme.

—Casi —le sonreí por un momento y continué atando los cordones de mis Converse—. ¿Quieres café? Lo dejé preparándose mientras tomaba una rápida ducha.

La enfermera Garret enarcó las cejas mientras cargaba su bolso y varias bolsas más con cosas suyas. Siempre andaba con las manos llenas cuando llegaba al hospital para comenzar su turno. Cuando ella dejó sus cosas en un rincón, no dudó en acercarse a mí con los brazos cruzados desde el otro lado del escritorio.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 1) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora