(+21) (Libro 3) Las situaciones que sucedieron entre Adrián y Alysha causaron lo dolorosamente inesperado. Sin embargo, a pesar de que la última intención del médico cirujano fue para protegerla de sí mismo y sus demonios, este no pudo evitar que un...
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Capítulo 35.
Miré hacia atrás y en diferentes direcciones mientra sentía cómo un escalofrío recorría mis brazos, causando que los frotara automáticamente. Tragué saliva al sentir esa sensación de incomodidad y de ser observada.
Probablemente, era la adrenalina de todo lo que había vivido en las últimas semanas. Sin contar que de momento Adrián y yo intentábamos mantenernos comedidos en el trabajo.
Ahora más que nunca él sabía que yo necesitaba discreción en cuanto a mi carrera médica. En unos meses más tomaría el examen de revalidación y luego intentaría ser admitida en el departamento de cirugía general donde él ya era el director en secreto.
Decidí ignorar mis paranoias y continué adentrándome en el atajo hasta llegar a la parte posterior del hospital. Accedí a uno de los ascensores de carga y me dirigí hacia el piso de cirugía con la intención de no llegar tarde a mis lecciones. Esta vez, sería más responsable con la puntualidad y le demostraría al doctor Jeffrey Yanius de que estoy hecha.
Sé que había comenzado con el pie izquierdo mis lecciones en cirugía general al ayudar a mi amiga Gloria, pero ahora que todo estaba más calmado en el ambiente tenía que aprovechar mis últimos momentos como estudiante interna.
Cuando crucé varios pasillos repletos de empleados y del personal del hospital, me ubiqué junto a la puerta de la sala de reuniones, donde se encontraban algunos de los compañeros con los que había estado en todo el proceso del internado. Pronto nos separaríamos, ya que cada uno tomaría una especialidad diferente.
Más internos continuaron reuniéndose junto a la puerta, esperando que el doctor Jeffrey Yanius llegara.
🔹
Al pasar los minutos, me aferré a mi mochila sobre mi hombro, mirando mi reloj de muñeca junto a la pulsera que Adrián me había regalado.
«Qué raro», pensé cuando me di cuenta de que el doctor Jeffrey Yanius estaba demorando más de lo que se supone.
De repente, la atención al horario que leía se esfuma cuando mis compañeras comienzan a murmurar con emoción entre ellas, algunas vociferando cuánto desearían estar en la cama de Adrián Wayne, quien caminaba con elegancia y seguridad junto a otro médico al explicarle algún asunto que observaban en la iPad que este sujetaba.
Ni siquiera miró hacia nuestra dirección. Tampoco le interesó, y suponía que era porque pensaba que no estaba justo en sus narices.
Tragué saliva al darme cuenta de que se escuchaban los murmullos de muchas. Sabía que él los escuchaba y rasqué mi nuca con cierta incomodidad.
Un grupo de residentes seguía al elegante ojiverde y al otro médico que no conocía. Al parecer, estaban realizando las rondas y dirigiéndolos. Sin embargo, algunas de las féminas del grupo también murmuraban y se reían entre ellas.
