90. Volar en la oscuridad. (M 2/6)

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NARRA GUIDO

El show había comenzado hace una hora y media.

No tuve ni una falla, aunque casi me caigo por estar volando en mi mente.

No vi a nadie más de los chicos, y eso me hizo peor. Pero no podía irme, o hacer algo. Así que simplemente espere a que terminará todo mientras tocabamos las últimas canciones.

Pato me miraba y movía su cabeza al ritmo del bajo de Gastón.

Levantó su mano para ver si estaba bien y asentí con la cabeza sutilmente.

Gastón estaba ensimismado con el bajo, porque nadie brilla más que el cuando suenan esas notas.

Por primera vez en todo el evento disfrute una canción: Por mil noches.

Cuando el show finalizó, alcance a ver a Eugenia en la fila que salía del teatro.

El conductor de la trafic que enviamos al hotel llamó durante varios minutos y cuando pudimos contestar, nos aviso que espero cuarenta minutos y nadie llegó.

Corrí junto a Patricio, quien empezó a preocuparse cuando Paula no contesto sus llamadas, y mas con lo de la reciente llamada.

- ¡Eugenia! - Gritó Patricio, haciendo que absolutamente todas las chicas se dieran vuelta y nos interrumpieran el paso con una estampida de gritos y abrazos.

Cuando por fin logramos escabullirnos, Eugenia había desparecido. Pero claro, Oscar que estaba afuera hace unos veinte minutos para preparar las cosas y vio todo.

- Se fue hace cinco minutos, ¡corran para allá! - Dijo al haber observado toda la secuencia desde su banquito, muy útil...

Corrimos por dos razones: Eugenia estaba a nuestra vista, y atrás teníamos una jauría de chicas gritando.

La cara de Patricio desesperado me hizo tentar, y ambos nos reímos para no llorar.

Logramos escabullirnos, en el subsuelo de un edificio al que entraron los secuaces de la prima maléfica.

Ellos estaban en el Lobby, pero no nos vieron ingresar al estacionamiento del subsuelo.

Nos escondimos detrás de un auto gris, cuando escuchamos sus pasos y gritos en las escaleras.

- Si nos encuentran, Mailen nos corta el cuello - Dijo David exagerando, o no...

- No nos vieron, ¿cuál es tu auto?

- Ese - Dijo mientras señalaba el auto donde estábamos escondidos, ¡que mal orto!

Cuando se acercaron lo suficiente, Pato se convirtió en un ninja de la oscuridad y tomó a Eugenia del cuello.

Yo apunte con mi feroz púa a David porque la actitud es lo que cuenta.

- Soltala, no seas tarado - Le dijo David al pelilargo.

Mi hermano mintió diciendo que le quebraría el cuello a la rubia sino le daba las llaves del auto.

Eugenia, porque es así, mordió la mano de Patricio. El gritó pero la sostuvo del pelo y eso permitió que no se escapara.

Yo mientras tanto seguía con mi magnífica púa esperando a atacar al inútil de David. Y que ganas tenía...

- ¿Y vos que vas a hacer? - Me dijo acercándose mientras se reía de mí artefacto punzante (la púa).
Uf, mal hecho.

Arroje la púa cual naipe de mago y justo (porque tengo puntería, o suerte) le cayó en el ojo a David.
Mi púa favorita cayó al suelo pero no la agarré, obviamente.

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora