37. Mentira La verdad (Parte II)

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NARRA EMA

- ¿Estás bien? - Me preguntó mientras doblaba por la avenida.

- Si, ¿por? - Pregunte tratando de parecer desentendida. El me sonrió otra vez y negó con la cabeza, volvió la vista hacia adelante y apoyo su mano en mi pierna. Yo mire hacia el cielo, las estrellas y lo que sea que estuviera allá arriba, rogando que la silueta que vi haya sido imaginaria.

No tuve el honor de conocer a su mamá, pero Gastón padre fue muy amable, así que Alicia debe ser igual. Y así me puedo arreglar un poco mas y estar presentable ante mi ''suegra''.

Llegamos al edificio. Guido me agarró la mano y en la otra llevaba la llave que le había tendido, el portero nos saludo muy amable cuando entramos.

Subimos al tercer piso y llegamos al 5A.

Era hermoso, totalmente blanco pero eso se podía cambiar. Entramos y la primera habitación fue el living, al abrir la puerta había una pequeña mesita de mármol pegada a la pared, y encima de ella pude observar mi reflejo a través de un espejo. Eso era lo único que ocupaba espacio en el vacío del departamento. A la derecha se encontraba la cocina, convencional y amplia, y a la izquierda estaban las habitaciones: el baño, una habitación con un baño mas chiquito (supongo que la mía), otra un poco mas chica y una pequeña como mi escondite debajo de las escaleras. Las habitaciones principales (2) tenían balcón.

Después de un largo tiempo (toda la noche) terminamos de descargar todo, subirlo y ordenar.

- Bueno, las cajitas que faltan dejémoslas acá - Dije señalándolas, mientras terminábamos de apilar en la habitación mas chiquita.

- ¿Puedo dormir con vos?

- Obvio nene, no pasa nada.

Mi habitación estaba relativamente ordenada, solamente necesitaba ubicar la ropa y algunos adornos, pero lo esencial (la cama) estaba.

Me metí al baño para ponerme el pijama e higienizarme, salí y vi a Guido de espaldas, sacándose la remera y creo que es lo mejor que vi en mi vida. Así que solo salí corriendo y salte sobre su torso desnudo...

- Ema! ¿Qué haces? - Dijo al aterrizar sobre mí, en mi cama.

- Nada, solo me dieron ganas de abrazarte y no me controlé - Abrazarte era poco.

- Sos muy inocente enana - Dijo. Yo solo tenía unos shorts y una remera musculosa, el, sus clásicos pantalones caídos. Su cuerpo debilito mi fuerza y sus manos bloquearon mis brazos, me beso profundamente, pero sabía que esto tenía que parar.

Sus labios se deslizaron por mi cuello, bajando hacia mi clavícula...

- Guido... Para... - Imploré

- Mmmm... No... - Sentí como se reía sobre mí. No pude evitar una sonrisa también, pero si quería jugar, debía tener una buena contrincante ¿no?

Mis labios se deslizaron hacia su cuello, y entramos en la zona peligrosa. De repente, una succión muy fuerte me hizo salir del juego. Agarre sus brazos con todas mis fuerzas y me escabullí por abajo, riendo ante su sorpresa.

- ¿Qué te pasó? - Me dijo parándose y con las manos en el aire

- Me dolió choto - No pudo evitar reírse

- ¿A ver? No te toco, te lo prometo - Me acerque a él lentamente, y sus manos viajaron hacia mi cuello - No tenes nada Ema

- Por ahora, mañana va a aparecer un lindo chupón lila

El me agarró de la cintura y me tiró a la cama. Ambos nos tapamos y nos abrazamos

- ¿Qué te tiene tan preocupada? - Me pregunto mientras pasaba su mano sobre la piel de mi cintura una y otra vez

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora