10. Esa es la condición.

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Pato y Gastón volvieron y salimos finalmente de ese lugar...

Nos dirigimos hacia el micro, que estaba estacionado afuera hace ya media hora...

- Dale Guido, bajame, ya llegamos – Supliqué yo

- Todavía no subimos

- No nene – Dije tratando de zafarme de su agarre – Me dijiste que cuando llegáramos me ibas a bajar

- ¡Te vas a caer boluda! Quedate quieta – Exclamó mientras me apretaba las piernas – Además, te dije que te iba a bajar EN el micro – Dijo haciendo énfasis y señalando el piso con los dedos

Gastón subió con mi prima riéndose de mi desgracia (que no era tan desgracia) y Pato le ayudó a mi hermana, ya que estaba un poco ebria. Guido dio la vuelta conmigo sobre su hombro aún para hablar con el chofer.

- Bueno, a ver ¿Dónde vivís?

- No te voy a decir hasta que me bajes

- Bueno – Dijo dando la vuelta – te vas con nosotros de viaje...

- ¡NO NO PARA! – Grité para que volviera. Se detuvo en seco

- Pero si es hermoso viajar – Dijo riendo, siempre molestándome

- Sos un tarado – Le dije la dirección que me pedía y caminamos de vuelta hasta el chofer

- Víctor, nos vas a hacer un enorme favor: vamos a llevar a esta señorita – Dijo, mientras giraba para que saludara al tal Víctor, un hombre de unos cincuenta años. Lo ví y lo saludé con una mano, mientras seguía apoyada sobre la espalda del rubio. – A esta dirección - Se dio la vuelta y le tendió un papel con mi dirección

- Rubio, primero baja a la señorita...?

- ¡Ema! – Grité yo para que me escuchara ya que estaba de espaldas, y trataba de parecer dulce

- A la señorita Ema. La escucho gritar hace rato, ¿no te duelen los brazos ya?

- Pero si no pesa nada, además se lo merece – Dijo. Luego sentí una cachetada en mi nalga derecha

- ¡GUIDO! – Exclamé yo, le di una cachetada en la cara, como pude obviamente

- Gracias Víctor – Dijo cordialmente, mientras se reía por mi reacción. Víctor se rió incomodamente y Guido dio la vuelta al micro (otra vez) para subir finalmente.

- Antes de que subamos, no te voy a bajar porque si – Dijo sin pisar el primer escalón del micro – Hay una condición...

- ¡Pero lo prometiste!

- Pero me olvidé de un detalle

- Aighhhh – Dije suspirando - ¿Cuál?

- Hagamos el intercambio ahora – Se quedó quieto un rato

- Bueno, obvio que sí, pero bajame ahora...

Dicho esto me bajo inmediatamente y se acercó lentamente a mí. Yo como una idiota, saqué su cruz y el tomó mi mano antes de que pudiera sacarla de mi cuello...

- Pero no hablaba de ese intercambio...

- ¿Ah no? – Yo sabía perfectamente de que intercambio hablaba - ¿De cuál? – Pero no podía mas, necesitaba hacerlo, escucharlo de el

- De este... - Guido se acercó rápidamente a mí, haciendo que chocara con el micro, me tomó de la cintura y me beso. Fue un beso lento, pero apasionado, como si lo necesitara hace mucho tiempo. Luego de unos minutos nos separamos. Yo solo miraba el suelo, Guido me tomó de la barbilla y me miró, tenía un espectacular brillo en sus ojos que no veía hace mucho en nadie... Nos quedamos en silencio un rato, hasta que decidió romperlo...

- Bueno señorita, lamento decirle que tenemos que abordar, sino Víctor nos va a dejar acá, y le aseguró que no le gustaría quedarse sola conmigo...

- ¿Qué? ¿Por qué no? – Dije riendo

- Cuando nos quedemos solos y en el medio de la nada, lo vas a averiguar – Dijo levantando las cejas

- Sos bastante más perverso de lo que esperaba – Dije pegándole en el hombro

- Pero puedo ser bastante más caballero de lo que imaginas – Dijo moviendo un dedo índice en el aire – Es más, jamás dejaría que una señorita muy cansada como usted, diera un solo paso mas

Guido terminó la frase y me volvió a cargar como antes, pero esta vez, el llevaba la guitarra colgada

- DALE GUIDO, O TE DEJAMOS ACA, DEJALA SUBIR DE UNA VEZ A LA POBRE CHICA –Gritó Gastón desde las escaleras

- Ahí estamos subiendo papaaa – Este último comentario, hizo que todos explotaran de risa

Subimos las pequeñas escaleras, y me encontré con la agradable sonrisa de Gastón, Paula semi dormida, pero riéndose, Pato levantando una ceja y poniendo su típica sonrisa de matador, y Mai sentada en un sillón y básicamente, sin aire.

- ¿De qué se ríen? – Pregunte yo

Todos reprimieron las carcajadas, y el rubio me miraba sin entender nada, al igual que yo lo miraba a él... 

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Aca esta!

Bueno, queria decirles gracias a las chicas que comentan y votan, y a todas en verdad. En serio que me hace sentir muy bien ver que quieren seguir leyendo la novela.

Y eso, no se olviden de votar  y comentar. Tambien queria decirles que si llego a los 150 votos (para empezar) voy a hacer una maraton! 

Graciasssssss :)

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora