107. Conexión.

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NARRA GASTÓN

Era una noche espectacular.

Las manos de Lucía se movían al compas de las mías mientras sonaban esos temas vintage de jazz. Todo en mi vida daba giros como una calesita. 

Hace un tiempo jamás hubiera imaginado que encontraría a alguien tan especial, al menos no después de haber creído que Mai lo era...

Pero Lucía era un chica sencilla, común, solo perseguía sus sueños sin olvidarse de los demás. Era interesante, le gustaba leer, y una revolución constante abatía su corazón con respecto a todas las dualidades que se dan en el mundo.

Mientras todos estos pensamientos se desencadenaban en mi cabeza, ella miraba con ojos relucientes a Ema y Guido. Pude deducir entonces que era una romántica empedernida, un poco escondida debajo de ese escudo irrompible.

- ¿En qué pensas? - Dijo ella repentinamente 

- En todo... y en nada 

Mi respuesta la hizo abrir los ojos y una risa estruendosa nos hizo reír a ambos.

Pero luego de eso sentí un pequeño aguijón en el pecho, y la risa ya no me salía. Lucía se dió cuenta de esto, y me llevo sutilmente a la mesa del costado.

- Ey... Tranquilo, no pienses tanto, viví lo que somos ahora...

- Usualmente no pienso en el pasado, pero es inevitable a veces...

- Lo sé, pero si querés un futuro no podes estar atado a tu pasado... Yo se que lo que tuviste con Mai fue intenso, pero yo no soy ella - Dijo mientras sutilmente apoyaba sus dedos en mi barbilla - Además, la noche es joven... y si querés nos podemos ir...

Sus ojos se entrecerraron de manera tierna y descarada, y mis ánimos llegaron al cielo al saber que Lucía pensaba en lo mismo que yo. Le tomé la mano y saludé a mi hermano y Ema.

- Pillín - Me dijo Guido mientras seguía tomado de la mano de Ema - Avisame cuando lleguen...

Ambos reímos y Ema sonrió de manera cómplice. Ema conocía cada risa de mi hermano, para mala suerte de el.

Tomé a Lucía de la mano y le pedí que me acompañara. Nos retiramos sutilmente, cuando el resto del mundo se opacaba con la luz que el lugar despedía.

Me encaminé por una ruta que nos llevaba directo a destino.

Lucía miraba hacia afuera, y yo solo podía observar de reojo sus expresiones en el vidrio mientras pasabamos por las luces de la ciudad.

Repentinamente me miraba y conectabamos. Con una sonrisa, con el aire, con lo que fuera.

Cuando llegamos un recepcionista nos esperaba, por alguna razón.

- ¡Buenas noches! - Simplemente subimos a la habitación, y a los 10 minutos llego el room service.

- ¡Son mis favoritas! - Lucía exclamó cuando mordió una de las frutillas con chocolate que nos acercaron.

Todo se torno demasiado caluroso, porque Lucía se quitó la ropa como si nada.
Yo, que estaba totalmente exaltado, solo miraba la escena con las manos abiertas al costado de mi cuerpo.
Ella se acercó pronto hacia mí, y dejo claras sus intenciones mientras navegaba con sus manos sobre mi cuerpo. Mantuvo su mirada todo el tiempo sobre la mía, y de vez en cuando aparecía alguna sonrisita escondida. Yo era un mar de emociones, y luego me hundí en la cama con el sutil empuje de sus brazos sobre mi pecho. Solo pude sentir su perfume, y luego (mantuve la cordura) pero no mantuve la cordura.

Lucía nunca dejo su calidez de lado. Era tierna, hasta un poco tímida, pero también era una persona pasional y llena de energía. Era un balance perfecto de lo que quería sentir.
Su cabello lila en mi pecho era una bandera nueva que acababa de flamear vencedora y victoriosa, por la cual cada célula de mis tejidos daría la vida, ireevocablemente.
Sus ojos grandes me observaban de vez en cuando, mientras yo trataba de mantener la respiración constante (sin sonar tan agitado).
Ella estaba en silencio y tranquila, a su gusto y a sus anchas.

- Sabes, jamás hago esto. No nos conocemos mucho, pero siento que te conozco hace mucho, y me siento cómoda.
Sonreí. Pienso lo mismo. Me siento de la misma manera.
Pero me da tanto miedo, todo de nuevo, empezar de cero con una persona tan decidida y a veces imparcial, una persona que esta lista y con el corazón dispuesto a dejarme entrar.

¿Y que pasa si no funciona? Si me dejo llevar y todo sale mal... de nuevo.
A veces siento que no estoy listo, es muy pronto para decirle que si de frente a un vacío que tengo en el pecho. Tengo miedo.
Pato me diría que soy un cagón, y Lucía seguramente piense que en realidad no soy tan bueno como ella cree, y que me aproveche de ella.

Esos pensamientos recurrentes venían a mi cada vez que esta situación se presentaba, tenía tanto miedo de que repentinamente ella me planteara sus dudas.

- Quiero saber que pensas vos... que sentís vos... Somos jóvenes, y llenos de amor para dar. Pero si no me decís lo que sentís yo no puedo saber con seguridad si lo que siento me va a lastimar después... se que soy un poco directa, y que no nos conocemos mucho, pero decime si te sentís igual... Necesito saberlo...

Mi cerebro hizo un chispazo y mi corazón dejó de latir repentinamente. Quedé atónito. Estoy manifestando cosas...

Una voz nos interrumpió cuando golpeaban la puerta. Eran las 5 de la mañana. Era Pato.

Hice caso omiso a la pregunta de Lu y me puse una bata para abrir la puerta.

Mi corazón latía nuevamente sintiendo la eyección de adrenalina por todo el cuerpo. Cada paso que me acercaba a la puerta, me alejaba de la pregunta de Lucía, pero también me alejaba de ella...
El mismo camino me convenía y no me convenía.
Que difícil es elegir lo que nos hace bien sin que nos haga mal.

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora