93. Se feroz. (M 5/6)

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NARRA EMA

Llevaba casi un día en compañía de mi adorada prima. Que repentinamente se había convertido en un monstruo.

El aroma del campo invadía mis fosas nasales, y me hubiera encantado saber que era el hermoso despertar de una mañana tranquila, en alguna pequeña cabaña rodeada de las personas que amaba, sintiendo el calor del sol en mi piel.

Pero no. Cuando abrí los ojos, todo estaba sucio, mojado y olía a humedad. El hedor desconocido me recordó que Mailen había cometido un crimen atroz.

Ese aroma a muerte, no era mi imaginación. Hugo había sido una víctima de esta situación, aunque desconozco sus intenciones verdaderas. Pero al menos intentó defenderme, y su vida se fue en ello.

Era inevitable sentir culpa por la muerte de un inocente hombre que trató que las cosas no se salieran de control.

Pero las cosas ya se habían descarrilado mucho antes de hoy, o ayer...
El tiempo que llevaba atada a otra silla nuevamente me daba tiempo para pensar.

Recordé poder quitarme la cadena que Guido me regaló para darles una pista. Pero no se si habrán entendido mi intención.

Todo lo que me hubiera gustado hacer con Guido, y todo lo que me faltaba decirle. Todos los recitales a los que no iría con mi hermana para gritarle a Pato y Gastón como desquiciadas, ni los abrazos de mamá y papá.
Mai... y el hecho de que arrastrara a tantos alimentandolos de un odio que en realidad nunca existió.
Y todos los que se atravesaron en mi camino ayudándome a ser quien soy hoy.

No podía ni siquiera llorar. Sólo me quedaban dos opciones, y ambas eran difíciles.

O aceptaba que mi propia prima terminaría conmigo, y de eso no tengo dudas porque la verdad ni siquiera pestaño cuando le disparó a Hugo, o me armaba de valor e intentaba escaparme, entendiendo que si puedo hacerlo. Y aunque me molesta que todos piensen que no puedo porque me subestiman y creen que soy una princesa frágil que necesita ser rescatada, puedo utilizar eso a mi favor. Porque cuando me refiero a todos, también hablo de Mailen.

Mis manos temblaban, pero nuevamente se veían las habilidades de mi prima como secuestradora en los nudos de mis muñecas.

Mailen podía ser muy fría y calculadora, pero no era muy hábil haciendo nudos. Mis dedos lograron desatar una parte de la soga que encerraba mi muñeca derecha.

Cuando la soga se aflojo lo suficiente comencé a tirar de ella. Lo intenté con todas mis fuerzas, y cuando estuve a punto de rendirme el nudo se desató.

Sonreí. Al fin, algo me decía que todo iba a estar bien.

Desate los nudos de mis pies, dejandolos flojos para cuando viniera Mailen a vigilarme.
Repetí la acción con mi mano izquierda y me senté.

Debía pensar bien mis siguientes movimientos.

Ella tenía un arma, y yo mis brazos.
Así que imagine la manera de buscar el arma sin que me viera.

Yo me encontraba en un pequeño cuarto, en el que la única entrada de luz era una ventila que giraba lentamente.

El calor me consumía, y tenía mucha sed.
De repente, unos pasos me desconcertaron, por supuesto que era Mailen.

- Bueno bueno, seguís aca... - Dijo tirandome un vaso de agua muy fría en la cara, que amorosa - Uh, perdón, crei que tenías sed, soy tan bruta a veces.

- Ni me lo recuerdes - Dije riendome. Ya no tenía miedo de nada. La única salida era por mi misma.

- No me contestes así Ema, sabes que jamás te haría daño... a menos que sea necesario.

- Necesito agua, de verdad...

Mailen puso los ojos en blanco, y me tendio un vaso con una bombilla para ayudarme a tomar.

El líquido fluía a través de mis labios, generando un alivio en mi interior, y dándome las pequeñas fuerzas que necesitaba para salir.

Mai se dirigió hacia mis espaldas para buscar algo, dejando la puerta abierta y así pude observar todo: estábamos nuevamente en un galpón, pero no creo que fuera el mismo que antes. Mi cuarto era una mínima parte del espacio, pero el resto del galpón estaba vacío, sólo vi un par de cajas, unas bolsas negras y la maleta de Mai...

¿Cuantos lugares abandonados hospedaran personas como a mí?
De sólo pensar que no soy la única en esta situación en este momento me ponía la piel de gallina.

Pero no era momento de reflexionar. Cuando di un último vistazo, vi que la trafic bloqueaba el portón del galpón, de manera que si alguien intentaba abrir desde afuera no pudiera pasar.

Pero desde adentro... si se podía.

Lo último que me llamó la atención, fue un recipiente azul enorme junto a las bolsas negras.

- Veo que estas de curiosa... tranquila, aún no es tu turno, seamos cordiales y dejemos a Hugo primero.

Mailen salió de la habitación con cuatro bidones transparentes que contenían un líquido amarillento, dejándome ver que también cargaba el arma. Cerró la puerta y se alejó.

En ningún momento me encerró con llave, pero creo que algún pasador debe existir en la habitación.
Así que tome mi decisión.

Me desaté, y guarde las sogas en mis bolsillos, al menos las que podía cargar.

Me pegué a la puerta y escuche sus pasos de un lado a otro, moviendo cosas y luego los escuche más detenidamente, primero uno, luego otro, lentamente se movían en una dirección arrastrándose. Luego un golpe en seco me sorprendió, seguido del sonido de algún líquido cayendo bruscamente sobre alguna superficie. El líquido seguro era el que saco de mi pequeño salón del terror. Pero, ¿que era todo ese escándalo?...

Luego de algunos minutos, un hedor asqueroso irrumpió en mi habitación, y yo solo pude taparme la boca para evitar que Mai me escuchara.

Después de un tiempo, todo quedo en silencio. Era momento de brillar.

Tome la silla de la que logre liberarme y me pegue detrás de la puerta. Espere y espere, pero nadie vino.

Cuando abrí los ojos, un golpe en la puerta me sorprendió en el suelo. Me paré rápidamente y Mailen ingreso en el cuarto. Yo sólo podía temblar.
Concentrate Ema...

Cuando vió que ya no estaba atada, en sólo unos segundos ella tomó su arma, pero yo tomé la silla sobre mis brazos y le pegue con todas mis fuerzas.

Mis piernas estaban petrificadas, pero debía salir de allí lo antes posible. Mailen estaba en el piso, así que rápidamente tomé el arma y corrí hacia el interior del galpón.

Me tope con el contenedor azul, y entendí de donde venía el hedor.

Me sorprendí mucho al ver el cuerpo de Hugo siendo disuelto en ácidos dentro del contenedor, y las náuseas no tardaron en llegar.

- Vas a ser doctora, y te da asco un cuerpo en ácidos... No tiene sentido - Mailen estaba de pie en la puerta, y su cara estaba cubierta de sangre, seguro algo le lastime.

- Soy doctora, no una asesina, generalmente no ves esto en un hospital...

Ella rió irónicamente y bajó su mano rápidamente hacia la parte trasera de su pantalón.

- Yo no lo haría si fuera vos - Exclamé apuntando a su rostro con el arma.

- Yo te diría lo mismo - Dijo, sacando otro pequeña arma mientras me apuntaba.

Ni siquiera lo dude. Sólo sabía que tenía muy mala puntería. Disparé.

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NooooOOOOooooOooOoo
Sigan jeje

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora