42. El plan. (M 5/5)

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NARRA GUIDO

Habían pasado cuatro días y Ema seguía dormida. La cantidad de peluches que le había comprado era tan grande como la habitación. Sus papas venían a verla todas las mañanas, y también eran bastantes cordiales conmigo, pero no debía abandonar mi puesto si quería ser quien viera sus ojos primero.

- Guido, has estado cuatro días acá. No has comido bien, deberías irte al departamento, báñate, dormí tranquilo. Yo me puedo quedar.

Sinceramente no había dormido nada bien, y no creo que ella despertara justo cuando me fuera, así que agarre mi mochila y le agradecí a Claudia todo lo comprensiva que había sido.

Patricio había venido antes de ayer a traerme el auto de vuelta, y lo único que rogaba es que no le faltara ninguna puerta.

Lo inspeccioné un poco: cero ralladuras, cero manchas, intacto. Impresionante. Pato había sido un buen cuidador por primera vez. Me dirigí hacia el departamento donde seguramente estarían.

Cuando llegue al edificio, Aurelio me saludo sacándose el sombrero y me dijo que se había enterado de lo de Ema...

- No se preocupe señor Sardelli, la señorita Ema va a estar muy bien. Cuando mis nietas se enteraron de que usted corría peligro se preocuparon mucho. Y por ellas se quién es usted...

- ¿Ah si? ¿Y sus nietas son chiquitas?

- Mas o menos. Una tiene 16 y la otra tiene 12.

- Que lindo Aurelio. Me alegra mucho que sus nietas le hayan hablado de mí. Y no tiene que decirme ''Señor'', dígame Guido, me puede tutear, después de todo yo debería tutearlo a usted...

- Esta bien, Guido. Muchas gracias.

- De nada Aurelio, después tráigame a sus nietas. Le aseguro que conocer a mis hermanos en persona va a ser una grata sorpresa para ellas.

Aurelio se rió a sutilmente y asintió, saludándome mientras subía por las escaleras. Recordé que Eugenia usaba el ascensor cada vez que estaba ahí. Así que esta vez use las escaleras.

Cuando llegue al 5A, Pato estaba dándole almohadazos en la cara a Cuty, que pedía ayuda a las carcajadas, mientras estaba tirado en el sillón. Y parece que Paula estaba cocinando algo rico...

- ¿QUE HACEN? – Pregunto ella con una cuchara de repostería en la mano.

Patricio y Gastón se pararon como si mi mamá los hubiera retado. Después descubrieron mi presencia y vinieron a abrazarme.

- Mmmm, hermano, podes bañarte si queres – Dijo Gastón después de abrazarme, recibiendo una piña de mi parte.

- Cuty callate, si vos supieras después de tus conciertos... - Dijo Pato mientras me sacudía el pelo.

- Se ríe el muerto del degollado... - Exclamo Cuty, patricio comenzó la guerra de almohadas rosa de vuelta mientras Paula rodaba los ojos.

- Hola rubio ¿Cómo estas? - Me dijo dulcemente

- Cansado... pero bien.

- Mmmm... ¿y mi hermana? Esta mañana me han tenido de cocinera como veras – Dijo señalando su ropa sucia.

- Me imagino – Reí – Todo bien, igual no se ha despertado, pero acordate que los médicos nos dieron un plazo de un mes mínimo...

Ella asintió y después me dirigí al cuarto de Ema. Deje mi mochila a un lado, y tenía que admitir que estaba todo bastante ordenado. Revisé las sabanas, y eran las mismas que habíamos dejado la noche de La Baticueva, intactas. Otra vez Pato se había portado bien... me contesta bien, me cuida las cosas, es ordenado, juega con Cuty... algo está pasando allí...

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora