95. La gran ciudad.

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NARRA GUIDO

Podía sentir en mis huesos que estaba bien, que la iba a volver a ver, pero obviamente no era así. Un suspiro me sacó de mis pensamientos, y las manos de Paula se apoyaron en mi. Sus ojos eran lo más cercano a Ema que tenía ahora.

- Guido, respira - Ella me dió una dulce y cálida sonrisa - Necesito que escuches esto.

Me llevo del brazo al interior del lugar, y David tenía unos guantes puestos cuando entre, imagino que de Mai.

- Debo decirles que, este hueso es un fémur...

- Que sensible sos, que bueno que lo puedas diferenciar, ¿ya estamos? - Dije sin saber a qué se refería.

- ¡Guido! Escucha... - Me dijo Pato con una pequeña sonrisa de esperanza...

- El fémur de las mujeres es más corto que el de los hombres... Este hueso es mucho más largo que el de una mujer... más para la estatura de Ema...

Todos nos miramos impactados. Si ese no era el hueso de Ema, ¿de donde había salido?

- Mailen está en la habitación - Señaló Paula.

Me dirigí al pequeño cuarto y me senté frente a Mai.

- ¿Donde está el conductor?

- ¿Qué conductor? - Preguntó Mailen muy sorprendida.

- Vos sabes de quien hablo - Señale un reloj bañado en sangre que claramente no era de Ema.

- Se fue cuando vió que no tenía las agallas para hacer este trabajo...

- ¿Cómo se fue?

- No se Guido... no se porque tantas preguntas... ¿Me podrías desatar? Creo que es lo mínimo que podes hacer, te salve de mil cosas sin mi prima.

Cerré la puerta dejando mi tristeza en esa habitación.

Todos nos encaminamos hacia la salida, dejamos la trafic porque era un vehículo buscado, y dejamos a Mailen en el cuarto, no íbamos a tardar mucho... o sí.

Gastón, que es muy inteligente, encontró huellas afuera, pero no sabíamos de quién eran...

- Las seguí, y van al bosque pero seguro sale a una autopista... Creo que podrían ser de Ema...

Las huellas estaban casi secas en el barro, pero eran la única esperanza que quedaba...

Subimos al micro y nos dirigimos a la autopista. Paramos por lugares cercanos pero no vimos a nadie. Fuimos a la estación de servicio, y tampoco vieron a Ema... pero no nos íbamos a dar por vencidos.
Ya estaba por amanecer nuevamente, y no teníamos nada.

Ninguno en la estación la vió, ni los puestitos de comida al lado de la autopista.

¿Dónde me escondería si fuera Ema? No tenía la más pálida idea, porque ella no se escondería.

Decidimos revisar todas las estaciones cercanas...

Llegamos nuevamente a la estación de Gabriel, un nuevo amigo que Paula logró hacer en este recorrido del infierno.

- ¡Gabi! - Gritó Paula mientras bajaba del micro para acercarse al chico - Necesitamos tu ayuda una última vez.

El chico sin dudarlo asintió velozmente. Necesitábamos ver de manera urgente las cámaras de las estaciones.

- Puede que ellos no la hayan visto, pero las cámaras captan todo - Explicó el adorable chico.

De vez en cuando el miraba anonadado a Paula, y Patricio le dirigía miradas gélidas. Pero después, Pato me observó y se dió cuenta de que me reía de la situación.

- No da... - Le dije tapandome los labios con mi mano.

- No da que la mire así si estoy acá... pero, Paula es Paula - Dijo Pato imitando mi gesto al tapar sus labios.

Gabriel hizo una llamada pidiendo las cintas de manera urgente desde las estaciones en las que Ema podría haber pasado entre la noche de ayer y el día de hoy.

Nuevamente el amanecer avanzaba, estrujando mis ansias de saber que Ema estaba bien.

Al cabo de veinte minutos llego un señor con cara de poca paciencia, dejó la caja y se retiró.

Comenzamos a reproducir de manera instantánea las cintas.
Repasando un poco los hechos, llegamos aproximadamente a las diez de la noche al segundo galpón, que es de donde Ema teóricamente había escapado.

Revisamos las cintas desde las cinco de la tarde en adelante, ya que según Gastón, algunas huellas en el barro se veían más frescas que secas.

Pasamos a las de las seis de la tarde y nada, luego las de las siete, las ocho, las nueve, las diez...

No aparecía en ningún lado.

Cuando estábamos a punto de irnos, Arturo apareció para saludar a Paula. Resulta que ha sido un día de hacer amistades para ella.

Paula se quedó pensativa un segundo, e ingresó nuevamente a la oficina de la estación.

- Quiero ver la grabación de las once, ¿Puedo? - Gabriel asintió nuevamente embobado, y Paula le sonrió.

Las seis cámaras de la estación a 10 kilómetros más arriba nos mostraban los mismos planos de siempre. Era la estación más cercana al galpón, por ende era la que más chances tenía de poseer grabaciones valiosas.

Paula se preparó un café muy tranquilamente, y se sentó en una silla. Pato y yo nos miramos sin entender un pomo.

- ¡AJA! - Gritó mi adorable cuñada - Tiene puesta mi remera... - Paula nos miró con una expresion de detective satisfecho, pero con los ojos aguados - Esa es Ema...

Nos acercamos en un segundo y Ema se veía agitada en la grabación. Trataba de parar autos, taxis, todo tipo de vehículos sin siquiera pensar en el peligro de viajar con un extraño.

Luego salió del foco de la cámara, dirigiéndose hacia la siguiente cámara. Un taxi se detuvo y Ema se subió. En las cámaras de las siguientes estaciones habíamos encontrado al taxi, que se dirigía a la ciudad.

Mi corazón daba vueltas en el interior de mi pecho, y un pequeño fueguito se encendió como lo hace cada vez que escucho una canción que me encanta.

Agradecimos a todos en la estación, y corrimos al supermicro.

- Oscar, ¡a la ciudad por donde sea más rápido! - Dijo Pato agitado. Gastón preguntaba como Paula se pudo haber dado cuenta por una remera que era Ema la chica del video... todos reímos.

- Me queda muy bien esa remera, se la preste porque sabía que íbamos a un recital... no a un secuestro... - Paula manejaba un humor muy negro, pero trataba de ser sensible. Al menos casi siempre.

Llegamos a una parada de taxis muy cercana a la ciudad.

- ¡Disculpe! - Dijo Gastón acercándose a uno de los conductores - ¿Sabe a dónde se dirige este vehículo?

Gastón le mostró una foto del número del taxi en su teléfono al conductor. Le explicamos la situacion muy a grandes rasgos. El señor arrugó su frente y tomó su radio.

- Central, necesito destino de veinticuatro siete siete - El señor tenía una boina marrón y una cara amistosa.

- Veinticuatro siete siete llegó hace cuarenta minutos a su destino, se dirigió hacia el centro de la ciudad. No me figura dirección exacta.

- Perdón, muchachos, es lo máximo que puedo hacer. Ojalá tengan suerte.

Agradecimos al señor, y nos comentó que el chofer del taxi veinticuatro siete siete era amigo de el, un hombre muy bueno.

Lo saludamos y nos dirigimos a la ciudad, era nuestra última chance.

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Hola!! Les traigo el capitulo de ayer :)
Como siempre, me tardó un poquito editando, así que se los dejo ahora...
Espero que les guste!
Nos vemos!!!

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora