111. Innuendo

325 21 3
                                    

Narra Guido:

Ema estaba dormida sobre mi hombro, siendo la causa de un leve dolor en el pecho. Decidí quitar su cabeza suavemente de mi cuerpo para levantarme y buscar algo de comida, pero Emma gruñó un poco y me atrajo nuevamente hacia su cuerpo.

Mientras tomaba agua, un ligero golpe en la puerta me sorprendió. Era Gastón, junto a Lu que venía animada para inivitarnos a desayunar.

- Pato me cerró la puerta en la cara, el se pierde las cosas ricas que pedí...

Ema escucho, y en un rápido movimiento ninja cazó su bata para no aparecer desnuda frente a nadie..

Unos minutos después nos encontrabamos todos sacando conclusiones en el restaurante del hotel, menos Paula y Pato que recién se encontraban llegando a la mesa.

- ¿Cómo dormiste? - Le preguntó Ema a su hermana para intentar sonrojarla

- No tanto como vos - Exclamó la pelinegra creando el efecto contrario al que Ema deseaba...

Todos reímos un poco, incluso Pato quien era responsable del mal descanso por parte de Paula. Pero luego noté un gesto extraño en la mirada de mi hermano mayor, una pequeña y sutil mirada inquisidora también rebotó sobre los ojos de Gastón, mi hermano aún mas grande.

La moza se acercó sutilmente con el resto del desayuno, pero salió fugaz a la mesa de al lado donde la llamaron repentinamente. Aprovechamos los tres para levantarnos con la excusa de dejar la cuenta paga.

- Esta mañana recibí un sms un tanto extraño... - Pato sacó su celular y nos enseñó un par de numeros raros '-34.474740, -58.622851'

- Son coordenadas, claramente - Exclamó Gastón tomando el celular rápidamente, y cuando presionó los numeros, estos lo enviaron directamente a una dirección.

- Es cerca de acá... pero las chicas no pueden saber, porque van a querer ir - Exclamé en un tono susurrante

Gastón les inventó una excusa pasable, y nosotros sin despedirnos, lo esperabamos en el lobby del hotel. El auto de Pato estaba estacionado en el subsuelo, y esta vez me tocó viajar atrás.

Recorrimos algunas calles sigilosamente, no había mucha gente a pesar de ser las 9 de la mañana. Pero era una zona hotelera, así que no nos pareció extraño la soledad en las veredas.

- Creo que es un café - Dijo Pato, mientras Gastón le indicaba que doblara a la derecha por una plaza. Unos diez minutos después, encontramos un café bastante antiguo y pequeño, de esos que ya no existen.

Nos pedimos tres cafés pequeños que parecían alquitrán, y las medialunas más deliciosas del mundo. Esperamos mas de 20 minutos, pero nadie apareció. Luego de un rato, nos percatamos de la mujer que se sentaba junto a la ventana, con el cabello rubio recogido en un rodete y una campera que le cubría el cuello. Rápidamente nos miró de reojo, y apoyo su mano en la mesa haciendo una seña para llamarnos. Gastón nos miró, y decidió acercarse solo él.

Era Eugenia, sabía lo que conllevaba acercarme a ella y el problema que podía tener si mi lengua soltaba todas las cosas que estaba guardando hace un tiempo. Los ojos de Eugenia se posaban de vez en cuando en los míos, y Pato solo miraba la pequeña taza de café un tanto preocupado.

- No quise hablarlo antes... teníamos miedo - Dijo Ella sujetando una gran taza de té

- ¿Miedo? Ustedes deberían estar presos - Exclamó Cuty levantando un poco el tono de su voz - Pero decime para que nos llamaste, y dónde está el cagón de David - Gastón golpeó sutilmente la mesa, y sabíamos que en realidad su interior clamaba por la ubicación de Mai.

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora