58. Una primera vez para todo.

792 54 4
                                    

NARRA GUIDO

Ema estaba preciosa, su figura resaltaba por sobre la de cualquier mujer presente en este hotel, aunque las miradas lascivas de los demás estuvieran irritándome un poco.

Ema sonreía como nunca, y se sonrojaba aunque hubiera dicho "budín".

Tal vez fui muy poco explícito al dejar la caja de ropa interior ahí, al azar. Pero ella había recibido mi intención, y me di cuenta de eso inmediatamente en el momento en que mi mano entro en contacto con la piel de porcelana de su pequeña espalda.

Ella corrió hacia la mesa de reserva y se alejo de mi como un rayo. Creo que estaba asustada.

Su pelo bailaba entre la tenue luz de la pequeña lámpara en el centro de la mesa. Y sus mejillas seguían igual de rojas.

Sus manos se paseaban nerviosamente por sobre la mesa. Y hablábamos de muchas cosas interesantes, la verdad fue como una cena cotidiana, de esas que tengo con ella cuando me hace explotar la cabeza en el buen sentido...

Aunque debo decir, que cuando terminamos de comer, y amague a levantarme, ella insistió en quedarse... tal vez había elegido el momento equivocado.

NARRA EMA

La cena fue perfecta, no solo la comida, también en cuanto a los temas de charla estuve muy cómoda, como siempre.
Pero el momento en que me entró el miedo fue cuando Guido despegó su culo del asiento.

Lo tomé de la mano y tartamudee un poco, causando que mi miedo se expusiera completamente. Guido me sonrió levemente y me tomo de la mano, luego se acomodo en la silla nuevamente, y me contó de algunas otras ofertas fuera del país para presentar sus conciertos.

Estuvimos hasta las 00:00 en el restaurante, hasta que nos dijeron que esa parte del hotel ya había cerrado. Fueron tres largas horas... y media, si contamos el tiempo en que tardamos en llegar.

Respire profundo, disimuladamente, luego el tomó mi mano, y yo lo seguí hasta el ascensor.

Mientras esperamos en esos quince segundos infernales la llegada del ascensor, sus ojos no se despegaban de mi y yo no podía dejar de mirarlos a través del reflejo en el espejo.

Cuando ya estuvimos adentro y las puertas se cerraron, entre en pánico. Me puse naranja, después roja y casi violeta. Era un arco iris de nervios.

Me sentía por primera vez, un poco insegura de estar subiendo a la suit de un hotel de lujo. Este no solía ser su estilo, pero se manejaba bastante bien.

Su pelo estaba tan alocado como siempre, pero por primera vez en mi vida había visto su lado imponente.

Su cara estaba mas tensa que hasta hace unos minutos, y sus labios estaban tan sellados como un pacto entre Paula y yo.

Llegamos al último piso, la puerta cremita con bordes en mármol tallado nos esperaba.

Cuando entramos, todo estaba en silencio. Su mano derecha tiraba suavemente de mi mano izquierda, dirigiéndonos a la habitación.

Guido se colocó detrás de mi, y me tapó los ojos con sus manos. Entramos, y me los destapó, no podía provocar sonido alguno.

La cama era enorme y llena de almohadas mullidas. Pero esta estaba rodeada de algunas pequeñas velas. Del lado izquierdo había un carrito con un balde de hielos en el que entraba una botella de Vino Espumante.

Guido extendió sus brazos para hacer que me acercara a el.

Se había quitado el saco y no me había dado cuenta. Seguía siendo perfecto, pero por alguna razón mi confianza había desaparecido en ese momento.

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora