91. Testigos de la destrucción. (M 3/6)

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NARRA GASTÓN

Pato y Guido se habían encontrado a los dos secuaces de Mailen a punto de fugarse.

Así que tomamos todos los instrumentos de la manera más disimulada posible y nos fuimos.

Seba y José venían conmigo y Oscar.

- Pibe, decile a Guido que vaya más lento... No creo que llegue si van a esa velocidad.

Oscar no podía pasar los semáforos en rojos, porque desgraciadamente un micro no mide lo que un fitito.

Le llame a Guido pero ni siquiera le entraba la llamada. Pato me daba ocupado, solo espero que las chicas estén bien.

Mientras tanto en mi interior una guerra se desataba, se destruían todos mis sueños junto al amor que creí merecer. Sentía esta esperanza hermosa de que Mai no fuera quien planeaba algo malo contra nadie, pero luego las pruebas me acuchillaban el centro del corazón.

La decepción y el miedo me invadían. El hecho de confiar en alguien así, y dejar que entrara en nuestras vidas como si nada. Me dolía haber sido tan iluso.

José se acercó a mi, y me tocó el hombro. Ellos han sido un pilar de la banda, tanto a nivel musical, como nivel de amigos.

Seba les llamaba a Guido y Pato sin parar.

Pato por fin contestó la llamada.

- Seba, decile a Oscar que nos siga. Más adelante nos paramos.

Hablé un rato con ellos para saber si estaban bien. Ambos contestaron que si.

Eugenia y David iban como rehenes y estaban callados, tanto que ni siquiera se les escapó la dirección donde estaría Mai.

Una pequeña esperanza me entró en el corazón al saber que Paula estaba bien, y que seguramente se dirigía a donde necesitábamos ir.

NARRA EMA

- Quédate quieta, porque no tengo miedo de dejarte acá ... y no creo que salgas de acá sin mi - Mailen estaba totalmente desquiciada.

- Mai, no entiendo nada... ¡somos primas! ¡Hermanas!... jamás te hice daño, te he querido como lo hago con Paula... No se que esté causando esto, pero sabes que nos tenes a todos, a Gastón, Guido, Pat...

- ¡CALLATE! - Dijo, para darme una cachetada y dejar mis mejillas más rojas de lo que ya estaban - No te atrevas Ema, no tengo a nadie... vos sabes que no después de esto...

Yo sólo quería pararme e irme, pero mis manos estaban atadas a una silla, al igual que mis pies.

Nos encontrábamos en un galpón sucio y oscuro. El conductor de la trafic estaba sentado en la parte trasera del vehículo, vigilando la entrada del galpón.

Mai balbuceaba cosas pero yo no entendía absolutamente nada de lo que decía, hasta que comentó lo siguiente:

- ...Y Guido... No puedo creer que hayas sido tan forra de robarmelo, sabiendo cuanto me gustaba, quitandome la única oportunidad que yo misma conseguí para hablarle y que me notara.

- Mai - La interrumpí - Yo jamás te robe a Guido. Yo sólo quería evitarte un ridículo...

- ¿¡Un ridículo?! ¡Me robaste la chance que tenía de estar con el! - Bueno, ahora entiendo como todo se había ido al carajo.

Mai hacía referencia a la situación que me conecto con Guido... quiero creer que no tiene razón... Pero algo me dice que tal vez ella y Guido hubieran funcionado sin mí en el medio.

¿Dónde mueren las promesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora