Capítulo 5

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La cantidad de sangre cada vez era mayor. Elizabeth la había dejado beber pero ninguna de las dos se percató de la falta de sangre en su cuerpo, pues Alcina bebió por un buen rato hasta notar el color pálido en la piel de la joven.

-Creo que ya es suficiente.-limpió su boca y la herida de Eli mientras la acomodaba en el sofá rojo que había en aquella sala-. Deberías descansar un poco aquí.

-No es necesario, tengo trabajo por terminar.-dijo dispuesta a levantarse cuando sintió un gran mareo nada más incorporarse.

-Apenas puedes mantenerte en pie, no podrás evitarlo.-posó su mano sobre su hombro para que no cayera hacia delante.

-Esto no es nada que no pueda manejar mi Lady.-ese comentario solo la frustró más quitando su agarre y cruzándose de brazos.

-Adelante entonces, camina.

La rubia asintió y se levantó con un pequeño impulso. Sus piernas temblaban y todo a su alrededor se veía borroso pero eso no la detuvo de dar unos cuantos pasos hacia la puerta. Creyó lograrlo pero en el último momento cayó al suelo, o casi. Alcina había sido lo bastante rápida como para sujetarla antes de que se hiciera daño.

-Vaya, y yo que creía que podías con esto.-no hacía falta mirarla para saber que tenía una sonrisa burlona decorando su rostro-. Me temo que tendrás que quedarte conmigo esta noche.

¡¿Qué?!

Alcina la cargó en sus brazos y salió de la sala con ella. Elizabeth no podía resistirse por varias razones, entre ellas que estaba débil y que Lady Dimitrescu era muy fuerte. Lo que no pudo esperar fue entrar en el cuarto de su ama y ser acostada por ella en su cama.

No. De ninguna manera.

Fue a levantarse sin éxito y no ayudó el hecho de ver a Alcina quitándose el vestido lo que hizo que se volteara casi al instante. Volvió a intentar levantarse quedando sentada al borde la cama.

-Creo que es mejor que yo duerma en...

-No vas a dormir en el suelo Elizabeth.-respondió como si fuera capaz de leerla la mente-. Te quedarás en mi cama. Si te sientes incómoda puedes quedarte en un lado, es solo para prevenir que te desmayes tratando de llegar a tu cuarto.

-Tampoco tengo opción.-murmuró y volvió a acostarse dándola la espalda. Al poco tiempo sintió un peso a su lado dándola a entender que Alcina dormiría con ella.

-Descansa cervatillo, lo necesitas.

Sin duda iba a ser una larga noche.

***

De nuevo no había soñado nada, solo un manto negro sin más. Abrió levemente los ojos sabiendo que ya había amanecido a pesar de que las ventanas estaban tapadas para prevenir el toque de la luz del Sol. Entonces se percató de algo al notar algo frío alrededor de su cuerpo. Estaba abrazada a Alcina.

-¡¿Pero qué?!-pensó para si misma sin saber como había llegado ahí. No eran solo los brazos de la Dimitrescu los que la rodeaban pegándola a su pecho, sino que ella misma abrazaba su cintura y apoyaba su cabeza en su vientre. Observó los detalles del vestido negro de noche que parecía usar su señora para dormir y bajó la mirada en el instante que vio su busto-. ¿Cómo salgo de esta?

Lo que no sabía era que la vampira estaba bastante despierta, ya que ella apenas dormía, y la miró disimuladamente tratando de no reír al ver el color de sus mejillas. Quería ver sus reacciones, la hacian demasiada gracia y al mismo tiempo hacían que viera a la pequeña sirviente de forma tierna. Y el mejor momento fue cuando intento salir de su agarre con sumo cuidado para no "despertarla".

¿Qué hizo Alcina? Sonrió ladinamente y volvió a pegarla a ella, esta vez más cerca de su pecho.

-Se acabara desmayando como siga sonrojándose.-pensó para si y posó su mano sobre sus cabellos rubios jugando con ellos-. Buenos días cervatillo.

-Bu-Buenos días mi Lady.

-¿Te sientes mejor?-dijo despegandose de ella para levantarse. Solo vio a Elizabeth asentir varias veces-. Muy bien, te necesitaba con fuerzas para hoy.-tomó su vestido blanco y empezó a cambiarse, no sin que Eli se hubiera girado para no mirar-. Hm, querida ¿Puedes hacerme un favor?

-Por supuesto mi señora.

-¿Podrías ayudarme con el vestido?-de nuevo escuchó como aumentaban los latidos provocando una risilla de su parte-. Resulta muy fácil de quitar pero para poner es bastante distinto.

-Vamos Eli, no es para tanto.-negó con la cabeza varias veces y fue hacia Alcina tomando la cremallera para empezar a subirla. Pudo tocar más de una vez la suave y helada piel de su espalda a medida que lo subía-. Ya esta.

-Tus manos son bastante calientes.-Alcina se giró y se arrodilló para quedarse a su altura. Tomó una de las manos de Elizabeth y la colocó en su mejilla dejando que el contraste de temperatura actuara por si solo-. Se siente bien.-acarició el dorso de su mano y lo acercó a sus labios dejando varios besos sobre ella.

-¿Mi Lady?-preguntó nerviosa pero sin apartar la mano.

-¿Pasa algo? Yo no veo problema con esto.-sonrió soltando su mano-. Ve a prepararte, te espero a la hora de la comida.-dijo para sentarse en su tocador y empezar a pintarse los labios con ayuda de un pequeño espejo.

-Por supuesto.-se inclinó y salió lo más rápido que pudo de allí con miles de ideas en su cabeza-. Tengo que comprarle el espejo hoy, le hace falta.-susurró observando su mano. Sintió un escalofrío y una suave risa salió de ella, estaba emocionada y al mismo tiempo no entendía nada. Pero estaba bien, pues pasaba tiempo con la vampira que admiraba desde que tenía memoria.

Ahora su pregunta era: ¿Por qué querrá verme en el comedor frente a todas? No suelo ser la encargada de servir, al menos no normalmente. El tiempo lo dirá, mientras tanto prepararé al caballo para el viaje de esta tarde.

Y con estos pensamientos se fue a los establos aún con dudas invadiendo su mente.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora