Capítulo 28

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Ambas se habían quedado abrazadas entre si por un tiempo. Elizabeth se había calmado y no se despegaba de ella mientras que Alcina escuchaba el latir de su corazón aún culpable.

-Vamos, es hora de que vuelvas. -aquellos ojos verdes ahora más vivos que antes la miraron para después negar-. ¿Por qué no?

-Tú no cumpliste, yo no tengo porque seguir haciéndolo. No pienso volver a ese cuarto blanco aunque me lleves obligada.

Y así fue, Elizabeth no volvió a pisar la enfermería y pudo volver a su vida en el castillo. Aún era incapaz de caminar como antes pero eso no supuso un problema para ninguna.

-¿Me puedes dejar ya?-gruñó mirando de reojo a la pelirroja quien empujaba la silla de ruedas donde estaba.

-Solo una vuelta más porfi.-alargó la “i” sin dejar de mirarla.

-..... Ah, venga vale.-se preparó para otra vuelta suicida por parte de la vampiresa. Se había convertido en su atracción favorita.

Daniela no tardó en correr por todos lados mientras llevaba a la rubia quien a veces se reía y otras temía por su vida. En ese momento se fijó.

-¡La escalera! ¡Dani la escalera!-gritó agarrándose a su silla-. ¡¡DANIELA!!

Por suerte para ella alguien la frenó antes de caer, un brazo grande y fuerte la tenía agarrada de su vientre y ella no tardó en aferrarse a él clavando sus pequeñas uñas. Ambas sintieron el corazón de la menor detenerse por unos segundos.

-......-sin soltarse soltó un largo suspiro-. He visto mi muerte al final de esas escaleras.-susurró viendo como Daniela se disculpaba rápido y se iba corriendo-. ¡La madre que te....!-cerró la boca al darse cuenta, miró hacia arriba y carraspeó-. Lo siento.-rió nerviosa soltándola-. Gracias por evitar una catástrofe Alci.-se alejó un poco de las escaleras dejando sus manos en las ruedas.

-No ha sido nada.-posó su mano en su hombro con cuidado-. Te toca rehabilitación.

-Lo se pero mi piloto no era el mejor.-empezó a moverse con su silla solo para sentir como la frenaban-. ¿Qué pasa?

-Deja que te lleve, te cansaras así.

-¿Estas de broma?-movió las ruedas con más fuerza mientras ambas iban por los pasillos-. No estoy inválida, respeta eso. Incluso si lo quiero puedo ser mucho más rápida que tú.-añadió subiendo la velocidad pasando delante de ella por los pasillos.

Sigues siendo tan cabezota.

La libertad de la humana duró poco pues sintió como agarraban los mangos de su silla y la empujaban. Miró con desdén a la mayor y se cruzó de brazos dejándose llevar hasta la sala que usaban para ella. Una vez llegaron se levantó de la silla y se acercó a las barras donde podía apoyarse si se tropezaba. Alcina se puso en el otro extremo como precaución por si caía.

-No me va a pasar nada, tranquila.-caminó con normalidad agarrándose muy poco mientras se dirigía hacia ella-. Mira mama, tu bebe esta dando los primeros pasos.-bromeó viendo como la expresión de la mayor se relajaba mostrando una pequeña sonrisa-. Ya puedo caminar, es cuestión de práctica.-salió de entre las barras y ando por la sala sin problema.

-No deberías arriesgarte, aún las tienes débiles.-volvió a sonreír al ver como hacía puchero.

-No empieces otra vez.-se sentó en una de las sillas y comenzó a quitar los vendajes de su brazo-. Así mejor.-lo balanceo varias veces y apretó su mano mientras la miraba de reojo-. Puedes acercarte si quieres.

No puedo.

-Prefiero estar aquí.-la rubia simplemente asintió comprendiendo la dificultad de todo esto. Tenía que darla tiempo.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora