Capítulo 18

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La noche continuó tranquila, con varias risas entre las niñas quienes se contaban historias de terror entre si. Elizabeth disfrutaba de esto, se sentía bien sin contar las miradas de reproche que recibía de la mayor cada vez que se quejaba por la herida.

-¡Eli te toca!-saltó Daniela a su lado.

-¿Eh? ¿Yo?-la miró incrédula.

-¡Si! Siempre cuentas las mejores historias de terror, cuenta una.

-Um... No esta vez Dani, no se me ocurre ninguna.-vio a la menor de las hermanas haciendo un puchero-. Será la próxima vez.

-¡Venga porfa!-tomó sus manos-. Aunque sea repetida.-la rubia rió mirándola y asintió emocionandola-. ¡Toma ya!

-Bien, dejame pensar.-se cruzó de brazos-. Vale, ya se cual. Os contaré la historia de la niña del bosque.-Alcina la miró de reojo escuchándola detenidamente-. Hace mucho tiempo atrás una pequeña niña vagaba sola por la inmensidad del bosque ¿Por qué? La respuesta era sencilla. Desde su ventana había visto una bella lucecita blanca que no dudo en seguir, aunque eso conllevara que se perdiera en mitad de la noche.-relató sin quitar sus ojos de las chicas-. “Voy a atraparla” decía con emoción, pero nunca esperó aquello que ocurrió después. Escuchó pequeños llantos venir del camino donde había ido esa lucecita y la pequeña curiosa se acercó a mirar. No era su lucecita pero si una criatura apuesta, un fauno quizás.-sonrió al ver como atendían a la historia sin hacer ruido-. “¿Por qué lloras?” preguntó asustada y el ser respondió “Ya nadie quiere jugar conmigo, me siento tan solo”. La chica sintió pena por ese ser y le ofreció jugar a lo que la respondió “Si te encuentro te quedarás conmigo para siempre”-empezó a hacer sonidos con la boca dándole efecto a la historia-. Ella asintió sin preocuparse hasta que vio que algo había cambiado a medida que corría a esconderse. El bosque se había vuelto más tenebroso y lo que creía ser su amigo se había vuelto un monstruo. “ Contaré hasta tres. Unaaaaa....” contó lentamente con voz más gruesa “Dooooos”.-hizo una pausa viendo como se agarraban entre ellas.

-“¡Te encontré!” -gritó Daniela asustando a sus hermanas. Las dos empezaron a reírse por los chillidos que habían pegado mientras Alcina las miraba divertida.

-¡Daniela eres idiota!-gruñó Cassandra.

-¡Casi nos da un infarto!-continuó Bela.

-Es que ya me la sabía.-sonrió pasando su brazo por encima de la rubia-. Aunque esta vez la contaste mejor, me ha gustado más.-escucharon pequeños aplausos viniendo de su madre.

-Ha sido buena, no lo puedo negar.-Elizabeth sonrió con algo de vergüenza.

-No es para tanto.-un trueno lejano cortó sus palabras-. Creo que es hora de irnos, las lluvias se acercan.-comentó mirando el poco cielo que vislumbraba a través de los arboles. No tardó en escuchar quejas.

-Tiene razón hijas, es hora de volver a casa.-Alcina se levantó apagando el fuego y preparando las cosas.

-Si madre.-obedecieron-. Por cierto, tuvimos que dejar a tu caballo.-agregó Bela mirando a la humana.

-Dije que lo hicierais si suponía una carga, no hay problema por eso.-se levantó de su sitio y caminó detrás de ellas, aunque su paso era más lento de lo habitual. Alcina se dio cuenta casi al instante y con un pequeño suspiro la tomó en sus brazos-. ¡A... Alcina! ¡No... No es necesario! Puedo caminar.

-Me da igual, no quiero que se te abra más esa herida.-la cargó como si nada escuchando las risillas de sus hijas-. E irás en mi caballo.-la subió delante para después montar ella y tomar las riendas-. ¡Vámonos!

El viaje de vuelta fue tranquilo y extraño para ella. Las niñas jugaban entre ellas mientras Eli se quedaba a cargo de la mayor quien a veces la sujetaba con una de sus manos o la pegaba más a ella. Sabía que estaba un pelin enfadada con ella pero al mismo tiempo se alegraba de tenerla a su lado, era algo contradictorio.

Una vez llegaron cada una se retiró a su habitación y ella no iba a dudar en escabullirse aunque Alcina ya había previsto sus intenciones y la agarró de nuevo.

No esta vez.

Una vez en su cuarto la sentó en la cama y dejó su pierna estirada quitando las vendas.

-Tranquila lo curaré enseguida.-con solo una mirada supo que tenía que callarse.

-No vuelvas a hacer una idiotez como esta Elizabeth.-acercó un botiquín que tenía preparado para ella.

-Alci... No iba a dejarte allí sola.

-¡Pero corriste mayor peligro así y no...! Espera... ¿Cómo me has llamado?-Eli carraspeó mirando hacia otro lado-. Elizabeth.-llamó tomando sus mejillas y obligándola a mirarla.

-Um... Alci.-respondió fijando la vista en sus orbes dorados-. ¿Te molesta? Puedo cambiarlo o llam...

Sus palabras se disiparon en cuanto la beso con suavidad y acarició suavemente su mejilla.

-Me gusta, dejalo así.

¿Cómo puedes ser tan fría y seria pero al mismo tiempo tan dulce?

-Entonces te llamaré así.-rascó levemente su nuca-. ¿Me libre de tu enfado?-la mayor soltó una pequeña carcajada.

-Más quisieras.-la miró-. Así que ahora me cobraré lo que hiciste.-pasó su helada lengua por su pierna haciéndola temblar.

-¡¿Qué?!-saltó un poco.

No me digas que piensa hacerlo.

Lady Dimitrescu continuó ignorándola mientras se alimentaba de toda la sangre esparcida por su muslo a causa de la herida. A su parecer era deliciosa y verla estremecer solo la emocionaba más. Entonces elevó su ojos hacia ella viendo su cara completamente roja.

-No se en que estarás pensando pero solo estoy limpiando tu herida.

.......

-¡¿Qué no tenías otra forma de limpiarla?!-Alcina no se contuvo más y estalló a carcajadas. Una de las cosas que había descubierto de la menor era su temperamento y como se ponía al ser molestada con esas cosas.

-Le habría quitado toda la diversión.-contestó terminando de lamer para empezar a coserla.

-Eres de lo peor.

-Pero me adoras.

-En eso tienes toda la razón Alci.-rió con ella y miró el techo de su habitación-. Oye... ¿Por qué pusiste esa cara al ver mis cuchillos? ¿Hay algún problema con ellos?

-Oh, no. Nada de eso.-siguió pasando la aguja y el hilo para desgracia de la humana-. Elizabeth se sincera ¿Recuerdas algo de tu pasado? Antes del castillo.

La joven lo pensó detenidamente, pero ya conocía la respuesta.

-Nada de nada. Lo único que puedo considerar un primer recuerdo es...-tomó aire-. Diciembre... De hace veinte años.

-......-la vampira analizó sus palabras-. Esa es la fecha de cuando llegaste.

-En efecto.-asintió-. A veces sueño con eso, pero es lo más lejano de mi memoria. Aquel invierno... Entrar a este sitio y verte bajar las escaleras. No es algo que podría olvidar.

-Creo saber porque te gusta el invierno ahora.-añadió Alcina guardando sus herramientas.

-Me has pillado. Pero tampoco recuerdo mucho mis primeros años aqui, es decir era muy pequeña.

-Eras una pulga.

-Gracias por tu opinión titán, a tu lado todos somos pulgas da igual la edad.-bromeó recibiendo un ligero golpe.

-¿Querrías saberlo?-se apoyó a su lado sin dejar de observarla.

-¿Sinceramente? Me da bastante igual. Prefiero mi presente.-sonrió.

-Si algún día quieres hablarlo te lo contaré.-asintió agradecida.

Mi pasado no me importa, ya te tengo a ti aquí a mi lado y no necesito más. Pero si me das la oportunidad uniré todo eso junto a ti.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora