Capítulo 85

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Con mucha dificultad para la mayor de las dos, salieron del castillo y caminaron rumbo hacia los dominios de Donna agarradas de la mano.

La cosa más extraña de ver no era a Alcina caminando por el campo sin carruaje, sino verla vestida con pantalones y camiseta.

-Me siento rara así vestida.-susurró para si.

-Era lo más cómodo para que pudieras caminar sin problema. Además, es tuya y de tu talla pero llevas mucho tiempo valiendote de vestidos.-respondió la de cabellos rubios ayudándola a mantener el equilibrio.

-¿Tenemos que ir caminando allí?-se quejó al verse tambalear.

-Sí. No estaríamos todas cómodas en un solo carruaje, además...-sonrió de lado-. Es divertido verte así.-esquivó el golpe a tiempo y la volvió a sujetar-. No deberías de golpear la mano que te mantiene en pie.

-No lo haría si no fueras tan provocadora conmigo.

-¿Yo?-colocó una mano sobre su pecho ofendida-. ¡¿Pero que dices?! Yo sería imcapaz de hacerte eso.-rió al ver como rodaba los ojos y soltaba una pequeña risilla junto a ella-. No queda mucho, tranquila.

Lady Dimitrescu se mantenía sujeta a ella con cuidado de no caer mientras admiraban el paisaje, y fue cuando notó los ojos de su amada sobre ella.

-Lo estas deseando, venga hazlo.-dijo como si la molestara, aunque en realidad lo adoraba. Elizabeth no esperó ni un minuto más y la tomó entre sus brazos y se elevó en el aire.

-La pena que no pueda caminar contigo en brazos, tocas el suelo.-se quejó llevándola con cuidado mientras Alcina jugueteaba con su cabello o sus cicatrices.

-Al final terminaste con el cuerpo cubierto de ellas.-pensó en voz alta al tocar la de su rostro.

-Si, pero no me molestan. Para mi son símbolos importantes, demuestran que sobreviví y seguí adelante para estar a tu lado.-sonrió-. Lo mismo va para el tatuaje de atrás, solo para las Dimitrescu.

-Tan leal que eres.-canturreó acariciándola.

El pequeño viaje siguió tranquilo, incluso la vampira llegó a tararear despacio ganándose la completa atención de quien la cargaba.

Me gustaría oírte más seguido. Me encantaría...

-Oírte cantar.-dijo sin darse cuenta.

-¿Decías algo?-Alcina giró la cabeza viéndola y fue cuando se dio cuenta de su error. Negó rápidamente con la cabeza-. Mentirosa, puedo notarlo.-entonces tarareo la misma canción de antes distrayendola para no que dijera nada más.

Al rato la bajó al ver que estaban al lado de la casa y siguieron tarareando hasta llegar a la puerta.

-Me gustaría volver a tocar contigo. Hace tiempo de eso.-habló de la nada mientras esperaba con las manos en su espalda.

-Lo haremos más seguido ahora que te tengo para mi.

La puerta se abrió con un sonoro crujido parecido al de las películas de terror.

-¡Las locas acaban de llegar!-anunció Angie y saltó a los hombros de Alcina-. ¡Y ahora soy alta!-añadió haciéndolas reír.

-Hola a ti también Angie.-saludó la mayor pasando por la puerta.

-¡Dios!-chilló al verla-. ¡Nenas emergencia! ¡La vampira gigante esta distinta!-saltó de ella y voló hacia dentro dejándolas a ambas estupefactas.

-Oh ya, por tu ropa.-comprendió la menor tomando su mano y entrando más en la casa de la lord.

Las niñas no tardaron en saltar sobre ellas y abrazarlas.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora