Capítulo 71

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Los días fueron pasando y todos y cada uno de ellos eran igual de buenos. Elizabeth no se aburría, sino ayudaba a Alcina con su trabajo estaba con las niñas. Siempre tenía tiempo para todas las Dimitrescu. Su simple presencia la hacían tan feliz y la avivaban tanto por dentro.

El frío empezó a llegar para pena de las niñas, pero ahora no estarían solas por el castillo. Eli era la que estaba dispuesta a jugar a todo e incluso su querida madre se unía a veces.

Todo iba demasiado bien, incluso el pequeño plan que tenían las pequeñas para decírselo a la rubia. Pero se iba a estropear por la cosa más inesperada posible.

Pequeños y tiernos estornudos y alguna que otra tos sonaban por los pasillos. La pareja no pasó por alto estas cosas y ambas decidieron investigar de que se trataban.

La primera en ser descubierta fue Daniela, quien se enrollaba así misma en una manta y se acostaba en uno de los sofás de la biblioteca.

-¿Dani? ¿Estas bien?-la pelirroja saltó del susto.

-¡¿Eli?! ¿Qué haces aquí?-escondió la tos-. ¿N-No tenías algo que hacer?

-Sí, lo estoy haciendo ahora.-se acercó a ella y tocó su frente notando una temperatura alta-. Oh Daniela.

-¡Por favor no se lo digas a madre!-suplicó la menor-. ¡No es nada!

-No se lo diré si tu prometes contárselo esta noche.-la menor de las Dimitrescu hizo un puchero antes de aceptar las condiciones.

La segunda fue Bela, pues mientras acechaba a una de las sirvientas empezó a estornudar y dolida se apoyó contra la pared dejando que se escapara. Sintió como alguien la cargaba en brazos solo para ver a la humana.

-Calla.-indicó antes de que pusiera alguna excusa-. Ya he visto suficiente Bela. Quedate en la cama y habla con tu madre.-ella la miró sabiendo que no tenía escapatoria y se cruzó de brazos asintiendo.

Cassandra no era tan fácil de pillar como sus hermanas, pero era la que más tiempo pasaba en las mazmorras ademas de Bela. Ese lugar era húmedo y no era buena idea tenerlas allí. Elizabeth decidió esperar a que alguna de las dos hablara con su madre, las dio esa oportunidad pero ninguna lo hizo.

-¿Qué te preocupa mi cervatillo?

-¿Recuerdas esas toses que escuchamos hace unos días?-Alcina asintió-. Las niñas estan enfermas, por lo menos Bela y Daniela.-la matriarca se levantó de su sitio rápidamente.

-¿Cómo dices?

-Prometieron decírtelo anoche pero ninguna se presento. Si quieres podemos esperar a la comida para que puedas verlo tu misma.

-La verdad había notado a Cassandra algo más cansada de lo habitual.-murmuró para si misma-. Iré preparando su cuarto especial.

¿Cuarto especial?

Fuera lo que fuese la humana sabía que sus hijas lo eran todo para aquella vampira, asi que el cuidado estaría asegurado.

Una vez llegó la hora de la comida Alcina fingió que no sabía nada y actuó de forma normal. Ambas se fijaron en el aspecto de cada una, nariz roja, ojos llorosos y cansados, todo eso añadiendo que no estaban tan energéticas.

-Niñas.-llamó con voz firme haciendo que todas la prestaran atención-. Venir aquí.-señaló su lado y espero pacientemente que todas ellas se acercaran y se pusieran en fila. Alcina se levantó y quitó su guante tomándolas a todas la temperatura-. ¡Lo sabía!

-¡Madre podemos explicarlo!-se anticipó Bela.

-No importa, no quiero ninguna excusa. Si hubiera sabido vuestra condición antes ahora ya estaríais mejor.-tomó a Bela y a Cassandra en sus brazos-. A vuestra habitación hasta que os recuperéis.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora