Capítulo 45

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Al final habían conseguido frenar la congelación de Bela y habían tratado la herida de Elizabeth quien yacía en la cama aún dormida. Alcina estaba apoyada a su lado incapaz de dejarla. Había tenido suerte en llegar para protegerla antes de que algo malo la pasara, pero no podía evitar pensar en que si hubiera hecho caso a su instinto la menor no estaría así. Miró a Bela la cual estaba acostada al lado de Elizabeth con algo de pena.

-No tienes porque sentirte mal mi pequeña. Hiciste muy bien al intentar defenderla.

-Pero ella acabó siendo la que me protegió y se preocupó por mi antes que por ella misma.-susurró dejando que su madre la escuchara mientras se apegaba a la humana.

-Estoy segura de que lo hizo porque te aprecia tanto como yo lo hago.-Bela sonrió un poco al pensarlo y soltó una pequeña carcajada al sentir los besos de su madre. Iba a decir algo cuando vio a Elizabeth moverse un poco.

-.....-pestañeó varias veces y trató de incorporarse-. ¿Qué...?-antes de poder preguntar nada Bela la estaba abrazando fuerte y escondía su cabeza en el hueco de su hombro-. ¿Bela?

-¡Estas bien! Dios estas bien.-sollozó levemente. Alcina se sentó en la cama tomando la otra mano de la rubia sonriendola.

-¿Dormiste bien?

-Como un bebe creo yo.-bromeó despeinando a la pequeña vampira-. Y estoy perfectamente, no hay de que preocuparse.-las sonrió a ambas y trató de levantarse de la cama. Ambas Dimitrescu la empujaron suavemente de vuelta a ella-. Como madre y como hija por lo que veo.-bromeó.

-Tenemos que asegurarnos de que te recuperas bien. Tu herida no fue poca cosa.-añadió Alcina sin soltar su mano.

-Sigo viva, eso es lo que cuenta.-miró a Bela-. ¿Cómo estas? ¿Cómo va tu herida?

-Ya esta curada, madre y mis hermanas consiguieron parar la congelación.-dijo señalando el lugar de la herida para ver solo una minúscula y poco visible cicatriz.

-A veces envidio vuestra capacidad de regeneración.-entonces pensó en las palabras de la hija mayor-. ¿Congelación?

-Era un arma ancestral, aquellas forjadas por antiguos cazadores. Esa estaba impregnada por un veneno congelador.-explicó la mayor-. A ti también te afectó pero pudimos pararlo a tiempo.

¡¿En qué cojones pensabas Heather?!

La puerta se abrió de un golpe seguida del ruido de muchas moscas que revolotearon alrededor de Elizabeth para que aparecieran las dos figuras que faltaban.

-¡Te dije que estaría viva! ¡Eli puede con todo!-habló Cassandra con orgullo.

-¡Y yo te dije lo mismo idiota!-replicó Daniela abrazando a la humana-. ¡No vuelvas a darnos estos sustos!-lloriqueó un poco como niña pequeña.

-Creeme que no era mi intención Dani.-se sentó abrazándola mejor y acarició la mejilla de Cassandra quien sonreía un poco.

Había sido un gran susto para todas y Elizabeth sabría las consecuencias que ello traería, pero en estos momentos solo podía pensar en la comodidad de su hogar junto con las nenas y su amada.

-Os estoy viendo las caras y no me pienso quedar en la cama por días.-sentenció mirándolas seriamente.

-¡Pero...!-silenció a las tres chicas cruzándose de brazos e intensificando su mirada-. Esta bien...-bufaron al mismo tiempo.

-Lo mismo va para ti Alci, nos conocemos esto.

-Sabes que cuando quiero algo se hace.-dijo con una sonrisa burlona.

-Y sabes que puedo pasar de eso cuando quiera.-le devolvió el gesto para después soltar un par de carcajadas-. Vamos, esto ni se nota. Terminemos de celebrar como es debido.-se levantó como si nada y agarró las manos de las niñas para que fueran detrás de ella mientras Alcina negaba con la cabeza.

¿Qué puedo hacer contigo?

La tarde continuó como si nada hubiera ocurrido, como si todo fuera algo muy pasado. La noche acabó llegando más pronto de lo que querrían y las pequeñas fueron mandadas a la cama. Ahora solo eran Elizabeth y Alcina solas en la habitación.

Ninguna habló mientras se cambiaban la ropa pero ambas sabían que el tema tendría que salir de una forma u otra. Fue Alcina quien se aventuró a empezar esa conversación.

-Tuviste mucho valor antes. Y fuiste muy fuerte a pesar de como estabas.

-Dolía como no tienes idea, pero no iba a permitir que te tocaran. Me hubiera gustado haber sido más rápida para poder evitarlo también con Bela.

-¿De qué estas hablando? Recibiste una puñalada en su lugar. Protegiste a mi hija y me protegiste a mi aún estando débil.-Alcina se acercó a ella posando sus manos sobre sus hombros.

-Tienes razón, pero no es algo que quiero que me agradezcas. Lo hice porque era lo que debía hacer. Incluso debería ser yo quien te diera las gracias Alci.

-¿Por qué? Me he prometido a mi misma protegerte ante todo y así va a ser siempre.-la rubia sonrió ante sus palabras-. Sé que no quieres pensar en ello pero necesito saber que te dijo esa traidora.

¿Debería decirle? No quiero que se enfrente a Miranda.

Elizabeth peleaba consigo misma hasta recordar la promesa que ambas se hicieron hace apenas unas semanas. No podía incumplirla, era mujer de palabra.

-Solo no te enfades ni trates de actuar sin pensar.-dijo tomando la mano de la vampira para sentarla a su lado-. Era una enviada de Miranda, igual que la anterior.

Esa ya fue la gota que colmo el vaso.

Alcina gruñó fuerte, sus ojos cambiaron de dorados a unos rojos inyectados en sangre. Iba a levantarse pero Elizabeth anticipó sus movimientos y la acostó en la cama mientras se ponía sobre ella.

-Eli apartate.-gruñó de nuevo mostrando sus colmillos.

-No Alcina, no esta vez.-junto sus manos con las de ella al ver como sus garras amenazaban con salir-. Tienes que calmarte.

-¡¿Cómo pretendes que me calme cuando te estan dando caza?! ¡Sueltame!-gritó algo desesperada. Por supuesto que era mucho más fuerte que ella pero podía herirla si intentaba siquiera moverla. Era por eso que Elizabeth aprovechaba esa baza a su favor para “inmovilizarla” y calmarla.

-Respira despacio mi amor.-susurró para que solo ella pudiera escucharla. Se relajó a si misma para que Alcina pudiera escuchar el suave latido de su corazón y fue calmándose poco a poco-. Sigue el sonido de mi voz.-murmuró de nuevo mientras sus pulgares acariciaban el dorso de sus manos.

Necesito que te calmes, tienes que pensar con claridad Alci.

Alcina hizo caso de lo que decía al no tener más remedio. Cerró los ojos centrándose en los ligeros latidos que emanaban de ella y las caricias empezaron a surtir efecto provocando un suave ronroneo. Elizabeth sonrió y apartó ambas manos para posarlas en sus mejillas y hacer el mismo tipo de caricias. Lady Dimitrescu disfrutaba con esos mimos, con ese toque y con ese momento. Volvió a abrir los ojos mostrando el color dorado que la humana tanto adoraba.

-Así es, bien hecho.-sonrió besándola despacio para no despertar a la bestia lujuriosa que habitada dentro de la vampira.

¿Cómo puedes tener esta capacidad para tranquilizarme?

-¿Mejor?

-Mucho mejor.-soltó un suspiro y observó el delicado y hermoso rostro de la rubia.

-¿Ronroneaste?-preguntó con una sonrisa. La cara de Alcina se enrojeció al instante y se apartó de ella-. ¡Lo hiciste!

-¡No es verdad! ¡No lo hice!

-Mi querida Alci ronroneó, eres una linda gatita.-se burló entre risas.

-¡Elizabeth!

Al menos había conseguido distraerla por aquella noche.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora