Capítulo 104

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Una gran explosión de poder cubrió ambas figuras llevándoselas consigo entre gritos agonizantes y lágrimas desesperadas.

-¡ELIZABETH!-gritó Alcina intentando romper la barrera que las separaba mientras sus sollozos aumentaban por momentos.

La megamiceta fue despejandose poco a poco con la muerte de su principal base, permitiéndoles a ambos Lords contemplar su alrededor en busca de aquella joven de cabellos rubios.

El humo empezó a disiparse y fue cuando pudieron verla. Un cuerpo cristalizado y el otro tirado en el suelo sin vida. Alcina se apresuró sin mediar palabra con su hermano y agarró el cuerpo de su amada intentando con todas sus fuerzas escuchar el suave latido de su corazón.

No se oía nada.

-Por favor... No puedes hacerme esto... Eli... Cervatillo, te lo suplico.-lloró y lloró entre plegarias por traerla de vuelta mientras Karl se arrodillaba junto a ella escondiendo sus propias lágrimas.

Una corriente pasó por el cuerpo de la muerta, algo notado por la vampira quien la miró esperanzada.

Sus ojos se abrieron de golpe y su cuerpo saltó pasando a ser su posición a una sentada. Respiró de forma agitada recuperando el aire mientras su cuerpo temblaba.

-¿Q..Qué..?-dijo antes de sentir los fríos brazos de su esposa rodeándola.

-¡Maldita sea, Elizabeth!-regañó entre sollozos sin soltarla-. No puedes... No vuelvas a hacer esto en tu vida ¡Jurame eso!-gritó pegándola más a ella-. Dios... Estas aquí.

-Estoy aquí.-repitió abrazándola y tosiendo un poco-. Pero no debería, no lo entiendo.-se levantó con ayuda de Lady Dimitrescu y se acercó al cuerpo de Miranda ya cristalizado-. ¿Cómo es posible?

-Yo lo sé.-una voz masculina la interrupió. Era Ethan junto a una Rose dormida que descansaba en sus brazos. Se aproximó a ellos y extendió su hija a Heisenberg-. Cargala.-ordenó posandola en sus brazos mientras el lord titubeaba-. Prometeme que la mantendrás a salvo hasta que vuelva con su madre.-gruñó agarrándole del cuello de su ropa.

-Si si si, aparta.-dijo viéndole-. Lo prometo.-sujetó a Rose con delicadeza.

-¿Qué significa esto, Ethan?-la rubia le miró aún sin comprender.

-Solo un alma puede salvarse si se le proporciona otra igual de fuerte.-levantó su mano derecha mostrando como empezaba a desintegrarse-. Aquella chica me enseñó un conjuro en caso de que Miranda le hiciera algo a mi hija, pero he decidido usarlo contigo.

-¡¿Por qué?! ¿Qué hay de tu hija?

-A mi tampoco me quedaba mucho tiempo.-admitió-. Esto empezó a pasar cuando la megamiceta comenzó a caer. Y he visto a tu familia, Elizabeth. No podía permitir que dos familias se quedaran sin alguien.

-Winters...-se quedó mirándole mientras el rubio sonreía.

-Tú y yo somos iguales.-dijo sin dejar de verla-. Y si los dos ibamos a morir, prefería que al menos tú pudieras salvarte. Tienes tres locas por hijas y las tienes que cuidar.-carcajeó.

-No puedo creer que llegaras a esto después de las torturas que te hice.

-Lo hiciste porque casi maté a tus hijas. Yo habría hecho lo mismo... No de una forma tan sangrienta como la tuya, pero se entiende.-ahora era ella la que reía suavemente.

-No puedo llevarme esta vida de gratis. Permiteme cumplir tu último deseo a cambio.-los ojos de Ethan se posaron en su hija.

-Lo único que te pediré es esto. Protege a mi pequeña Rose y llevala hasta su madre. Busca a Chris, Chris Redfield. Él mismo me dijo que Mia esta viva.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora