Capítulo 99

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La puerta del cuarto se cerró tras ella dejando a sus hijas en él. Allí estarían seguras y su recuperación sería más rápida.

Sentía tantas cosas en ese momento, rabia, rencor, tristeza, dolor y agonía. Todas ellas empezaban a devorarla por dentro con el mero pensamiento de saber cuales eran las verdaderas intenciones de Miranda y como los Lords habían caído en ellas como si nada.

Vio a su pareja por el rabillo del ojo. Podía ver su preocupación en su rostro además de su pena, pero ella estaba demasiado molesta para pararse en eso. La miró fijamente y se apartó de la puerta.

-Ve.-fue la única palabra que dijo para que entrara a ver a sus hijas. Tampoco es que la diera oportunidad a ella para hablar, pues ya había desaparecido por los pasillos. No era capaz de soportarlo.

Y por ello iba a desquitarse con su prisionero.

***

Daba igual lo mucho que lo intentará, al cabo de los minutos de su muerte ese hombre volvía a la vida con un inmenso dolor. Era obvio que no era humano o por lo menos dejó de serlo no hace mucho.

Fue por eso que su mente empezó a juntar varias piezas aumentando así su rabia.

Arrastró a Ethan fuera de los calabozos y se quedaron juntos en una sala, él encadenado al suelo y sin armas para prevenir. Ahora solo debía esperar a que su amada decidiera buscarla. Aún tenían algo de lo que hablar y ella temía perder el control de su temperamento.

Justo cuando pensaba en las miles de formas y maneras de tomar esta conversación, la puerta se abrió dándole paso a Lady Dimitrescu.

-¿Cómo siguen?-preguntó sin mirarla.

-Cassandra esta en su cien por ciento.-la respondió caminando hacia ella pero parándose un par de pasos después al notar la frialdad que venía de ella-. Bela también se ha recuperado y la congelación de Daniela ha frenado por completo. Están fuera de todo riesgo.

Elizabeth asintió soltando un gran suspiro que llevaba conteniendo por mucho tiempo y observó la herida de su brazo. Había usado demasiado la fuerza de sus colmillos y la regeneración estaba siendo lenta por culpa de eso. Pero era un mal menor para ella. Alcina también se quedó mirando su herida aún sin creerse lo que había hecho con tal de salvar a sus pequeñas.

-Tu herida...

-Estoy bien.-cortó rápidamente-. Ahora, tú y yo tenemos algo de lo que hablar.-Alcina mordió su labio inferior con algo de molestia al saber lo que la diría.

-Elizabeth yo lo..

-No quiero oírlo, ahorratelo.-la miró fijamente con sus ojos aún amarillos incapaz de cambiarlos por la ira-. Ha sido tu orgullo el que ha puesto en peligro a las habitantes de este castillo. Subestimaste a un enemigo y casi perdemos a nuestras hijas en el proceso, además de que tanto tú como yo sufrimos las consecuencias de ello. Hiciste mal en confiarte tanto, pero no es eso lo que me cabrea, Alcina.-la mayor apretó los puños ante el regaño sabiendo que tenía toda la razón-. Lo que de verdad me molesta es que sigas confiando ciegamente en el causante de todo esto.

-.....-se quedó callada por unos momentos bajando levemente su cabeza-. ¿Qué quieres decir con eso?

-Te haré verlo con claridad.-se apartó de la ventana sin dejar de mirarla-. ¿Cuántos recipientes ha tenido Miranda?-Alcina alzó una ceja sin saber a donde quería llegar.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora