Capítulo 83

2.7K 236 554
                                    

-¿Entonces puedo contar contigo?-preguntó posando una de sus piernas sobre la otra mientras esperaba su respuesta-. Eres de lo mejor Donna, te lo agradezco.-sonrió acercándose el teléfono a la oreja-. ¿Sobre qué hora llegareis? ¡Fantástico! Te veré entonces.-dichas estas palabras finalizó la llamada.

Las piezas se colocaban por si solas en su maravilloso plan.

Caminó por los pasillos en busca de cierta diosa a la que molestar y no tardó en encontrarla. Se elevó del suelo y se acercó a ella dejando besos por su cuello haciéndola jadear.

-¡E-Elizabeth!-giró despacio la cabeza viendo a la mayor provocadora que había conocido en su larga vida.

-Hola mi amada.-sonrió acunando su rostro con una mano-. Te estaba buscando.

-No otra vez, deja de hacer eso.-se quejó tratando de apartarla solo para sentir más besos.

Esta al límite, menos mal que decidí hacerlo hoy.

-Vamos, la comida esta servida y no queremos hacer esperar a nuestras pequeñas.-bajó al suelo tomando su mano con delicadeza bajando un poco la temperatura de Alcina.

Esta vez el paseo fue tranquilo pero eso iba a durar poco tiempo por una idea que surcó la mente de la mujer de cabellos rubios.

-Alci ¿Te importa si pruebo algo?-la sonrisa en su cara le enviaba miles de señales de peligro a la mayor. No se fiaba.

-Depende de que.

-Teniendo en cuenta de que casi pude contigo en un pulso y que mi fuerza es mayor me preguntaba si....-frenó a su lado y la miró de arriba a abajo.

No estarás insinuando eso ¿Verdad?

-No.-dijo fríamente-. Te partirás la espalda si lo intentas.-la menor hizo caso omiso y se acercó a ella-. ¡Ni se te ocurra!

-Tarde.-rió tirando de ella y sujetando su cintura con una mano mientras la otra la pasaba por debajo de sus piernas. La levantó entre sus brazos y sus ojos se iluminaron de la emoción-. ¡Lo hice!

Alcina se veía igual de sorprendida, estando ahí agarrada a su cuello y siendo tomada en brazos por aquella chica. Entonces sintió como se separaban más del suelo y fue cuando comprendió las intenciones de la joven.

-¡Espera! ¡No lo hagas!-chilló en cuanto se vio alejada del suelo. Elizabeth solo reía sin dejar de mirarla con ojos brillantes-. ¡¿Te diviertes?!

-¡Mucho!-asintió-. No sabes cuanto tiempo llevaba queriendo tomarte entre mis brazos.-ronroneó bajo-. Esto es uno de mis sueños hecho realidad.-la sujetó mejor y voló con ella hacia el comedor.

Lo único entendible en ese momento eran la cantidad de insultos en rumano por parte de Lady Dimitrescu cuando aparecieron delante de las niñas, las cuales estallaron en carcajadas.

Elizabeth se sentó en el asiento de Alcina aún sobre el aire para que los pies de la mayor no tocaran el suelo mientras se mantenía en su regazo.

Esto no me gusta.

-Empecemos a comer mis niñas.-dijo agarrando la cintura de Alcina sonrojandola.

-Eli... Dejame bajar.-pidió juntando sus piernas al sentir su mirada sobre ella.

-Hm, dejame pensar. Podría devolverte todas y cada una de las veces que me hiciste esto.-susurró en su oído mordiendo despacio su oreja-. Nunca te importó quien estuviera delante, así que no veo porque a mi si.-sonrió de forma lasciva poniéndola más nerviosa-. Deberías aprender a tomar lo mismo que das Alci.-volvió a susurrar provocando que varios escalofrios bajaran por su espalda. Sabía que iba con doble sentido.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora